Comentario a «Los abedules» de Robert Frost

Contexto

Con el inicio del siglo XX, el movimiento modernista cambió la forma de escribir y percibir el mundo en Estados Unidos, sobre todo porque es un tiempo, una sociedad que queda atravesada por las guerras mundiales.

Robert Frost (1874-1963) pertenece al movimiento modernista norteamericano y al grupo de escritores que viajaron a Europa para vivir los años veintes parisinos con la élite de intelectuales. Aunque, en realidad él nunca se afilió a ningún movimiento, por su época es donde comúnmente se le ubica. La poesía de Frost es sencilla y accesible al lector en comparación con otros poetas de la época, como T.S. Elliot, quien hacía mayor uso de metáforas y simbolismos. No obstante, Frost es un poeta filosófico y espiritual que puede plasmar la vida cotidiana con bellísimas imágenes que vuelven lo ordinario en extraordinario.

Robert Frost

Los abedules

En el poema Los abedules (Birches), Frost habla sobre ser un columpiador de árboles, sí, así de bello como suena. El autor juega con la imagen de un joven que se trepa a los abedules del bosque y cuando está en la cima se deja caer, doblando al árbol hasta que éste lo regresa a la tierra. Hace esto con cada árbol a su paso. Lo increíble del arte es que cada persona se lo apropia y pueden saltar un sinfín de interpretaciones.

Interpretaciones

  • los árboles pueden verse como los antepasados, los principios y reglas establecidas y heredadas a las nuevas generaciones, normas que han estado ahí desde siempre y, cada tanto, hay alguien que los doblega, los cambia o transgrede, como el joven que se columpia en ellos.
  • O bien, pueden verse como los sueños por conquistar, los planes por realizar y cómo hay que trepar hasta lo más alto para lograrlos, pero no te puedes quedar ahí por siempre, es la parte más frágil del árbol, hay que volver a la tierra porque, además, hay muchos otros sueños-árboles por conquistar.

El poeta recuerda con nostalgia cómo él solía hacer lo mismo que el columpiador de su poema y por momentos, cuando la vida lo sobrepasa, anhela volver a hacerlo. El poema juega con la idea de subir y bajar, subir hasta la copa del árbol, más cerca al cielo para luego bajar y tocar el piso de nuevo. Es el sube y baja de la vida misma, conquistar las alturas como se conquista un sueño, sobre pasar límites (los heredados y establecidos), ir más allá, pero nunca perder el piso, siempre tener la posibilidad de volver a tocar la tierra (volver al origen). Frost dice:

“…y quisiera alejarme de la tierra algún tiempo,

para luego volver y empezar otra vez.

Que jamás el destino, comprendiéndome mal,

me otorgue la mitad de lo que anhelo

y me niegue el regreso”.

Quiere ir tan lejos como pueda, pero siempre con la posibilidad de regresar.

Al inicio del poema el autor menciona que son las tempestades las que han curvado a los abedules, aunque a él le gusta más la idea de que haya sido un muchacho. Con tempestades, Frost evoca a los problemas, las circunstancias de vida que están fuera del control humano, son cosas que suceden y dejan destrozos a su paso:

Pero no es un muchacho quien los deja curvados,

sino las tempestades. A menudo hemos visto

los árboles cargados de hielo, en claros días

invernales, después de un aguacero.

Cuando sopla la brisa se les oye crujir,

se vuelven irisados cuando se resquebraja […]

La carga los doblega hacia los mustios

matorrales cercanos, pero nunca se quiebran,

aunque jamás podrán enderezarse solos.”

Sin embargo, pese al contexto incontrolable, son las personas, en este caso, el joven que se columpia como ícono de la juventud soñadora, quienes dejan su marca de paso por el bosque. El bosque es un símbolo para la vida misma y, además, era el lugar predilecto de Frost, quien vivía en el campo y su obra poética está regida por la observación de la naturaleza y sus reflexiones filosóficas.

Comentario final

Frost fue un poeta excepcional aunque haya quienes lo consideraban menor, en especial cuando lo comparan con otros grandes de su época como T.S.Elliot o Ezra Poud. Para mí ha sido un descubrimiento maravilloso acercarme a Frost, no considero en absoluto que sea un poeta menor, al contrario, su sencillez, la forma en cómo juega con imágenes de la vida cotidiana para filosofar o encontrar su conexión con lo espiritual personal, me parece una labor trascendental. Por momentos me recuerda a Emily Dickinson.

Otros poemas

Otro de sus poemas que se ha convertido en uno de mis favoritos es El camino no elegido, donde habla sobre tener dos caminos, elegir el poco transitado y hacer la diferencia:

(…) De aquí a la eternidad:

Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,

Yo tomé el menos transitado,

Y eso hizo toda la diferencia.

Otro poema que adoro, por su dura verdad, es Fuego y hielo:

El mundo acabará, dicen, presa del fuego;

otros afirman que vencerá el hielo.

Por lo que yo sé acerca del deseo,

doy la razón a los que hablan de fuego.

Mas si el mundo tuviera que sucumbir dos veces,

pienso que sé bastante sobre el odio

para afirmar que la ruina sería

quizás tan grande,

y bastaría.

Para terminar

Para terminar, dejo el poema en idioma original, ya que siempre es importante (en la medida de lo posible) leer a los autores en la lengua en que escribieron.

Dejo a continuación links donde encontrar más información del autor:

Birches

When I see birches bend to left and right

Across the lines of straighter darker trees,

I like to think some boy´s been swinging them

But swinging doesn´t bend them down to stay.

Ice-storms do that. Often you must have seen them

Loaded with ice a sunny winter morning

After a rain. They click upon themselves

As the breeze rises, and turn many-coloured

As the stir cracks and crazes their enamel.

Soon the sun´s warmth makes them shed crystal shells

Shattering and avalanching on the snow-crust

Such heaps of broken glass to sweep away

You´d think the inner dome of heaven had fallen.

They are dragged to the withered bracken by the load,

And they seem not to break; though once they are bowed

So low for long, they never right themselves:

You may see their trunks arching in the woods

Years afterwards, trailing their leaves on the ground,

Like girls on hands and knees that throw their hair

Before them over their heads to dry in the sun.

But I was going to say when Truth broke in

With all her matter-of-fact about the ice-storm,

I should prefer to have some boy bend them

As he went out and in to fetch the cows—

Some boy too far from town to learn baseball.

Whose only play was what he found himself,

Summer or winter, and could play alone.

One by one he subdued his father´s trees

By riding them down over and over again

Until he took the stiffness out of them,

And not one but hung limp, not one was left

For him to conquer. He learned all there was

To learn about not launching out too soon

And so not carrying the tree away

Clear to the ground. He always kept his poise

To the top branches, climbing carefully

With the same pains you use to fill a cup

Up to the brim, and even above the brim.

Then he flung outward, feet first, with a swish,

Kicking his way down through the air to the ground.

So was I once myself a swinger of birches.

And so I dream of going back to be.

It´s when I´m weary of considerations,

And life is too much like a pathless wood

Where your face burns and tickles with the cobwebs

Broken across it, and one eye is weeping

From a twig´s having lashes across it open.

I´d like to get away from earth awhile

And then come back to it and begin over.

May no fate willfully misunderstand me

And half grant what I wish and snatch me away

Not to return. Earth´s the right place for love:

I don´t know where it´s likely to go better.

I´d like to go by climbing a birch tree

And climb black branches up a snow-white trunk

Toward heaven, till the tree could bear no more.

But dipped its top and set me down again.

That would be good both going and coming back.

One could do worse than be a swinger of birches.