La escritura y la vida. «Mientras escribo» de Stephen King

Sobre el autor

Stephen Edwin King (Portland, Maine, 1947) autor conocido por ser uno de los más famosos y acaudalados escritores contemporáneos. Su literatura se basa, principalmente, en ficción, ciencia ficción, suspenso, terror y misterio, aunque también tiene algunas obras sobre drama. Gran parte de su obra ha sido llevada al mundo cinematográfico, formando ya, parte de la cultura del cine como un referente imperdible, como «El resplandor» y «It».

Stephen se incursinó en la escritura desde muy pequeño, con tan solo seis años, y debido a ser enfermizo, perdió todo el año escolar y tuvo que quedarse en casa donde, gracias al aburrimiento, comenzó a copiar y transformar algunos cómics en pequeños cuentos propios. Su madre, muy impresionada, le dijo que escribiera los propios «Escribe tú, Steve» y así lo hizo. Esta actividad se volvió su pasión, plasmar en papel ideas propias y que, además, le pagaran por ello, fue alucianante. Su madre le compró su primer cuento en veinticinco centavos, más los demás ejemplares que hacía le compraran los demás familiares, se sintió más motivado que nunca. Siendo aún niños, su hermano Dave y él, comenzaron un diario local en el que daban las noticias del vecindario. Escribían, imprimían en el sótano de su casa y repartían ellos mismos. Después, escribir en los periódicos escolares se volvió parte de sus actividades extracurriculares. 

Uno de los puntos más importantes de la biografía de Stephen es el lugar que ocupa su familia, en especial su esposa:

 “ … Si ella, en algún momento, hubiera insinuado que escribir en el porche de nuestra casa de alquiler de Pond Street, o en el cuartito de lavar de la caravana de Klat Road (también de alquiler), era perder el tiempo, creo que me habría quedado sin ánimos. Tabby, sin embargo, no expresó ninguna duda. Su apoyo era constante, de lo poco bueno en que se podía confiar. Ahora, cada vez que veo una novela dedicada a la mujer (o marido) del autor, sonrío y pienso: Este sabe de qué va. Escribir es una labor solitaria y conviene tener a alguien que crea en ti.” (Pp82)

«Mientras escribo»

Este libro de ensayo trata sobre la escritura, si bien no es un manual de escritura creativa ni una serie de pasos específicos sobre cómo convertirte en escritor, sí hace un aporte tremendo a la comunidad escritora; primero, por su sinceridad y sus recomendaciones, segundo, porque todo lo que refiere es desde su experiencia personal y laboral.

En resumidas cuentas, Stephen King hace un libro sobre lo que él ha hecho para convertirse en el escritor que es actualmente, sin fórmulas mágicas, sin ser el hijo acomodado de buenos contactos editoriales y sin atajos ni trampas. 

El libro se compone de tres prólogos, un currículum vitae (su autobiografía), una reflexión sobre el escribir, la caja de herramientas (la parte técnica para ponerte a escribir). La segunda parte del libro es la más larga, es el capítulo llamado Escribir, en él desglosa punto por punto las diferentes cosas que considera que se necesitan para ser escritor. Esta parte es fascinante, te lleva de la mano con ejemplos didácticos de sus propias obras, cómo fue que las escribió, cómo se le ocurrieron. La parte final del libro se compone de una anédocta de cuando estuvo al borde de la muerte y su regreso a toda costa a la escritura, el capítulo se llama Vivir. Además, vienen dos anexos llamados Coletillas, en los cuales comparte la revisión de un texto y una lista de libros que ha leído en los últimos años. 

Algunos puntos sobre su obra

A mí parecer es un libro práctico, cómico y de buenas reflexiones y, además, de buenos consejos qué sí se pueden llevar a la práctica. 

A continuación enumeraré algunos de los consejos que más me llamaron la atención:

  • Lee mucho y escribe mucho. Sin lectura no hay escritura, al menos no una digna de ser leída, por cultura, por vocabulario, por aprender a escribir correctamente y por gusto. “ Si no tienes tiempo de leer es que tampoco tienes tiempo (ni herramientas) para escribir. Así de sencillo”.
  • Establecer horarios para escribir, hacerte de un tiempo exclusivo para ello. Como un trabajo cualquiera con hora de entrada y de salida, predisponiendo a la mente a trabajar creativamente y no depender de que llegue la inspiración, sino que la musa (muso en el caso de Stephen) te encuentre trabajando. 
  • Tener un espacio propio para escribir y cerrar la puerta: “ La puerta cerrada es una forma de decirle al mundo y a ti mismo que vas en serio.”pp 171
  • Hacerte de un agente, no puedes maniobrarlo todo, tú debes ponerte a escribir nada más.
  • La historia es lo más importante. Sin historia no hay nada, no importa la ambientación, ni los personajes, ni las buenas metáforas, ni la extensión de la obra, lo que importa siempre es respetar la historia y dejarte llevar por ella.
  • Encuentra a tu Lector ideal, esa persona en quien piensas mientras escribes, es decir, el lector que se reirá de tus chistes o se asustará en las escenas de miedo. En el caso de Stephen es su esposa, su mayor crítica y su más grande soporte. 
  • Las revisiones son importantísimas, antes de sacar el libro al mundo, se deja reposar el primer borrador algunas semanas, después se vuelve a él con ojos más objetivos, se revisa y se poda, todo lo que no sea historia se va. 

En conclusión

Me sorprendió. No había leído antes a este autor y me gustó su sinceridad y su vulnerabilidad con la que se muestra a su público. Hace resaltar sus años de docencia, ya que el libro es muy didáctico, te va llevando de la mano paso por paso, con ejemplos claros y anecdóticos de sus obras, incluso, al final, pone un ejemplo de texto original y su revisión, con tachaduras y correcciones y la explicación de porqué quitó y modificó el texto. Esto se agradece, no hay fórmulas pero el estilo de King promete.

Bibliografía:

King, S. (2023). Mientras escribo. Penguin Random House Grupo Editorial, México. 2000

https://stephenking.com

Comentario a «Cómo se hace una novela», de Unamuno

Comencé a leer a Unamuno por un viejo recuerdo de la prepatoria, por alguna razón el apellido había quedado guardado en mi memoria, me parecía llamativo, como un juego de palabras: uno en el mundo,  una y uno, no sé, me remitía algo juguetón de la infancia. La sorpresa al leerlo fue que, efectivamente, Unamuno es un juguetón, un juguetón de la filosofía y las letras.

Héteme aquí ante estas blancas páginas -blancas como el negro porvenir: ¡terrible blancura! – buscanfo retener el tiempo que pasa, fijar el huidero hoy, eternizarme o inmortalizarme en fin, bien que eternidad e inmortalidad no sean una sola y misma cosa. Héteme aquí ante estas páginas blancas, mi porvenir, tratando de derramar mi vida a fin de continuar viviendo, de darme vida, de arrancarme a la muerte de cada instante.

«Como se hace una novela» no dice cómo hacer una novela, es decir, no es una guía para escritores que deseen escribir una novela. De hecho hace una crítica a aquellos que buscan esos consejos para escribir, que buscan la teoría cuando es la práctica la que cuenta. Para escribir una novela hay que ponerse a escribirla, es más, hay que vivirla, nos dice el autor, porque al fin y al cabo somos nuestras obras, los personajes que creamos, no hay obra que no sea autobiográfica.

