Comentario a «El Gesticulador»

Obra de Rodolfo Usigli

Trama

César Rubio y su familia viven en un pueblo del norte México, el cual quedó azotado por la guerra de Revolución (1910). César Rubio es un profesor de historia deseoso de ser importante, ya que toda su vida ha sido un mediocre. Para su suerte, como conspiración del universo, su deseo se cumple cuando toca a su puerta el profesor Bolton, un estadounidense que también anhela trascender en su vida profesional y sigue el rastro del héroe nacional mexicano el General César Rubio. Ambos profesores actúan de acuerdo a sus propios intereses y se creen la historia que mejor les convenga, con lo que no contaban era con la reacción del pueblo, que se encuentra al borde la desesperación por un halo de esperanza.

El gesticulador (1938) retrata la sociedad mexicana posrevolucionaria que, como cualquier otra sociedad después de una guerra, busca darle sentido a lo que ha vivido y direccionarse hacia un futuro mejor. Hay una gran necesidad de dar cuenta de los acontecimientos del pasado, y de esta forma, darle sentido al presente y poder vislumbrar el porvenir. Esta necesidad tiende a manipular los hechos, adornarlos o recrearlos para que la cruda realidad del presente no sea tan desoladora. Esta tendencia a modificar la historia no es algo nuevo, de hecho es lo que suele ocurrir cuando idealizamos ídolos y héroes, creando mitos para que el pasado quede justificado y el porvenir sea prometedor.

El héroe y el mito

En El gesticulador, la figura del mito está puesta en César Rubio (el General), un héroe revolucionario, un héroe del que poco se sabe y al que nadie tiene intención de rescatar del olvido, hasta que el profesor norteamericano Bolton, por azares del destino, llega a la casa de César Rubio (el profesor), con un tremendo deseo por saber más sobre la historia de este hombre. 

La desesperación y la pasión de Bolton por encontrar indicios del General César Rubio hacen que crea en la historia inventada del profesor César Rubio, quien, aprovechando ser homónimo del héroe y desesperado por ser alguien importante y que su vida tenga sentido y causa, no pierde la oportunidad de adjudicarse los logros de su tocayo. Se conjugan a la perfección las casualidades como las necesidades, dando pie a la creación de un mito: el General César Rubio, héroe de la revolución, vive.

El pueblo está tan necesitado, también, de un rayo de luz y esperanza ante la desolación de posguerra, que, de inmediato creen la historia. Después de todo, hay papeles que lo respaldan, testigos que lo reconocen y los conocimientos de César Rubio sobre la historia de México dan las suficientes herramientas para hacer verosímil su historia. No necesitó más para adoptar el personaje, él mismo se creyó su propia farsa.

Pero tenía dos cosas en su contra: Miguel, su hijo, sediento de verdad; y Navarro, el verdadero asesino del General Rubio. Miguel, escéptico y defensor de la verdad por más cruel que ésta fuera; y Navarro, velando sólo por sus propios intereses, frío y calculador, aprovecha la figura mítica de Rubio y la remata haciéndolo un mártir, impulsando así, su carrera política. Todo es un montaje, una sátira política y social, el pueblo es espectador que cree en lo que ve y lo acepta, necesita de esa función.

Cuando César Rubio el impostor, o en palabras de Usigli, el Gesticulador, adopta el rol del General permite reconstruir la historia, no es un mero montaje sino la posibilidad de crear otra historia. La farsa del profesor Rubio es llevada un nivel que no hubiera siquiera pensado, ya lo tenían considerado para ser el próximo ¡candidato presidencial! Además, qué bonita ironía que siendo profesor de historia de México, de la revolución, y que se jactara de defender la verdadera historia, terminara siendo parte de una sarta de mentiras y, que además, las justificara. El héroe se corrompe al creerse el verdadero General César Rubio, el pueblo lo alaba, pero es curioso que no por ello se convierta en el villano, sino en un antihéroe, que, además, con su muerte se hace leyenda, se asegura pasar a la historia nacional y descansar eternamente en la Rotonda de los hombres ilustres.

