David Foster Wallace: la literatura posmoderna

Literatura posmoderna norteamericana

La literatura contemporánea norteamericana comienza con el apogeo de la posmodernidad. El Posmodernismo surge como un movimiento tanto social, económico y político, como artístico en los años 50 aproximadamente. Su principal labor fue hacer una crítica a las categorías de la modernidad, cuestionando los rangos de lo absoluto y la verdad irrefutable. En lo que al arte refiere, fue una reacción contra la elitización del arte y los experimentos discursivos que buscaban la originalidad, pero que terminaron por agotarla. Algunas de sus características más importantes son:

  • el derrocamiento (más bien cuestionamiento) de los meta-relatos (Dios, religión, verdades absolutas, modelos económicos, etc.);
  • la economía de producción trajo como consecuencia a la economía de consumo;
  • el empoderamiento de los medios masivos de comunicación;
  • la búsqueda de lo inmediato y la necesidad de vivir el presente;
  • y la valoración de la diversidad (sexual, principalmente) y el pluralismo.

En cuanto a la literatura, los principales recursos fueron:

  • la parodia,
  • la ironía,
  • el rechazo por las utopías,
  • la metaficción,
  • la auto referencialidad,
  • descolocarse de la categorización de un solo género literario,
  • mayor atención a la estética de lo popular y lo cotidiano.

Aunque hay críticos y estudiosos de la materia que aseguran que la posmodernidad terminó en los años noventa, hay otros que aseguran que aún vivimos bajo sus reglas.

Sobre el autor y su estilo narrativo

David Foster Wallace (1962-2008) fue uno de los críticos que sustentó que el posmodernismo se encontraba en decadencia, debido a que sus características principales habían sido absorbidas por la cultura, logrando homogenizarlas y neutralizar su voz crítica. Los medios de comunicación y entretenimiento fueron su perdición, ya que hicieron de la rebeldía una moda. (¿Te suena familiar?)

Foster Wallace fue un escritor que sabía llamar la atención de su público lector y de la comunidad literaria en general. Su estilo era complejo y disparatado, sus obras eran consideradas como inacabadas y uno de sus temas recurrentes fue lo absurdo.

Sus temas suelen centrarse en su vida personal o en aspectos en relación a sí mismo y su entorno social. Sus personajes tienen grandes dificultades para relacionarse con el mundo, para interactuar con otras personas, para darse cuenta de lo que acontece en su vida diaria porque llevan vidas vacías emocionalmente, víctimas de los designios sociales con los que se tienen que mimetizar. Las adicciones y la exigencia de un estado de bienestar constante hacen que sus personajes no desarrollen su capacidad de reflexionar y sentir.

Su estilo narrativo captura con sus frases largas, extensas notas al pie de página, títulos ingeniosos y carentes de sentido, pero sobre todo un peculiar humor irónico. La narrativa de Wallace se centró en lo absurdo de su contexto, incluso es considerado como el mejor cronista de la sociedad capitalista de fines del siglo XX e inicios del XXI, destacando la crisis de identidad por la que pasaba la clase media americana; crisis por las relaciones humanas superficiales que no lograban hacer vínculos profundos.

Wallace hace una fuerte crítica social la falta de empatía y comprensión al prójimo y de sí mismo, donde los medios de comunicación se vuelven interlocutores de las relaciones humanas.

Esto es agua

En su libro, Esto es agua, que originalmente fue un discurso de fin de cursos que presentó en la Universidad de Kenyon en 2005, Foster Wallace habla de la condición humana de ser egoístas y narcisistas, y hace una sincera invitación a pensar más allá de lo que nos acontece y aqueja en lo individual. Es un escrito de índole humanista, donde deja la ironía y el absurdo de lado para hablar de la importancia de la empatía, el voltear a ver lo que le sucede al vecino o al conductor del auto de al lado. O bien, voltear a vernos en nuestro día a día, en nuestra realidad inmediata. Wallace nos dice que:

las realidades más obvias, ubicuas e importantes son a menudo las que más cuestan de ver y las que más cuestan de explicar.

¡Y es cierto!, no nos observamos ni nos detenemos a pensar en lo que somos ni en lo que hacemos en el cotidiano, que es, por supuesto, nuestra realidad real, valga la redundancia. Es decir, somos lo que comemos, lo que trabajamos, las personas que amamos, los vecinos que odiamos, las compras que hacemos, las ideas que tenemos, etcétera. Pero es esa realidad a veces tan difícil de explicar, que nos dejamos ir en la inercia del día a día, y si no vemos nuestra rutina menos vemos la de los demás, eso requiere tiempo y vivimos corriendo de la mañana a la noche.

La propuesta de Wallace es pensar en lo que hacemos, ser más conscientes de nuestra realidad. Señala que, si bien el objetivo de las humanidades es enseñarnos a pensar, debemos aprender a elegir qué pensar. Adquirir conocimientos es muy fácil, más ahora con el internet, pero reflexionar sobre ese conocimiento adquirido es realmente un reto. Lo mismo sucede con la vida diaria: qué elijo pensar, en qué elijo creer, realmente presto oídos y ojos a mi contexto, a mi familia, a mis vecinos, a desconocidos.

Comentario final

Mientras leía a Wallace recordé una lectura de Umberto Eco donde ponía un especial énfasis en la importancia de la interpretación de nuestro contexto, es decir, la importancia de contextualizar para hacer una lectura adecuada o lo más completa posible, de nuestra realidad. Y es cierto, no puedo aplicar un conocimiento, cual sea que fuese, sin adecuarlo a la realidad circundante. Wallace nos dice que:

arrogancia, confianza ciega y una cerrazón mental (…) es como un encarcelamiento tan completo que el prisionero ni siquiera sabe que está encerrado.

Es decir, hay que desconfiar de las certezas absolutas y abogar por un pensamiento crítico, pero eso requiere de cierto esfuerzo que no siempre queremos hacer, esto es porque, como lo menciona el autor, nos viene de fábrica ser narcisistas y tendemos a pensar sólo en nuestras circunstancias y necesidades. Para ser narcisistas no tenemos que esforzarnos ni tener la voluntad de hacerlo, para lo que sí necesitamos esforzarnos es para no sólo hacer esto, sino en aprender a pensar más allá de lo que pasa frente a nuestras narices.

Si quieres leer una libro corto, fácil de leer, con ejemplos claros y sobre todo, que te llene de coraje para ver el mundo con otros ojos, Esto es agua es tu libro.

Considero que este autor marcó a su generación, tanto por la crítica social como por su escritura, es una verdadera lástima su prematura muerte a manos del suicidio.

Discurso de fin de cursos en la Universidad de Kenyon (Ohio) Mayo, 2005.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

  • Ferrer, A. 2015. David Foster Wallace: narrador de lo absurdo de la Sociedad contemporánea. Temas de Psicoanálisis, No. 9, Enero 2015. Revisado el 25/11/2019, en:
  • Foster Wallace, D. 2009. Esto es agua. Editor digital: Trujano ePub base r1.2 2015.

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