Porque había imaginado, hace ya unos meses, hacer una novela en la que quería poner la más íntima experiencia de mi destierro, crearme, eternizarme bajo los rasgos de desterrado y de proscrito. Y pienso que la mejor manera de hacer esa novela es contar cómo hay que hacerla. Es la novela de la novela, la creación de la creación. O  Dios de Dios, Deus de Deo.

Unamuno es prolijo y versátil en su escritura, nos regala sentido del humor, filosofía, poesía; a la vez pareciera que rompe con la cuarta pared, ya que habla directamente a su lector, lo regaña, le hace énfasis específicos sobre su obra, incluso, por momentos, pareciera que lo toma de confidente. Además, politiza sobre su situación personal y su siempre añorada España, se deja ver la tremenda nostalgia que vive al sentirse solo lejos de su patria y familia.

La novela de la novela

Primero, escribe un Unamuno escritor exiliado sobre cómo escribir una novela. Segundo, escribe a la par un Unamuno que está releyendo al primer Unamuno, dos años después, y hace comentarios al margen, lo que convierte a este escrito en una metanovela. Tercero, el personaje de la novela que está escribiendo es un alter ego de Unamuno, de hecho le pone su nombre, Jugo y utiliza su inicial U. Con este personaje analiza cómo es que hacemos nuestra novela personal, es decir, cuál es la historia que nos contamos que somos.

U. Jugo de la Raza, el personaje, es un joven que ha tenido un encuentro peculiar con una novela que advierte a su lector que al terminar de leerla éste morirá.

Cuando el lector llegue al fin de esta dolorosa historia se morirá conmigo

Jugo se lo toma como sentencia de muerte, lo toma de manera literal, y ahora vive agobiado porque si termina de leer el libro morirá, pero sino lo hace, si deja de vivir el libro, ¿seguirá viviendo?

Ante este dilema, seguir leyendo o no, Unamuno hace una reflexión sobre el tipo de lector crítico que espera que seamos al leerlo. La muerte del lector tras terminar de leer un libro es inevitable, no de manera literal como lo cree Jugo, sino de manera simbólica, si el libro no te ha cambiado, ¿de qué sirvió que lo leyeras? Hay una muerte simbólica del lector que eras al que eres ahora, hay una transformación, es una de las maravillas que brinda el arte.

El vicio de la lectura lleva el castigo de muerte continua.

Esta parte me parece uno de los puntos más importantes de la obra, la forma en cómo nos afectamos con la lectura, de cualquier tipo y género, el punto es leer y vivir la lectura, sentirla más que analizarla con ojo teórico. Unamuno confronta a su lector invitándolo a pensar cómo ha cambiado con la lectura, haciendo la lectura activa no pasiva.

¿Qué voy a hacer de mi Jugo de la Raza? Como esto que escribo, lector, es una novela verdadera, un poema verdadero, una creación, y consiste en decirte cómo se hace y no cómo se cuenta una novela, una vida histórica, no tengo porque satisfacer tu interés folletinesco y frívolo. Todo lector que leyendo una novela se preocupa de saber cómo acabarán los personajes de ella sin preocuparse de saber cómo acabará él, no merece que se satisfaga su curiosidad.

La novela de cada día

Ahora, he aquí la parte medular de Cómo se hace una novela: la novela personal. Unamuno reflexiona sobre la novela personal que nos construimos cada día ¿Qué historia te cuentas que vives? Un ejemplo claro es su personaje Jugo quien decide tomarse de manera literal la sentencia del libro que está leyendo y comienza a construir su drama a partir de algo que se le ocurrió a un escritor, como si hubiese sido escrito especialmente para él. Pero no es así, Jugo escribe su propio drama, le da sentido a su vida tomando por sentencia mortal una línea de una novela.

Cómo se hace una novela habla de cómo hacemos nuestra novela. El mismo Unamuno hace un recorrido sobre su propia historia para darse cuenta cómo es que llegó a donde está ahora, un exiliado político con una irremediable añoranza por su bella patria. La soledad de los años de exilio lo han llevado a escribir lo que escribe ahora,  incluyendo a su Jugo de la Raza que le sirve como pretexto para filosofar sobre la vida y la muerte, la eternidad y la inmortalidad.

Cuando mi pobre Jugo, errando por los bordes -no se le pueden llamar riberas- del Sena, dio con el libro agorero y se puso a devorarlo y se ensimismó en él, convirtióse en un puro contemplador, en un mero lector, lo que es algo absurdo e inhumano; padecía la novela, pero no la hacía. Y yo quiero contarte, lector, cómo se hace una novela, cómo haces y has de hacer tú mismo tu propia novela. El hombre de dentro, el intra hombre cuando se hace lector, contemplador, si es viviente, ha de hacerse, lector, contemplador del personaje a quien va, a la vez que leyendo, haciendo, creando; contemplador de su propia obra. El hombre de dentro, el intra hombre -y éste es más divino que el trashombre o sobrehombre nietzcheniano- cuando se hace lector hácese por lo mismo autor, o sea actor; cuando lee una novela se hace novelista; cuando lee historia, historiador. Y todo lector que sea hombre de dentro humano, es, lector, autor de lo que lee y está leyendo. Esto que ahora lees aquí, lector, te lo estás diciendo tú a ti mismo y es tan tuyo como mío. Y si no es así es que ni lo lees.

Pero también trata de cómo es que hacemos la novela que leemos, somos autores de la obra al leerla y hacerla propia, porque no podemos hacer una lectura sino es con los ojos con los que vemos y vivimos el mundo. Es entonces que leemos con lo que somos y tomamos de los libros lo que queremos y podemos, como Jugo lo hace.

La parte de remebranza política y religiosa, tal vez sea la menos llamativa de esta obra, al menos así lo fue para mí, lo cautivante es su parte reflexiva, el título engañoso porque no te enseña a hacer una novela, y los comentarios posteriores a la escritura del texto que lo complementan y dan una peculiar lectura porque escuchas a dos Unamunos distintos en un mismo texto.

Novela histórica, una perspectiva alterna a la Historia

La historia como disciplina es más cercana a la literatura de lo que se ha querido aceptar. Esto no sólo porque no podemos echar una mirada al pasado y capturar aquella realidad al cien por ciento tal cual sucedió, sino porque al escribirla, es decir, al ordenarla y transmitirla, hay una inevitable interpretación de los historiadores, lo cual es completamente normal, ya que su realidad se impone y brinda una mirada diferente a cuando sucedieron los hechos relatados.

Por más que queramos traer al presente aquellos hechos, estos sólo vuelven de tal manera que nos haga sentido en el presente. Hay una gran necesidad de que saber lo que pasó allá y entonces, porque eso da sentido a lo que sucede aquí y ahora, he ahí una parte importantísima de la historia: dar cuenta del pasado para dar sentido al presente.

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Tal vez quisiéramos que las cosas fueran diferentes y que la historiografía fuera una ciencia exacta y así tener más respuestas que preguntas de nuestro pasado, pero esto no es así, mientras más se investiga más incógnitas surgen, esto hace a la historia una disciplina subjetiva, aunque cuál ciencia no lo es en realidad si todas dependen de la mano humana interpretándola, ¿cierto? En fin, este es un debate para otro momento, el punto es remarcar que la literatura hace una función determinante en la forma en cómo interiorizamos la historia de la humanidad.

Novela Histórica

En lo que respecta a la novela histórica, la interpretación de la realidad pasada es evidente e intencional. La novela histórica es un híbrido entre historia (documentación de un hecho del pasado) y ficción (mundo creado por el autor). Es una configuración narrativa de la historia, en que el autor toma una parte de ésta, un episodio específico o una serie de ellos, en una época determinada, para elaborar una trama con personajes tanto ficticios como reales. El escenario donde se desarrolla, el lugar, las costumbres propias de la época, ciertos modismos, etc., suelen ser una referencia real, ya que esto brinda contexto y verosimilitud a la narración.