Tal vez el único destello de esperanza reflexiva sea Miguel, que se va, no soporta más la mentira y parte en búsqueda de la verdad. Aunque, la historia de su padre y su pueblo la llevará siempre a cuestas.

Referencias bibliográficas

Bernal Alanís, Tomás. El gesticulador: entre el mito y la historia.

Usigli, R. El gesticulador. Obras completas, Tomo I. Fondo de Cultura Económica. México, D.F. 1997. págs. 727-802

¿Es Medea una historia de terror?

Contexto

Medea fue una de cuatro obras con las que Eurípides ganó el tercer lugar en las Olimpiadas número 87 (431 a.c), según Aristófanes de Bizancio. Sin embargo, es Medea, actualmente, una de las más icónicas obras de este autor y de las tragedias griegas en general. El motivo: es perturbadora, de hecho, al final de la obra, el coro cierra diciendo que “muchas veces lo dioses obran lo inesperado. No se cumple lo que era esperado, y a lo nunca pensado un dios lo hace efectivo. Tal es lo que hoy sucede.” Y no es para menos el dejo de sorpresa ante esta tragedia, es una sorpresa perturbadora que raya en ser una historia de terror.

Medea asesina cruelmente a sus hijos para vengarse de su esposo (Jason) quien está a punto de casarse con la hija del Rey Creón de Corinto:

Medea, con los hijos muertos, huye de Corinto en un carro tirado por dragones
Hacia 1887, Germán Hernández Amores

“Mataré a mis hijos: nadie habrá que pueda arrebatármelos. (…) Los hijos que en mí tuvo , no ha de volver a verlos vivos y de su nueva esposa no tendrá hijos: mal fin va a tener ella por obra de mis venenos”

Es una historia de venganza, de una cruda y aterradora venganza, donde la muerte de los hijos es la culminación de una vida criminal de Medea, quien ya ha asesinado antes. En esta obra asesina a la nueva esposa de su marido y al Rey. En la historia en que conoce a Jason asesina a su pequeño hermano para facilitar el escape de Jason y los Argonautas. Al intentar recuperar el reino de Jason, engaña a las hijas del Rey Pelias para que éstas le den muerte sin saberlo. Seis asesinatos por los nunca fue castigada, si acaso desterrada.

Medea vengadora o vengativa

La venganza es aquí el tema principal, pero no cualquier venganza, porque bien pudo asesinar al infiel y cínico marido, dando muerte al objeto de su amor y su desgracia. Pero Medea planeó algo mayor, quitarle todo lo que amaba: sus hijos, su joven esposa, la posición y el poder que el nuevo matrimonio le daría. Y, además, dejarlo con vida para que sufriera sus pérdidas, atormentándolo de por vida, lo dejó sin nada y se fue impunemente.

Es una historia perturbadora porque no nos resulta ajeno el tema: el deseo de venganza, después de todo la infidelidad y la traición es parte del drama de la vida cotidiana ¿Quién no ha fantaseado con vengarse de la manera más atroz de aquél o aquella que le ha roto el corazón? Por supuesto que lo puedes fantasear, pero llevarlo al acto es impensable.

Medea sufre, en algún punto se puede empatizar con su dolor. Ha sido utilizada y desechada y le piden que lo acepte sin queja alguna. De la noche a la mañana su amado esposo Jason, por quien dejó su tierra natal, traicionó a su padre y asesinó a su hermano la abandona sin argumento válido alguno:

Jasón. – Legué hasta acá de Yolcos, agobiado de funestas desgracias… ¿qué mejor fortuna fuera para mí casarme con la hija del rey, siendo como era un mísero vagabundo? No es -como tú reprochas- por hastío de tu lecho conyugal, ni por el ardor de codicia hacia una nueva esposa, ni por tener una prole numerosa -con los tuyos me basta y no estoy descontento- nada de eso es. Lo que yo intentaba, y esto es lo fundamental, era tener una vida sin penas, con todo lo suficiente en abundancia, sin miseria, sin necesidad.”

