Comentario a «Cómo se hace una novela», de Unamuno

Comencé a leer a Unamuno por un viejo recuerdo de la prepatoria, por alguna razón el apellido había quedado guardado en mi memoria, me parecía llamativo, como un juego de palabras: uno en el mundo,  una y uno, no sé, me remitía algo juguetón de la infancia. La sorpresa al leerlo fue que, efectivamente, Unamuno es un juguetón, un juguetón de la filosofía y las letras.

Héteme aquí ante estas blancas páginas -blancas como el negro porvenir: ¡terrible blancura! – buscanfo retener el tiempo que pasa, fijar el huidero hoy, eternizarme o inmortalizarme en fin, bien que eternidad e inmortalidad no sean una sola y misma cosa. Héteme aquí ante estas páginas blancas, mi porvenir, tratando de derramar mi vida a fin de continuar viviendo, de darme vida, de arrancarme a la muerte de cada instante.

«Como se hace una novela» no dice cómo hacer una novela, es decir, no es una guía para escritores que deseen escribir una novela. De hecho hace una crítica a aquellos que buscan esos consejos para escribir, que buscan la teoría cuando es la práctica la que cuenta. Para escribir una novela hay que ponerse a escribirla, es más, hay que vivirla, nos dice el autor, porque al fin y al cabo somos nuestras obras, los personajes que creamos, no hay obra que no sea autobiográfica.

Porque había imaginado, hace ya unos meses, hacer una novela en la que quería poner la más íntima experiencia de mi destierro, crearme, eternizarme bajo los rasgos de desterrado y de proscrito. Y pienso que la mejor manera de hacer esa novela es contar cómo hay que hacerla. Es la novela de la novela, la creación de la creación. O  Dios de Dios, Deus de Deo.

Unamuno es prolijo y versátil en su escritura, nos regala sentido del humor, filosofía, poesía; a la vez pareciera que rompe con la cuarta pared, ya que habla directamente a su lector, lo regaña, le hace énfasis específicos sobre su obra, incluso, por momentos, pareciera que lo toma de confidente. Además, politiza sobre su situación personal y su siempre añorada España, se deja ver la tremenda nostalgia que vive al sentirse solo lejos de su patria y familia.

La novela de la novela

Primero, escribe un Unamuno escritor exiliado sobre cómo escribir una novela. Segundo, escribe a la par un Unamuno que está releyendo al primer Unamuno, dos años después, y hace comentarios al margen, lo que convierte a este escrito en una metanovela. Tercero, el personaje de la novela que está escribiendo es un alter ego de Unamuno, de hecho le pone su nombre, Jugo y utiliza su inicial U. Con este personaje analiza cómo es que hacemos nuestra novela personal, es decir, cuál es la historia que nos contamos que somos.

U. Jugo de la Raza, el personaje, es un joven que ha tenido un encuentro peculiar con una novela que advierte a su lector que al terminar de leerla éste morirá.

Cuando el lector llegue al fin de esta dolorosa historia se morirá conmigo

Jugo se lo toma como sentencia de muerte, lo toma de manera literal, y ahora vive agobiado porque si termina de leer el libro morirá, pero sino lo hace, si deja de vivir el libro, ¿seguirá viviendo?

Ante este dilema, seguir leyendo o no, Unamuno hace una reflexión sobre el tipo de lector crítico que espera que seamos al leerlo. La muerte del lector tras terminar de leer un libro es inevitable, no de manera literal como lo cree Jugo, sino de manera simbólica, si el libro no te ha cambiado, ¿de qué sirvió que lo leyeras? Hay una muerte simbólica del lector que eras al que eres ahora, hay una transformación, es una de las maravillas que brinda el arte.

El vicio de la lectura lleva el castigo de muerte continua.

Esta parte me parece uno de los puntos más importantes de la obra, la forma en cómo nos afectamos con la lectura, de cualquier tipo y género, el punto es leer y vivir la lectura, sentirla más que analizarla con ojo teórico. Unamuno confronta a su lector invitándolo a pensar cómo ha cambiado con la lectura, haciendo la lectura activa no pasiva.

¿Qué voy a hacer de mi Jugo de la Raza? Como esto que escribo, lector, es una novela verdadera, un poema verdadero, una creación, y consiste en decirte cómo se hace y no cómo se cuenta una novela, una vida histórica, no tengo porque satisfacer tu interés folletinesco y frívolo. Todo lector que leyendo una novela se preocupa de saber cómo acabarán los personajes de ella sin preocuparse de saber cómo acabará él, no merece que se satisfaga su curiosidad.

La novela de cada día

Ahora, he aquí la parte medular de Cómo se hace una novela: la novela personal. Unamuno reflexiona sobre la novela personal que nos construimos cada día ¿Qué historia te cuentas que vives? Un ejemplo claro es su personaje Jugo quien decide tomarse de manera literal la sentencia del libro que está leyendo y comienza a construir su drama a partir de algo que se le ocurrió a un escritor, como si hubiese sido escrito especialmente para él. Pero no es así, Jugo escribe su propio drama, le da sentido a su vida tomando por sentencia mortal una línea de una novela.

Cómo se hace una novela habla de cómo hacemos nuestra novela. El mismo Unamuno hace un recorrido sobre su propia historia para darse cuenta cómo es que llegó a donde está ahora, un exiliado político con una irremediable añoranza por su bella patria. La soledad de los años de exilio lo han llevado a escribir lo que escribe ahora,  incluyendo a su Jugo de la Raza que le sirve como pretexto para filosofar sobre la vida y la muerte, la eternidad y la inmortalidad.

Cuando mi pobre Jugo, errando por los bordes -no se le pueden llamar riberas- del Sena, dio con el libro agorero y se puso a devorarlo y se ensimismó en él, convirtióse en un puro contemplador, en un mero lector, lo que es algo absurdo e inhumano; padecía la novela, pero no la hacía. Y yo quiero contarte, lector, cómo se hace una novela, cómo haces y has de hacer tú mismo tu propia novela. El hombre de dentro, el intra hombre cuando se hace lector, contemplador, si es viviente, ha de hacerse, lector, contemplador del personaje a quien va, a la vez que leyendo, haciendo, creando; contemplador de su propia obra. El hombre de dentro, el intra hombre -y éste es más divino que el trashombre o sobrehombre nietzcheniano- cuando se hace lector hácese por lo mismo autor, o sea actor; cuando lee una novela se hace novelista; cuando lee historia, historiador. Y todo lector que sea hombre de dentro humano, es, lector, autor de lo que lee y está leyendo. Esto que ahora lees aquí, lector, te lo estás diciendo tú a ti mismo y es tan tuyo como mío. Y si no es así es que ni lo lees.

Pero también trata de cómo es que hacemos la novela que leemos, somos autores de la obra al leerla y hacerla propia, porque no podemos hacer una lectura sino es con los ojos con los que vemos y vivimos el mundo. Es entonces que leemos con lo que somos y tomamos de los libros lo que queremos y podemos, como Jugo lo hace.

La parte de remebranza política y religiosa, tal vez sea la menos llamativa de esta obra, al menos así lo fue para mí, lo cautivante es su parte reflexiva, el título engañoso porque no te enseña a hacer una novela, y los comentarios posteriores a la escritura del texto que lo complementan y dan una peculiar lectura porque escuchas a dos Unamunos distintos en un mismo texto.