Se sugiere que haya una distancia temporal entre el acontecimiento (histórico) y su narración (lo narrado en la obra), ya que este tipo de novelas requieren una mirada hacia el pasado, hay autores que sugieren que sea al menos una generación de distancia. Pero esto es debatible, ya que también hay novelas tipo diario o autobiográficas que relatan los hechos vividos por el autor publicados con apenas unos años de distancia.

Sus personajes son evocaciones de personajes históricos, el autor puede ajustarse a lo documentado o darles un tinte ficticio. A diferencia del historiador, el novelista puede darse la licencia de dar los nombres, funciones y rasgos que mejor se ajusten a los personajes que está creando, siempre y cuando respondan al entorno y el ambiente que la novela está representando. En esta medida es que los personajes son históricos y ficticios al mismo tiempo.  El autor suele ofrecer un cuadro histórico general y pequeñas notas históricas para mejorar su ambientación.

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La novela histórica es una narración estéticamente ordenada, como cualquier otra novela, y responde a lo que el autor quiere presentar a su público, es por ello por lo que se da las licencias necesarias de acuerdo a lo que la obra requiera, no a lo documentado históricamente, lo importante es ser fiel a la trama, no a la historia historiográfica. Esto sucede especialmente en la novela histórica de finales del siglo XIX, cuando los autores comenzaron a darse más permisos en la estructura de sus novelas, así como a modificaciones de los personajes reales, incluso a parodiarlos, ya que el objetivo era brindar una perspectiva diferente, una perspectiva que diera cabida a otras posibilidades de lo ya conocido, nuevas respuestas o nuevas preguntas. Esto ha brindado un campo fértil para el novelista histórico (cuentista y poeta también), ya que se dejaron de lado, o al menos disminuyó su importancia, a los personajes buenos y malos como únicos protagonistas, comenzando a ganar terreno personajes cómicos, cotidianos, historias paralelas a las ya conocidas de los héroes y villanos que también fueron partícipes del suceso histórico relatado, pero que no fueron suficientemente destacados para ser historiados. O bien, personajes principales que en la novela tienen la oportunidad de darle un giro a su historia y tener un final distinto al que tuvieron en la vida real. Algunas veces es gratificante dejar de ver sólo héroes y villanos, blanco y negro, buenos y malos, y enriquecer las historias de forma más llamativa, inclusive más parecida a nuestra realidad, la cual está repleta de matices y colores.

Algunas recomendaciones de lectura

En internet podemos encontrar cientos de ejemplos de novelas históricas, es por ello por lo que no pienso repetir el contenido que con una sencilla búsqueda en Google se puede encontrar, así que mencionaré algunas novelas que me han gustado y que pocas veces se incluyen en las listas famosas de novelas históricas:

“La sombra del caudillo” (1929) de Martín Luis Guzmán, por mucho mi favorita. Novela mexicana postrevolucionaria que denuncia los usos y abusos del poder político de los caudillos, quienes habían quedado a cargo de la silla presidencial tras la revolución (1910). El autor no sólo narra un evento histórico, que fue la lucha por la silla presidencial en los años 20 (de Obregón a Elías Calles), sino el asesinato del General Serrano. Ambos eventos quedan condensados en la sucesión de hechos dentro de la novela, ya que en realidad ocurrieron con años de diferencia; lo mismo sucede con los personajes que los representan, Obregón es representado por la figura sombría y tiránica del Caudillo; y Serrano por Ignacio Aguirre, el candidato presidencial impuesto contra su voluntad. Es una novela histórica y política, en que el autor se vale de su propia experiencia dentro de los grupos revolucionarios para dibujar a la perfección a sus personajes y la atmósfera en que se desarrollan.

Dato curioso, el autor casi es asesinado por escribir esta novela, logró escapar y se exilió en España por algunos años, donde finalmente pudo publicarla. La película que se realizó sobre esta novela fue censurada durante tres décadas.

“Las lanzas coloradas” (1921) de Arturo Uslar Pietri, ubica al lector en la Independencia Venezolana (1811), pero no toma a los héroes tradicionales que conocemos de aquella guerra, sino a personajes comunes y corrientes que se vieron atravesados por ella. La historia comienza con la rebelión de un mulato mayordomo que vivía en condiciones miserables en una hacienda, Presentación Campos. Su escape lo libera de la hacienda, pero lo lleva directo al campo de batalla que tenía atravesado a los pueblos, los cuales vivían entre la muerte constante y la supervivencia diaria. El mulato rebelde no se ajusta en absoluto al héroe tradicional, no le interesa el movimiento armado que no sea para explotar su agresividad e ira contenida. La verdadera protagonista de la novela es la guerra y su paradójico poder opresor y libertador. Los héroes independentistas apenas son mencionados en la novela, con un halo de ilusión y esperanza se menciona al Libertador Simón Bolívar.

“El nombre de la rosa” (1980) de Umberto Eco. Mucho por decir al respecto, pero lo relevante para ubicarla como una novela histórica está en la contextualización de la obra: el Medievo Siglo XIV, y, por lo tanto, el gran poder y terror de la Santa Inquisición. La novela se desarrolla en la abadía benedictina de la Italia septentrional donde ha arribado el monje Guillermo de Baskerville y su discípulo Adso de Melk, quienes asisten a una reunión de monjes para discutir irregularidades; sin embargo, una serie de muertes sin sentido aparente comienzan a suscitarse y Guillermo se encarga de seguir las pistas para resolver los crímenes. Uno de los mayores atractivos de la novela es la descripción de la biblioteca laberíntica, así como las referencias tanto explícitas como implícitas de sus personajes, entre ellos la alusión a Jorge Luis Borges como el viejo bibliotecario ciego, aunque también personajes reales como Bernardo Gui (1261-1331) quien fue un famoso inquisidor, incluso la composición del protagonista que hace referencia al monje y filósofo Guillermo de Ockham (1287-1347). Es una novela histórica y detectivesca al mismo tiempo.

Fue adaptada al cine por Jean-Jacques Annaud en 1986, protagonizada por Sean Connery como el monje Guillermo de Baskerville y colaborando con el guion, el mismo Umberto Eco.

Para concluir

La novela histórica es un subgénero de la novela que, a partir del siglo XIX (al menos de manera evidente), comenzó a ser más flexible en su estructura y contenido, incluso muchas veces toca los linderos de otros subgéneros como el detectivesco, político, indigenista, romántico.

Los rasgos importantes e imprescindibles de la novela histórica son: contexto, buena ambientación de la época y secuencia de hechos. Los personajes pueden ser reales, ficticios o una mezcla de ambos, los héroes y villanos reales pueden estar bien identificados o pueden sólo ser parte del contexto y cederles el micrófono a personajes que la historia documentada suele pasar por alto.