Jason jugó sucio, no hay duda, veía por su propio beneficio tratando de justificar sus acciones. Medea sufre lo mismo que sufren otras mujeres de todas las épocas: traición amorosa que, además, es minimizada por los demás. Pero no sufre sólo por la traición amorosa per sé, sufre también porque idealizó el matrimonio y la familia, y de la noche a la mañana se le vinieron abajo estos constructos, además, es desterrada y no tiene hogar al cual regresar.

No conforme con ello, Jason y el Rey Creón (Creonte) esperan sensatez de su parte y que asuma los hechos de una vez por todas. Así nada más, que asuma su realidad y no arme ningún alboroto. Ambos saben de lo que ella es capaz, saben su historial criminal y sus habilidades en el arte de la hechicería, en realidad no fue muy inteligente de su parte esperar que Medea actuara pasiva y serenamente.

Medea no es una heroína, porque asesina por despecho no por necesidad o un bien mayor; deja de ser víctima de la traición de su esposo cuando planea su venganza, cambia su rol a victimaria. Pienso que es una mujer perturbada, acostumbrada a obtener lo que desea debido a su inteligencia y astucia, es una excelente estratega, de no ser por ella, Jason no hubiera conseguido el vellocino de oro. El Rey Creón y Jason pecaron de ingenuos ante la súplica de Medea y su repentino cambio de actitud ante su inevitable destino. Fueron ingenuos porque subestimaron la ira de Medea, sus dotes histriónicos y sus habilidades de manipulación.

Medea: Fantasía o espejo

Medea es una mujer actual, sólo hace falta echar un vistazo a la historia de la humanidad y encontraremos varias Medeas que, envueltas por la ira y la pasión, se dejaron llevar por el deseo de venganza. Se ha comprobado también, la historia nos lo ha dejado ver, que la venganza femenina suele ser más elaborada, más planificada, a diferencia de muchos de los actos violentos que realizan los hombres que suelen ser arrebatados y dictados por la fuerza física. La locura que la acompaña no demerita en absoluto sus virtudes, aunque tal vez esperábamos que con estas virtudes fuera, además, buena, pero si así lo fuera esto no sería una tragedia, ¿cierto?

¿Es Medea una historia de terror? No en sí misma, pero lo es cuando pensamos qué tan lejos estamos de convertirnos en una Medea o si somos una Medea en potencia, hay incluso un denominado «Síndrome de Medea» y no es algo exclusivo de las mujeres.

Es fácil corromperse, lo vemos en la vida diaria, la línea es muy delgada entre hacer siempre las cosas como deben de hacerse y decir, no pasa nada si me paso el alto, si me estaciono en doble fila o si ocupo el lugar de estacionamiento del vecino, total, sólo es por un momento y mis necesidades inmediatas son mas importantes que respetar las de los demás. Es bien fácil decidir cuándo está bien seguir las reglas y cuándo “no pasa nada”. Si podemos hacer como que no pasa nada en estas ocasiones porqué no pensar que si un día nos abandona el (o la) que creíamos era el amor de nuestra vida, nos exilian con todo e hijos, sabemos que se va a casar con otra(o) más joven y heredera(o) al trono, después de que dejamos todo por ese hombre, el hogar, la familia, el honor. Nos corrompimos para salvar al amor y luego el amor nos abandona por otra(o). Medea nos plantea la posibilidad de convertirse en victimaria y elegir la venganza, aun cuando el rol de víctima es el más usual para las mujeres en su situación.

Medea furiosa, 1838, Eugène Delacroix

Venganza, todo el mundo ha fantaseado con ella. Venganza significa que algo malo le sucederá a aquel o aquellos que nos han dañado, le sucederá porque estamos planeando que así sea.

Medea arrasa con todo y todos a su paso para hacerle el mayor daño posible a Jasón, el hombre que le rompió el corazón. Todo el amor y dedicación que le tuvo antes se ha tornado en una fuerza vengativa que no dejó rastro, solo dejó lugar para el dolor.

Medea se convierte en una historia de terror si te vez cara a cara con ella, ¿qué harías tú si te dañan de esa manera? Probablemente la mayoría diría que aceptaría el exilio y buscaría refugio con sus hijos en otras tierras donde encontraría la forma de ver por sí misma y sus criaturas. Por orgullo, por resiliencia, por dignidad. Otras rogarían por el amor de Jason e implorarían asilo por sus hijos. Otras más pensarían la forma de vengarse humillándolo públicamente. Tal vez algunas lo asesinarían, dando muerte al origen de su dolor. Pero cuántas tendrían la fuerza y la sangre fría para asesinar tan cruelmente a cuatro personas: el rey, la hija del rey y sus dos hijos. Todas diríamos, yo no, pero, ¿les ha pasado? Nos conocemos en nuestras acciones.

Fantasearlo implica verte en los ojos de Medea y reconocerte en ella y eso es terrorífico. Es ver tus propios demonios de frente y confrontarlos. Por suerte, la mayoría no lo haríamos, pero nunca está demás confrontar los demonios.

Comentario final sobre el final de Medea

El final de la obra no me gusta, entiendo que es una forma de acentuar el tormento de Jason al salir Medea impune de la escena mortuoria, pero recurrir al deux ex machina no es mi recurso favorito: Medea se va impune en su carruaje con dragones alados que su abuelo le heredó. Sin embargo, tampoco elegiría por final que fuera aprehendida y juzgada por sus crímenes, porque no se trata de una obra aleccionadora, quitaría dramatismo al texto, esto es una tragedia. Probablemente elegiría el suicidio de Medea y una carta inculpando a Jason porque su traición la llevó a la locura (aunque algo de eso ya tenía) y alguna reflexión dirigida a las futuras generaciones advirtiendo que nada te garantiza el amor, ni las buenas acciones que haces por conseguirlo ni las artimañas para conservarlo.

Eurípides. “Medea”. Las diecinueve tragedias. Sepan cuántos, Porrúa. México, D.F. 1979

Ibsen: Dos obras controversiales y actuales: Casa de muñecas y Espectros

Contexto

El contexto de Henrik Ibsen fue el Romanticismo europeo en su última época, el cual se caracterizaba por la exaltación del yo, la subjetividad humana y sus variadas expresiones que ponían especial énfasis en la pasión, la fuerza de la naturaleza, la imaginación, las ansias de libertad y el idealismo. Es justamente esta búsqueda de libertad, distinta a la libertad de la Ilustración, fundamentada en el saber, la verdad y la conciencia de sí mismo la que no descartada a la razón, sino que la cuestiona y deriva entonces un estilo de vida distinto en toda Europa, en donde se comienza a percibir al ser humano como un ser mucho mas complejo y complicado.

Henrik Ibsen y su obra

Henrik Ibsen 1828-1906

Henrik Ibsen (1828-1906), dramaturgo noruego que introduce dosis de realismo a la ola del romanticismo. Si bien en un inicio de su carrera no tuvo éxito, vivió lo suficiente para ver brillar su obra. Su personalidad introvertida y organizada, así como su habilidad de observación e introspección, hicieron de Ibsen el dramaturgo del realismo y la profundidad psicológica de su época, un tanto adelantado a sus contemporáneos.  