Las obras brevemente comentadas son una elección personal, pero en realidad hay muchísimas, tantas que en una rápida búsqueda de Google se pueden encontrar, pero a mí me interesaba señalar algunas que he leído y me han parecido magníficas. Por ejemplo, en México es imprescindible la novela corta “Los de abajo” (1916) de Mariano Azuela, que relata una pincelada de la realidad de la revolución mexicana, lo vivido por los de abajo, los que necesitan la revolución para sobrevivir a través del saqueo y un pequeño coto de poder, donde los ideales revolucionarios no alcanzan para vivir. Por el mismo camino está, aunque se apega más a a una novela de formación, “Se llevaron el cañón para Bachimba” (1941) de Rafael F. Muñoz. O bien, novelas que el centro de su atención está en las relaciones amorosas, como “Clemencia» (1969) de Ignacio Manuel Altamirano, situada en la época de la intervención francesa en México. También hay otras novelas históricas de características irreverentes como “El arpa y la sombra” (1979) de Alejo Carpentier que parodia a Cristóbal Colón y lo coloca en situaciones inusitadas, esta obra en particular pertenece a la llamada Nueva Novela Histórica.

Lo importante es leer y lo que nos mueve esa lectura, tanto en entretenimiento como en reflexión. La novela histórica suele llenar vacíos que la historia documental no ha podido llenar, y, como a la humanidad no nos gustan los casos sin resolver, por muy ficticias que sean estos parches y respuestas que la literatura nos regala, se agradecen siempre.  

Qué leer cuando no sabes qué leer

No sé si les ha pasado que, al terminar de leer un libro viene un periodo de duelo, es decir, de pronto pareciera tan difícil escoger uno nuevo. Esto sucede, en especial si se trata de un libro que ha marcado algo importante en nuestras vidas, con el cual tuvimos algún descubrimiento personal, o bien, que hayamos quedado prendados(as) de algún personaje, incluso de alguna ideología. Me ha pasado varias veces, y cada vez, sin excepción, después de unos días que dejo descansar el tema, me cuesta tanto trabajo elegir un nuevo autor o un nuevo libro. Nada me complace, nada me llena, siento que no estoy lista para comprometerme de nuevo en esa aventura literaria que me aguarda. Sé que suena un poco exagerado, incluso absurdo, pero es como si terminaras una relación de pareja y fuera muy pronto para tener nuevas citas. Sin embargo, si te encanta leer como a mí, sabes que no estoy exagerando y que ese periodo de duelo existe, y que, si no tienes suficiente paciencia como yo, puede ser terriblemente desesperante.

Otras veces sucede que simplemente no sabemos por donde iniciarnos como lectores(as), seguimos recomendaciones de amistades, profesores o personas que admiramos; algunas veces funciona ese camino, mientras que otras resulta contraproducente, ya que se vuelve difícil separar el texto leído de la persona que te lo recomendó, en especial si no te ha gustado para nada la obra.

Es por ello por lo que decidí escribir este post, para cuando quieres retomar tu ritmo en la lectura o cuando quieras una introducción más suave al mundo literario, he aquí algunos trucos que me han funcionado:

Volver a los Clásicos

Leer a los clásicos es tal vez la salida más obvia y fácil, pero no por ello menos efectiva, por algo es recomendada y la primera en la lista. Los clásicos siguen teniendo su lugar por una buena razón: no fallan. Leer a Platón, a Homero, a Eurípides o a Sófocles es una vuelta a las ideas occidentales fundantes tanto de la ideología humana como de las grandes tragedias y dramas que seguimos replicando en la actualidad. El mundo oriental también tiene textos maravillosos, sobre todo en lo que respecta a filosofía y mitología, sin embargo, no han sido tan difundidos en el mundo occidental, pero nunca está demás indagar, en especial ahora con las facilidades cibernéticas.

Ahora bien, no sólo los clásicos griegos son un buen ejemplo al respecto, hay clásicos imperdibles del Siglo de Oro español: Pedro Calderón de la Barca, Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo. Y otros más contemporáneos como Shakespeare, incluso la misma Sor Juana.

Otro buen ejemplo de clásicos los encontramos en El Romanticismo es una corriente literaria (cultural y de estilo de vida) que, no sólo aportó muchísimo a la literatura en todo el mundo, sino que nos sigue atrapando irremediablemente, en especial porque hay ideales del romanticismo que siguen permeando en la actualidad. Hay una lista de autores que pueden encabezar la lista de los grandes favoritos, menciono a algunos de ellos y dejo el link de mi post sobre romanticismo.

  • Jane Austen (Sensatez y sensibilidad, Orgullo y Prejuicio)
  • Emily Bronté (Cumbres borrascosas)
  • Charlotte Bronté (Jane Eyre)
  • Johann Wolfgang von Goethe (Fausto)
  • Victor Hugo (Miserables)
  • Alexandre Dumas (Los tres mosqueteros)
  • Mary Shelley (Frankestein)
  • Varios poetas como:
  • Samuel Taylor Coleridge, William Blake, Lord Byron, Percy Shelly, Baudelaire, etc.

No olvidemos los clásicos de tu país natal, siempre es bueno conocer aquellos autores que dieron rumbo a nuestra nación, tanto por bagaje cultural como por una cuestión identitaria, al fin y al cabo, somos nuestras raíces. Si eres de México, dejo aquí algunas recomendaciones que me parecen imperdibles, algunas no son clásicas, pero recordemos que en México la literatura tuvo su mayor auge en el siglo XX:

  • La sombra del caudillo (Martín Luis Guzmán)
  • Los de abajo (Mariano Azuela),
  • Aura (Carlos Fuentes),
  • El llano en llamas (Juan Rulfo)
  • Balún Canán (Rosario Castellanos, quien en poesía también el genial)
  • Como agua para chocolate (Laura Esquivel)
  • Las muertas (Ibargüengoitia)

Demos la oportunidad a los clásicos, por algo tienen el lugar que tienen en la literatura y en nuestra cultura.

Historias cortas

Si iniciar una novela larguísima parece mucho compromiso después de salir de una relación idílica con tu anterior libro, tal vez sea buena idea comenzar con historias cortas, como cuentos o fábulas, incluso novelas cortas que las puedes leer en una tarde de ocio. También está la opción de la minificción o ficción breve, que consta de relatos, casi siempre humorísticos, de máximo dos cuartillas.

La ventaja de este tipo de literatura es que estimulan el intelecto de manera inmediata, es decir, no pasa mucho tiempo para llegar a la acción, te atrapan a la primera línea o párrafo y los finales suelen ser contundentes y no por ello menos profundos que una novela de quinientas páginas.

Recomendaciones de cuentos, sobran, de todas la épocas y culturas, es probablemente el género más utilizado y difundido, en especial las fábulas que tienen contenido enseñanzas morales. Dejo algunas opciones que me gustan mucho: La gallina degollada (Horacio Quiroga), El gato negro (Allan Poe), Los olvidados (Alejo Carpentier), Funes el memorioso (Jorge Luis Borges). Autores como Kafka, Guy de Maupassant, Mark Twain, Anton Chèjov, Roberto Bolaño, Gabriel García Márquez,

La minificción es un género que me gusta mucho, es un divertimento poco valorado pero que puede ser útil cuando no sabemos hacia qué aventura nueva dirigirnos. Dejo aquí el link de un texto que escribí al respecto: Minificción: un deleite poco reconocido

Poesía

Leer poesía es un deleite, aunque me he dado cuenta que muchas personas le rehúyen porque aseguran que es muy compleja y no la entienden. Es cierto a medias, creo que si comienzas a leer a los simbolistas o surrealistas, te puedas llevar un gran golpe en la nariz al pensar que no entendiste nada, pero si inicias tu aventura con poetas que escriben en prosa y con palabras menos rebuscadas, la aventura se convierte en un grato romance poético al poco tiempo. Por ello es por lo que recomiendo leer poesía después de un libro que nos tiene de duelo, porque la poesía te va a colocar en lugares inimaginables con unos cuantos versos, porque la cortedad del decir es abarcativa, y seguramente te dejará con ganas de seguir leyendo y cautivándote con uno y otro poeta que te ayudarán a salir del bache que ha dejado el anterior libro.