Se considera a Ibsen como un precursor para las teorías psicológicas que se desarrollan a finales del siglo XIX e inicios del XX, tales como el psicoanálisis freudiano. Esto debido a que sus personajes están muy bien estructurados, se cuestionan profundamente y ponen en evidencia el deseo de sus motivaciones. La exploración de la condición humana, la compulsión a la repetición, los cuestionamientos existenciales y las incertidumbres, son temas explorados por este autor. Además, los personajes solían ser personas de la vida cotidiana, la atención ya no estaba puesta en la aristocracia ni en la realeza como en otros tiempos, sino en los dramas comunes y corrientes de cualquier persona clase media, lo que lo hace aún más fascinante, ya que pone en escena esos dramas íntimos con los que cualquiera se podía identificar, lo que en un principio fue lo que lo censuró, ya que el pueblo no se quiso mirar en el espejo que Ibsen les presentó.

Obras controversiales

Dos de sus obras más controversiales y, contradictoriamente, más aclamadas también, son “Espectros” y “Casa de muñecas”. Ambas obras fueron rechazadas por el público noruego, ya que atentaba contras los principios y valores de las familias tradicionales de los pueblos, exponiendo los secretos y la hipocresía de las familias y la sociedad en general.

Lo que en realidad propone Ibsen es la representación de la condición humana, nada más, no devela nada nuevo ni busca educar ni exponer a nadie en particular. Pero mostrarlo en el escenario acaloró las conciencias más recatadas y censuraron al buen Ibsen por varios años, acusándolo de fomentar la rebeldía en las mujeres y difamar a las buenas familias. Con el tiempo, alguien rescató sus obras y hoy en día son de las más aclamadas por su valioso contenido humano.

Espectros: inercia familiar o cumplimiento del destino

En “Espectros” (1881-82) vemos a una mujer viuda que esconde un pasado familiar que la persigue y que prácticamente toda su vida se ha empeñado en ocultar, con el objetivo de sostener una imagen y salvar a su hijo de las vergüenzas de su padre. Ibsen nos presenta a una sociedad mentirosa que vive de su imagen a través del engaño. La trama de la historia está fincada en los secretos y la tendencia a que la historia siempre se repite.

La protagonista, Elena Alving, se ha encargado de crear la imagen de su familia como el ideal ante los ojos ajenos, cuando en realidad esconde una miserable vida de excesos por parte de su marido, ya difunto. Buscando apartar a su amado hijo de esta situación lo envió a estudiar al extranjero desde muy corta edad, creando así, a la distancia, una imagen paterna que le conviniera a su hijo: un héroe.

Gran parte de la historia es relatada entre el pastor Manders y la Sra. Alving, quiénes son cómplices del ocultamiento. A su vez, el carpintero Engstrand, quien se ha presentado como el padre abnegado de Regina, la sirvienta de la Sra. Alving, tiene su propia historia de mentiras. Por si esto no fuera poco, la llegada del hijo pródigo, Osvaldo, genera un revuelo en la familia, en especial porque revela que tiene las mismas conductas y padecimientos que su padre, aunque él no sabía al respecto. Esto es a lo que Elena llama Espectros, los fantasmas del pasado que se manifiestan en el presente. Hay una compulsión a la repetición o repetición de patrones familiares, legados y herencias que no necesitan ser explícitas para que se cumplan, se repiten inconscientemente. O lo que en las historias antiguas era el oráculo o el destino.

Otro de los reconocimientos que se le hacen a Ibsen es la reivindicación del rol femenino, ya que varias de sus protagonistas son mujeres que sobresalen por ser fuertes e inteligentes que rompen con el estereotipo de mujer de su época. En el caso de la señora Alving podemos ver cómo defiende sus ideas, se considera como librepensadora, lectora y estratega, ya que montó su matrimonio como ideal a los ojos de la sociedad y todos le creyeron. Sin embargo, cuando su hijo le devela la verdad de su padecimiento se subleva a sus pies como una madre culposa, sumisa y abnegada. No obstante, otro personaje se desprende de sus prejuicios femeninos y su rol de servidumbre: Regina, la sirvienta, quien al develarse la verdad en que ella es hija bastarda del padre de Osvaldo, se empodera, se libera de su rol de sirvienta y se va en búsqueda de otros caminos, a cometer sus propios errores o en la búsqueda del destino marcado por su madre, no el que le ha legado su padre.