Recomiendo, por que me han ayudado mucho, a los siguientes, que además, son fáciles de leer, es decir, sus figuras retóricas no son tan rebuscadas ni indescifrables, al contrario suelen usar lenguaje llano y cotidiano:

  • Robert Frost
  • Mario Benedetti
  • Efraín huerta y sus poemínimos
  • Jaimes Sabines
  • Octavio Paz
  • Los poemas en prosa de Baudelaire, por mencionar a algunos.

Hay muchos más, pero esto son excelentes para comenzar.

Teatro

El teatro me encanta porque es pura acción, aun cuando se trata de teatro filosófico o un largo soliloquio, al ser en su mayoría diálogo es fácil y rápido de leer, no te detiene en largas descripciones, que por muy bellas que puedan ser, ralentizan el texto. El teatro es acción, es fácil entrar en personaje y empatizar con sus reacciones.

Aunque no he leído mucho teatro, tengo en mente unas cuantas que seguro te gustarán mucho, bien sea por su dramatismo como por su humor:

  • Medea, de Eurípides, una clásica tragedia griega que resulta tremendamente actual.
  • Casa de muñecas de Ibsen, inesperadamente actual y feminista aún cuando se escribió a mediados del siglo XIX.
  • El eterno femenino, Rosario Castellanos, divertida, irónica, sarcástica, reflexiva como la buena Castellanos suele deleitar.
  • La cantante calva, Eugene Ionesco, irreverente y divertida, a la vez crítica, aunque, sino te gusta el absurdismo puede que te lleves una gran decepción.

Temas que te atrapan recurrentemente

Es un cliché que sin duda funciona. Pregúntate, ¿cuáles son los temas sobre los que más leo? Puede ser sobre amor romántico, tragedia, filosofía, religión, muerte, o el tema que sea. Lo cierto es que tenemos nuestros temas favoritos y a los que volvemos irremediablemente. En mi caso me atraen temas sobre literatura, es decir, donde a los protagonistas les guste escribir o sea su sueño frustrado o se encuentren sobre ese camino, por ello vuelvo de manera reiterada a Roberto Bolaño. También me gusta el sarcasmo y la ironía, es por ello que mi poeta favorita es Rosario Castellanos y tengo al menos diez años que vuelvo a ella de manera reiterada, casi podría decir que cada que termino un libro vuelvo a ella, es mi lugar seguro.

Sea cual sea tu tema, aún cuando creas que lo has superado o que te desgastas en volver a lo mismo, siempre puedes regresar y deleitarte; después de todo no es un ex novio al que no puedes dejar, no crearás unas relación tóxica, esa es la maravilla de la literatura, nunca será suficiente y tus autores siempre te estarán esperando. Además, en cada vuelta a esos textos descubrirás cosas nuevas.

Literatura gráfica

Esto lo aprendí de mi esposo, cada que se atora con un tema siempre vuelve a Charlie Brown, al preguntarle el motivo, me dijo que es porque es un material más digerible. Creo que tiene razón, a veces de tanto que pensamos y pensamos, más no atascamos en el bache, cuando lo que nos hace falta es un receso, un tiempo fuera para dar un respiro y luego volver con ojos descansados sobre aquello que se nos complica tanto.

La literatura gráfica ayuda en esto, es un tipo de literatura que suele ser minimizada o desvalorizada porque la imagen domina sobre el texto, pero ¿quién dijo que la imagen no es texto también? Es decir, hacemos una lectura de las imágenes, les damos contexto y sentido al igual que a las palabras escritas. Aunque sin duda, como ya lo mencioné, la imagen hace que sea de más fácil acceso, lo cual está bien, no todo el tiempo estamos para textos kafkianos o camusianos, a veces requerimos de otro tipo de estímulo.

Comentario final

Cada quien tiene sus formas de desatorarse o de adentrarse en los nuevos temas o con los nuevos autores, lo comentado anteriormente son meras recomendaciones sobre lo que a mí me ha funcionado, no es ninguna fórmula a seguir.

Minificción: un deleite poco reconocido

La minificción llegó a mi vida de manera azarosa. Alguna vez, recordando las fábulas que leí en la secundaria, me di a la búsqueda de las escritas y muy conocidas de Esopo y de Horacio Quiroga. Parte de la magia del ciberespacio es que te lleva de una página a otra y a otra, y de pronto, me encontré leyendo a Augusto Monterroso. La maravilla de este autor, entre otras cosas, es que sus fábulas no son lo que se espera de una tradicional fábula infantil, ya que tiende al uso de la ironía más que a lo moralizante. Casi todo aquél que ha oído hablar a Monterroso sabe que “El dinosaurio” es su texto más conocido, más por su brevedad que por su contenido, ya que es anunciado como el cuento más corto del mundo. Pero hay que leer otras genialidades del autor para hacerle justicia a su obra.

Así conocí la minificción, por Monterroso. Pero en ese entonces, yo no sabía que ese era el nombre que recibía este género literario, es más, yo seguía con la idea de que se trataba de una fábula y ya. Y es que ha habido tanto debate al respecto, sobre lo que es y no es la minificción, si son fragmentos de otros textos, si son relatos cortos, si son minicuentos o un divertido «accidente» literario. Y es que pareciera que todo cabe en este género mínimo, justamente porque desdibuja los bordes del género literario, lo mismo cabe el cuento paródico que las confesiones hechas cuento, sin saber si lo que se está leyendo es un poema en prosa o un microrelato. Pero si hay algo que caracteriza a este género es su brevedad, no hay lugar para las divagaciones, ni el chisme, ni descripciones prolijas, no, la cortedad del decir, como en la poesía, es lo que brinda la efectividad al texto.

A continuación, enumero algunas de las características que considero más sobresalientes de este género acompañado de un mini ejemplo literario:

BREVEDAD

Indispensable, de ahí viene su nombre como minificción, relato breve, minicuento o cuento mínimo, microficción, etc. Pueden ser unas cuantas palabras, como en el caso de “El dinosaurio” de Monterroso, o bien, una o dos cuartillas cuando mucho. Su efectividad y encanto están en que unas cuantas líneas te pueden presentar toda una historia a partir de un fragmento nada más, el resto es dejado a la imaginación e interpretación del lector, el cual, tiene una participación activa en todo momento en este tipo de textos.

Ella parpadea

Ataque en la cocina de una fiesta:

Él: Estoy divorciado, soy abogado y político, me gustaría volver a verte, ¿vives sola? Dame tu teléfono. Ésta es mi tarjeta, te llamo.

Ella parpadea, ni siquiera lo había visto, sólo había ido a servirse un vaso de agua.

Ethel Krauze.

INTERTEXTUALIDAD. Alusión y parodia

Parodiar otros textos, es decir, reescribir ciertas historias, por lo general historias muy conocidas, para darles un giro inesperado o burlarse de sus personajes o compararlos con la vida moderna, o bien, para reflexionar de una manera distinta esa historia, es uno de los recursos más utilizados en la minificción. Esto debido a que el lector sabe la referencia de la primera historia y le permite disfrutar de su distorsión en la segunda. En otras ocasiones, más que parodia se hace una mera alusión en el texto con una clara interconexión entre un texto y el otro. El lector es esencial en estos casos, ya que el texto depende de si éste conoce la obra aludida o parodiada.

De la serie El libro enmascarado, de Umberto Eco, en su libro Segundo diario mínimo. Un juego que consiste en resumir en pocas palabras la historia de la trama principal de un texto famoso, pero velando su identificación, incluso se puede hacer suponer el lector que se trata de otra historia, por lo que el título debe ser engañoso.

8. Salió a comprar cigarrillos

Inteligente, curioso, prudente, buena posición social, tenía una familia ejemplar. Pero no sabía resistir a las tentaciones, cautivado por mujeres, viajes, caballos. Y venga demorarse en compañía de amigos que portan como puercos. Uno que llega tan lejos como él, merecería que a la vuelta no le esperara ni siquiera un perro. En cambio, ahí está incluso su mujer, esperándole, ensimismada en sus labores y eso que no le habrían faltado ocasiones.

(Respuesta: La odisea) Umberto Eco

 Ahora, parodiando a La odisea también, un cuento corto de Monterroso:

Augusto Monterroso, Ilustración Esteban París.

La tela de Penélope o quién engaña a quién

Hace muchos años vivía en Grecia un hombre llamado Ulises (quién a pesar de ser muy sabio era muy astuto), casado con Penélope, mujer bella y singularmente dotada cuyo único defecto era su desmedida afición a tejer, costumbre gracias a la cual pudo pasar sola largas temporadas.

Dice la leyenda que en cada ocasión en que Ulises con su astucia observaba que a pesar de sus prohibiciones ella se disponía una vez más a iniciar uno de sus interminables tejidos, se le podía ver por las noches preparando a hurtadillas sus botas y una buena barca, hasta que decirle nada seiba a recorrer el mundo y a buscarse a sí mismo.

De esta manera ella conseguía mantenerlo alejado mientras coqueteaba con sus pretendientes, haciéndoles creer que tejía mientras Ulises viajaba y no que Ulises viajaba mientras ella tejía, como pudo haber imaginado Homero, que como se sabe, a veces dormía y no se daba cuenta de nada.

Augusto Monterroso

SENTIDO DEL HUMOR

Otro componente importante: el sentido del humor. La mayoría de las creaciones mínimas tienen este ingrediente, ya sea en su versión irónica, sarcástica o juguetona, como con los juegos de palabras. Incluso, el chiste es considerado en este género de minificción por algunos autores (y desdeñado por otros), por su sentido alusivo, paródico y sintético, así como las adivinanzas, las parábolas (que educan y moralizan) y las fábulas. Pero, sin duda, aunque haya todo un debate sobre lo que entra en esta categoría o no, sabemos que el sentido del humor ayuda a digerir mejor ciertos temas «delicados» y a que las historias queden grabadas en nuestras memorias de una manera más asequible. Ojo, no es un elemento indispensable aunque sí muy concurrido por los autores.

Luis Brito García

La naparoia

Los pacientes atacados de naparoia sienten la extraña sensación de que nadie los persigue, ni está tratando de hacerles daño. Esta situación se grava a medida que creen percibir que nadie habla de ellos a sus espaldas, ni tiene intenciones ocultas. El paciente de Naparoia finalmente advierte que nadie se ocupa de él en lo más mínimo, momento en el cual no se vuelve a saber más nunca del paciente, porque ni siquiera puede lograr que su siquiatra le preste atención.

Luis Brito García. Nuevas formas de locura.

ELIPSIS Y SÍNTESIS

Si ya hablamos de la necesidad de la brevedad, la elipsis es, sin discusión, la principal figura retórica para este género. Su función es suprimir elementos que quedan sobreentendidos en una oración o párrafo, principalmente los verbos, para que lo que queremos expresar tenga mayor fluidez y energía. Esto se logra con el uso pertinente y estratégico de signos de puntuación. Es más comúnmente utilizado en la poesía, pero en el caso de la prosa y narrativa ayuda a sintetizar la esencia de una idea o una descripción, lo que la hace más contundente.

El engaño

La conoció en un bar y en el hotel le arrancó la blusa provocativa, la falda entallada, los zapatos de tacón alto, las medias de seda, los ligueros, las pulseras y los collares, el corsé, el maquillaje, y al quitarle los lentes negros se quedó completamente solo.

Marcial Fernández

JUEGO DE PALABRAS

Es uno de los recursos que pareciera que más disfrutan algunos autores de este género, bien por divertimento o por arrogancia intelectual, muchos autores tienden al juego de palabras que puede resultar sumamente entretenido para el lector curioso y paciente o muy tedioso de descifrar si no es tu estilo.

Subraye las palabras adecuadas

Una mañana tarde noche el niño joven anciano que estaba moribundo enamorado prófugo confundido sintió las primeras punzadas notas detonaciones reminiscencias sacudidas precursoras seguidoras creadoras multiplicadoras transformadoras extinguidoras de la helada la vacación la transfiguración la acción la inundación la cosecha. Pensó recordó imaginó inventó miró oyó talló cardó concluyó corrigió anudó pulió desnudó volteó rajó barnizó fundió la piedra la esclusa la falleba la red la antena la espita la mirilla la artesa la jarra la podadora la aguja la aceitera la máscara la lezna la ampolla la ganzúa la reja y con ellas atacó erigió consagró bautizó pulverizó unificó roció aplastó creó dispersó cimbró lustró repartió lijó el reloj el banco el submarino el arco el patíbulo el cinturón el yunque el velamen el remo el yelmo el torno el roble el caracol el gato el fusil el tiempo el naipe el torno el vino el bote el pulpo el labio el peplo el yunque, para luego antes ahora después nunca siempre a veces con el pie codo dedo cribarlos fecundarlos omitirlos encresparlos podarlos en el bosque río arenal ventisquero volcán dédalo sifón cueva coral luna mundo viaje día trompo jaula vuelta pez ojo malla turno flecha clavo seno brillo tumba ceja manto flor ruta aliento raya, y así se volvió tierra.

Luis Brito Gracía

MISCELÁNEA

Mi parte favorita, donde todo cabe y nadie queda fuera. Poesía, chistes, cuentos breves, relatos cortos, anecdotarios, ensayos cortos o de opinión ¡Hasta epitafios! como lo menciona Óscar de la Borbolla en su introducción a “Relatos vertiginosos. Antología de cuentos mínimos”. Aquí todo cabe, como los siguientes dos: un poemínimo de Efraín Huerta y un microrrelato de Ana María Shua.

Obligatoriamente

Muy cierto

Caliente amardiente

Tu ombligo

Es todos

Los ombligos

Del mundo

Te adoro

Pues

Ombligatoriamente

Efraín Huerta

Sueño #69 Despiértese

Despiértse, que es tarde, me grita desde la puerta un hombre extraño. Despiértese usted, que buena falta le hace, le contesto yo. Pero el muy obstinado me sigue soñando.

Ana María Shua. La sueñera.

CONCLUSIÓN

En varios de los ejemplos antes citados, se pueden apreciar más de alguna de las características aquí expuestas de manera simultánea, lo cual los hace aún más ricos de lo que se esperaría que fueran estos textos tan cortos. He ahí su magia y su encanto, la cortedad del decir dice mucho más de lo que esperamos que diga, el uso de figuras retóricas como la metáfora, la alegoría, la elipsis, la ironía y la síntesis sirven para destacar las virtudes del escritor y su escritura. Suelen ser pedazos literarios exquisitos y muy divertidos. Personalmente, los disfruto mucho, en especial cuando no sé qué leer después de terminar una larga novela y queda ese vacío que no me permite comenzar una nueva, es ahí cuando el microrrelato, la minificción, un poemínimo te salva, te llena con sus poquitas palabras tan completas.