El final me pareció desolador, tanto Osvaldo como su madre se quedan a repetir lo mismo de quisieron huir y han padecido. La historia no es más que la compulsión a la repetición. Cuando al final el hijo le pide que le de sol y la madre desesperada busca el frasco de morfina, el sol representa la luz, la esperanza, el calor que no tiene en su vida; la madre acude a su llamado dando un aliciente no una solución, solo una droga. Por eso me parece desolador, es una historia sin fin, y si Regina se quedaba corría el riesgo de embarazarse de Osvaldo y convertirse en la Sra. Alving. La escena final es muy al estilo romántico, por el sufrimiento; pero a la vez muy al estilo naturalista por la desoladora condición humana.

Casa de muñecas: inesperadamente feminista

Obra icónica de Ibsen, probablemente la más difundida y celebrada por su inesperado final, en boca de varios lectores y críticos, un final feminista. Icónica y controversial porque para la época, 1879, no era usual que una mujer saliera a la búsqueda de sí misma, dejando de lado a su “bien amado” esposo y mucho menos, a sus hijos. Inclusive hoy día, hacer eso, abandonar el hogar pareciera un sacrilegio, un acto imperdonable socialmente, por menos que eso las mujeres son llamadas con todo tipo de etiquetas peyorativas. Abandonar a un esposo que aparentemente es bueno, amoroso y provee a la familia de forma adecuada, suena a una locura. Pero lo es más si a eso añadimos a una mujer que abandona a sus hijos. Lo peor de lo peor, lo que pareciera inentendible para muchas “buenas conciencias” es que ese abandono no sea siquiera por otra pareja, ni por dinero, ni por sacrificio o alguna otra posibilidad que pareciera justificar dicho proceder. No. Lo que Nora abandona es un rol que ha estado viviendo desde que tiene memoria, el rol de la mujer de su casa, el rol de una muñeca linda hecha para estar en casa. Nora abandona ese rol y decide irse en búsqueda de sí misma.

“Casa de muñecas” es una obra escrita en tres actos que relata la historia de Nora y Torvaldo Helmer, un matrimonio con tres hijos pequeños que se preparan para las tradicionales fiestas navideñas. En la casa de los Helmer pareciera que las cosas marchan bien, han alcanzado la estabilidad económica y la pareja derrocha tanta miel que parecieran recién casados. La visita de una vieja amiga, Cristina Linde, comienza a develar que esto no es así del todo, que hay un pasado en la vida de Nora que no desea sea revelado a su marido o lo hará pasar una gran vergüenza, y eso es imperdonable, ya que a Torvaldo, el gran banquero, le importa mucho su imagen y el qué dirán.

La aparición del Sr. Krongstad, un empleado del banco que se ha identificado como corrupto y está próximo a ser despedido, pone a temblar a Nora. Helmer no sabe que Krongstad está chantajeando a su esposa por una vieja deuda de cuando su esposo estuvo enfermo y no tenían la solvencia para costear los gastos. Krongstad pone en un dilema a Nora, sostener la mentira tratando de convencer a su marido de que no despida a su chantajista o asumir las consecuencias de sus actos, abandonando a su familia para que no carguen con su culpa, o bien, suicidarse. Nora sufre por la incertidumbre de sentirse en manos del calumniador, no tiene el poder adquisitivo para saldar su deuda y, aunque así lo hiciera, aquel no le devolvería el pagaré.

Casa de muñecas, Tercer acto. Ibsen, 1979

Roles establecidos en Casa de muñecas

En medio de esta trama podemos observar varias cosas. El rol de Nora se va transformando, inicia como la dulce e inocente esposa, abnegada a los deseos de su esposo y dedicada a la labor del hogar. Poco a poco, al menos a mí así me lo pareció, descubrimos que no sólo tiene un secreto que ocultar a su esposo, sino que ese papel de la inocente, a veces ingenua esposa y madre, es cada vez más forzado, por momentos me resultó tan empalagoso que no podía creerlo. No por que el personaje sea inverosímil sino porque vemos como miente a diestra y siniestra, oculta información, exagera sus reacciones ante su esposo y se desentiende de sus hijos que deja al cuidado de la niñera. Esto queda en un velo de aprehensividad del personaje que por momentos se pasa por alto, pero ahí está, queda cada vez más al descubierto que Nora interpreta un papel asignado y nada más.

Otras observaciones giran entorno a Torvaldo Helmer, el amoroso esposo que colma de piropos y apodos a su esposa, “pajarito”, “alondrita”, «mi mujercita», la hace llamar. Detrás de todos esos cariñitos la llama también caprichosa, y de manera reiterada sugiere que ella no sabe cosa alguna de la vida y que sin él como su guía no podría sobrevivir; además, minimiza sus comentarios ante los invitados y restringe el dinero que le proporciona porque la juzga de despilfarradora. En el baile de navidad, se muestra orgulloso y soberbio, de mostrar a su mujer ante los invitados, como si fuera un trofeo.

Helmer. “¡Ah! ¡Amada mía! ¡Mujercita mía! ¡Nunca te abracé más fuertemente! ¡Nora, a veces quisiera verte amenazada por un peligro, para exponer mi vida, dar mi sangre, arriesgarlo todo, todo por protegerte!”

Es por esto por lo que el final es excepcional en todo sentido. Es inesperado, le da un giro total a la trama y es contundente, no da pie a nada más: Nora se va y no deja nada atrás por lo cual regresar.

Después de que su marido se entera de su gran secreto, que personalmente no me parece que sea tan grave, pero creo que eso es justo lo que lo hace tan importante, que al no ser tan grave, tanto Nora como Torvaldo hacen un gran drama al respecto; la reacción de Torvaldo sorprende a su esposa, la desprecia, la maldice y la juzga de inmoral a la cual no puede ni consagrarle la educación de sus hijos, colocándose él como la víctima, ¿Dónde quedará su imagen ahora?

“Se trata de enterrar el asunto, cueste lo que cueste. Y en nuestro hogar no debe haber cambio sensible. No se trata, claro está, más que de las apariencias… En adelante, ya no existe felicidad posible, se trata únicamente de salvar los restos, los despojos, las apariencias…”

Cuando Krongstad condona la deuda y les devuelve el pagaré, Torvaldo se siente aliviado: “Estoy salvado” es lo primero que dice. Él se ha salvado, Nora y su familia también, pero primero ha pensado en su reputación. Es entonces cuando Nora se da cuenta de que la reacción de su esposo no es lo que ella quería, no hay una pizca de solidaridad y empatía, apenas se enteró del chantaje y pensó en él y no en ella, ni siquiera pensó en ella como su pareja, mucho menos en ella como mujer o persona. Nora ha despertado del sueño, se ha dado cuenta de que vivía en una casa de muñecas en la que su esposo jugaba con ella y por eso su matrimonio parecía tan feliz.

Helmer: Eres absurda, Nora, absurda e ingrata. ¿No fuiste dichosa aquí?

Nora: No. Creí serlo, pero nunca lo fui.

Helmer: ¡Tú no has…, tú no has sido dichosa!

Nora: No. Fui alegre, nada más. Eras muy cariñoso conmigo, pero nuestra casa no fue más que salón de fiestas. Fui en tu hogar la mujer-muñeca, como antes, en el hogar de papá, fui la niña-muñeca. Y nuestros hijos fueron muñecas para mí. me parecía divertido que jugaras conmigo, como a ellos les parecía divertido que yo jugara con ellos. Así fue nuestra unión, Torvaldo.”

Esta epifanía engrandece a la protagonista abruptamente, por primera vez decide algo de manera consciente y contundente. No jugará más a ser la muñeca, sale a la búsqueda de ella como mujer y como persona.