Referencias bibliográficas

Los textos aquí recuperados provienen de tres fuentes:

  • Varios. Relatos vertiginosos. Antología de cuentos mínimos. Selección y prólogo de Lauro Zavala. Alfaguara. México, D.F.: 2008
  • Eco. Umberto. Segundo diario mínimo. Editorial Lumen. Barcelona, España: 2000.
  • Huerta, Efraín. Poesía completa. Letras mexicanas, Fondo de Cultura Económica. México, D.F.: 1992

Para información más detallada sugiero el artículo de Violeta Rojo:

El terror: atracción por lo desconocido e impredecible

Una de las preguntas más recurrentes en el mes de octubre es: ¿por qué nos gusta que nos asusten? O bien, ¿por qué nos gusta el género de terror? Es común preguntarnos esto en vísperas de la llamada «noche de brujas» o Halloween, que si bien se trata de una costumbre anglosajona, se ha extendido al mundo de habla hispana debido a su gran marketing y atracción publicitaria, especialmente en niños y adolescentes.

Los disfraces, las golosinas, las fiestas suena divertido hasta cierto punto, pero lo cierto es que, esta atracción por el terror y lo sobrenatural va más allá de una noche de disfraces. ¿Es cierto que nos gusta que nos asusten? Los disfraces, las golosinas, las fiestas suena divertido hasta cierto punto, pero lo cierto es que, esta atracción por el terror y lo sobrenatural va más allá de una noche de disfraces. ¿Es cierto que nos gusta que nos asusten?

El horror sobrenatural en la literatura: Lovecraft

H. P. Lovecraft (1890-1937), escritor estadounidense, considerado como un gran innovador del cuento de terror y uno de los autores más influyentes del siglo XX en el género de la literatura fantástica, en su obra: El horror sobrenatural en la literatura (1927).

El miedo es una de las emociones más antiguas y poderosas de la humanidad, y el miedo más antiguo y poderoso es el temor a lo desconocido. (Lovecraft, 1999)

Bajo esta aseveración, Lovecraft indaga sobre el origen de la literatura de terror a partir de lo primitivo del miedo en el humano y su manifestación en el folklore popular. De acuerdo con este autor, ante fenómenos incomprensibles, el ser humano tiende a hacer interpretaciones maravillosas o fantásticas que den sentido a aquello que se les está presentando como incomprensible. Esos fenómenos incomprensibles giran en torno a lo desconocido y lo impredecible.

Ante dichos fenómenos, nuestros antecesores, pensemos en los primeros seres humanos que conformaron las primeras civilizaciones, construyeron una fuente ominosa y omnipotente de orden espiritual para dar salida al sentimiento que los aterrorizaba frente a lo sobrenatural. La especie humana funda la religiosidad y la superstición como una forma de dar respuestas a aquello que parece que no lo tiene, aquello que parece pertenecer a lo extraterrenal y sobre lo cual los humanos no tienen poder.

Con el paso del tiempo y el avance del conocimiento y la ciencia, lo desconocido se ha reducido considerablemente, aunque no ha desaparecido. Lovecraft asegura que:

Las angustias y el peligro de muerte se graban con mayor fuerza en nuestros recuerdos que los momentos placenteros

Razón por la cual, lo tenebroso y lo maléfico del misterio cósmico (sobrenatural o fuera de nuestro alcance de entendimiento) surte un efecto de fascinación poderosa en la humanidad, mayor a la que surge frente a aspectos buenos y benéficos.

Pese al paso del tiempo y el uso de la razón para dar explicaciones lógicas a lo desconocido, sigue existiendo un halo de misterio que envuelve al cosmos, así como residuos de lo tenebroso que encierran los elementos y procesos que antaño eran completamente incomprensibles. Estos sentimientos, la angustia y el peligro de muerte, alimentan al folklore popular.

Literatura de terror y el folcklore popular

Ante el temor, surge una irresistible atracción por lo maravilloso, si bien se siente miedo, no se repele ese miedo, sino que, al resultar atractivo se impulsa la imaginativa, y uno de sus más grandes representaciones es: la literatura de terror.

El terror es tan antiguo como el pensamiento y el habla, por ello el horror cósmico se encuentra en el antiguo folklore de todas las razas y los tiempos; está presente en las baladas, crónicas y escrituras sagradas. Así como en los rituales mágicos, con sus invocaciones de demonios y espectros. He aquí algunos ejemplos que nos proporciona Lovecraft:

  • El Libro de Enoch, excluído de las biblia tradicional que conocemos, que relata, entre otras historias, la de los ángeles caídos
  • La Clavícula de Salomón (o Lemegeton Clavicula Salomonis) del siglo XVII considerado como uno de los libros de demonología más populares.
  • En la Edad Media (tanto en Oriente como en Occidente), se buscó preservar y ampliar el sombrío legado del folklore, la magia y los textos cabalísticos. Las brujas, los hombres-lobos, los vampiros y otras criaturas, formaban parte de las leyendas contadas por los ancianos, pero también los retomaban los poetas de la época.
  • Gran parte de la base del folklore occidental provenía de las leyendas sobre los más antiguos y terribles cultos que practicaban ritos de fecundidad. Este culto secreto mejor reconocido como los aquelarres de brujas, se suscitaban en los bosques durante la noche en Walpurgis y en la noche de Todos los Santos que coinciden con las temporadas para la reproducción de las cabras y las ovejas. Este culto secreto ha sido una fuente determinante para las leyendas mágicas, desatando a su vez, la persecución de las hechiceras (como el caso de las supuestas brujas de Salem, en EUA).
  • Existe también la teología invertida, adoradores de Satanás, que practicaban las «Misas negras».
  • Otro factor importante fue la enfermedad, por ejemplo, la peste en la Europa Medieval, que causó estragos y terror en la sociedad, que intensificaba el arraigo que se suscitaba por lo sobrenatural. Es importante señalar que, para esa época, toda la gente, sin distinción de clase social y educación cultural, creía firmemente en las manifestaciones sobrenaturales, desde doctrinas cristianas hasta la hechicería y la magia negra.
  • En las zonas nórdicas, Las Eddas y las Sagas (poesía y prosa de la mitología nórdica islandesa y literatura medieval escandinava, respectivamente), narraciones sobre héroes, históricos o mitológicos, donde predomina la magia y criaturas monstruosas y fantásticas, eran un referente claro de la cultura popular.

El miedo: emoción primitiva

Los temas y los personajes de las leyendas y mitos de terror han perdurado en la literatura fantástica hasta nuestros días, adaptados a la época moderna según se le requiera.

Los sentimientos que conforman a la literatura de terror son tan viejos como la humanidad misma; sin embargo, es hasta el siglo XVIII, con los inicios del romanticismo, que este género literario alcanza su mayor fuerza. El instinto de lo maravilloso resurgió con la novela gótica, repleta de horror y fantasía.

El aquelarre 1798, Francisco de Goya.

Lo esencial en la literatura de terror es la atmósfera, la cual se constituye por generar la ansiedad e inexplicable temor ante lo desconocido y el posible más allá; así como a la suposición de fuerzas desconocidas. La atmósfera es siempre el elemento más importante, por ejemplo, que la historia se desarrolle en la oscuridad de la media noche en medio del bosque nebuloso y se escuche el crujir de los árboles. Un ambiente así es propicio para dar rienda a la imaginación (o la paranoia) de ser víctimas de persecución o de la aparición de algún tipo de extraña criatura. En cine, la musicalización es de suma importancia para completar una atmósfera terrorífica.  

En conclusión

El cuento fantástico de terror debe ir detrás de esa primitiva emoción que surge frente a lo desconocido y/o impredecible: el miedo. Lo hace a partir de sugerir la existencia de lo sobrenatural y la inquietud de entrar en contacto con ello. Este género literario tiene por base que, como ya se dijo, el miedo es algo profundamente humano; lo es también, lo atractivo que resulta saber más sobre aquello que nos lo genera, de tal manera que, a lo largo del tiempo se ha hecho una vasta cultura de lo terrorífico como parte fundamental su sabiduría popular.

Lovecraft, H.P. (1999). El horror sobrenatural en la literatura (1927).

Comentario a «Historias de Mujeres» de Rosa Montero

Rosa Montero (1951) es una escritora y periodista madrileña, multipremiada por su género novelístico, periodista reconocida, en especial por su columna de opinión El País. Es una escritora afable y graciosa, con ligereza en sus palabras y la forma en que nos acerca al tema que nos presenta. Si hay algo que me ha capturado de la autora es que se muestra, da su opinión, se da el permiso de hacer alguna broma, nos cuenta algún recuerdo de infancia o juventud. Rosa te toma de la mano y te lleva con ella en la aventura literaria.

Comentario a Historia de Mujeres de Rosa Montero

Dentro de la galería de sus escritos de índole periodística está Historias de Mujeres. Es un compendio de mini ensayos sobre mujeres de distintas épocas, de situaciones familiares y socio económicas distintas. Mujeres que la autora escogió por mero gusto o porque de alguna manera la escogieron a ella, mujeres que alguna vez la atraparon con sus historias y sus legados.

El libro cuenta con 15 mini biografías, entre las más conocidas están: Simone de Beauvoir, Frida Kahlo, George Sand, Camile Claudel y las hermanas Bronté. No obstante, parte del encanto de este libro es que rescata del anonimato a otras mujeres que su particular situación social, familiar, o bien, de carácter, pasaron a la historia como la madre de o la esposa de, anulando su contribución particular. Tal es el caso de Mary Wollstonecraft, mejor (o peor) conocida como la madre de Mary Shelly, la autora de la novela Frankenstein. Pero pocas personas saben que fue una de las primeras mujeres con labor feminista en Inglaterra, maravillosa escritora liberal y ejemplo de temple para las mujeres de su época.

La autora hace una breve reseña sobre La Historia de las Mujeres (ya que siempre se ha dicho la Historia del Hombre), la historia no contada pero existente del género femenino como la mitad de la especie que domina este mundo pero que ha pasado como: personas de segunda, personas que han sufrido tantas injusticias, relegadas a labores y roles domésticos; las mujeres como símbolo de desgracias, hacedoras de la humanidad, brujas, putas, monjas. Pero también mujeres soberanas, extraordinarias, apasionadas, militantes. Muchas de ellas escalofriantes, vengativas y extravagantes. Rosa dice que

siempre ha habido mujeres capaces de sobreponerse a las más penosas circunstancias; mujeres creadoras, aventureras, políticas, científicas que han tenido la habilidad y el coraje de escaparse, quién sabe cómo, de destinos tan estrechos como una tumba.

Historias de mujeres, Rosa Montero

Mujer-es magníficas como George Sand que encontró la plenitud haciéndose a ella misma, construyendo el mundo a su medida, nombrándose en masculino para hacerse un lugar en el mundo de la literatura. Lugar que logró de manera exitosa, caso curioso porque, pasado el tiempo, la sociedad que temía que la rechazara por escribir siendo mujer, la aceptó así, vestida y nombrada como hombre pero sabiéndola mujer. La gran George Sand: fuerte, grande, voluptuosa, independiente.

Sin embargo, hay otras mujeres, extraordinarias también, que han legado su nombre en vidas trágicas. Tal es el caso de Aurora y Hidergarth Rodríguez. Madre e hija en una relación simbiótica, una foliè deux que devino en muerte. Y es que Aurora fue una madre tan dedicada a su hija que olvidó (o forcluyó) que el deseo de una no es el de la otra. Tuvo a su hija con el fiel cometido de crear una especie humana mejor, que ella (todopoderosa) moldearía de acuerdo a su juicio. Fue así como Hidegarth, mujer prodigio de 18 años, teniendo un futuro prometedor en el periodismo, le anuncia a su madre que se irá de casa para alcanzar su sueño. Sueño que terminó con tres balas en el pecho y uno en la cabeza. Aurora prefería verla muerta que perder todos los ideales depositados en ella. Aurora dijo en su juicio:

Es mucho más penoso matar a una hija que parirla; de parir son capaces todas las mujeres, de matar a sus hijos, no.

Así de aterradora y escalofriante fue esta mujer.

Mujeres como Laura Ridding, la convocante y manipuladora Ridding, una verdadera bruja malvada, dice Montero. La mujer se creía una diosa que salvaría a quienes se hicieran sus adeptos. Logró seducir al poeta Robert Graves y a su esposa, practicando la poligamia, lo que hizo crecer su delirio de grandeza y manipulación. Lo mismo hizo con otras celebridades de la época, tuvo fieles seguidores que creían que ella acabaría con la Segunda Guerra Mundial. Su delirio de real salvadora del mundo era tal, que pasó su vida haciendo un diccionario de nuevas palabras para renombrar el mundo, un mundo nuevo que crearía con el fin de la guerra. Mujeres locas y mujeres líderes.

Algo interesantísimo, un fenómeno que aseguro les sucederá al leer el libro es que habrá una historia (al menos una) que les hará vivirse en ese personaje, les enternecerá, les admirará en su grandeza o en su desgracia. Como se dice en psicoanálisis, las historias están cargadas de significantes que se heredan, se repiten, adquieren un sentido y una dirección. Y aunque estas mujeres hayan vivido allá y en aquél entonces, algo de esa vida te tocará el corazón, el ímpetu, tal vez las ganas de seguir tus sueños o de llorar tus infortunios. Pero te tocará, y es que así sean las mas grandes mujeres o las más malvadas, algo de aquello que ellas fueron, seguimos siendo:

todas ellas tienen en común una traición, una huida, una conquista: traicionaron las expectativas que la sociedad depositaba en ellas, huyeron de sus limitados destinos femeninos, conquistaron la libertad personal.   

Y es que este libro no se trata de engrandecer a las mujeres, ni de contar historias para concientizar mentes distraídas, ni de mostrar las proezas sobrehumanas que como género femenino hemos tenido que librar. No. Es un libro que muestra las diversas formas de vivir que tuvieron estas específicas mujeres que tocaron la pluma de Rosa Montero.

Para cerrar, una frase que me tocó : Ser única bordea la locura. Y no esa locura oscura que te come desde adentro y quema todo a su paso, sino esa locura de creer en ti misma, esa locura creadora, esa locura que te hace escapar de los destinos pre escritos para las mujeres (o para cualquiera) y que a pesar de ellos, puedes elegir tu camino. Esa locura que te hace soñar más allá de los límites impuestos social e históricamente. Rebelde, amorosa, soñadora, vestida de hombre, vestida de mujer. Siendo la hija de tu madre, la madre de tu hija o siendo sola en la ciudad donde te alojas, amando hombres, amando mujeres. Pero siempre, ser única bordea la locura porque tanto buscamos pertenecer y ser normales (normal igual a cordura) cuando es tan bello ser diferentes.

Para saber más de la autora: https://www.rosamontero.es/