Reseña «Intimidad» Hanif Kureishi

Sobre el autor

Hanif Kureishi (1954, Londres, Inglaterra) de origen pakistaní, filósofo, guionista, escritor de novelas, teatro, cuentos. Su obras se han adaptado al cine y series de televisión. Actualmente se encuentra recuperándose de un accidente que casi le cuesta la vida y lo ha tenido inmovilizado, pero se mantiene activo escribiendo/dictando lo que será su próximo libro sobre esta experiencia que lo mantuvo en cama de hospital por varios meses.

Reflexiones íntimas

Si hay algo que puede fascinarme es un libro me haga sentir que eso que le sucede al protagonista también me puede pasar a mí. Las lecturas como «Intimidad» de Hanif Kureishi me hacen voltearme a ver de una manera que en la vida cotidiana no reparo en ello, al menos no lo reflexiono, y es que ¿qué pasaría si descubro que ya no amo a la persona con la que vivo? Que es insoportable la vida diaria, que he descubierto el amor con alguien más, alguien con quien jamás hubiera pensado estar, pero ¡oh, sorpresa! Dejar a la pareja, de alguna manera también es dejar a los hijos, no nos engañemos, la vida no será igual para ellos, entonces, ¿qué elijo?

Hanif pone en palabras claras y reflexivas estas disquisiciones de la vida cotidiana que pasan, es así, no es que te cases con alguien y formes una familia pensando en un divorcio y abandono de hogar, ¿cierto? No, formamos familias, nos casamos, hacemos planes a futuro, hacemos viajes, ahorramos y nos endeudamos con una casa pensando en el porvenir. En algún punto, inevitable podría decir, caemos en cuenta de que todo eso no nos llena y que queremos algo diferente, otra cosa, estar en otro lugar y hay que tomar decisiones dolorosas aunque necesarias.

Puede ponerse en entredicho la decisión del protagonista: abandonar a su pareja y su familia, pero ¿y qué pasa con el deseo? Ese es irrefrenable, no se va a ir a ninguna parte por mucho que se le reprima. Se desea lo que se desea, te puedes contar la historia de querer algo que se supone que debes querer, pero lo cierto es que la lógica y el deseo no suelen ir de la mano.

«…¡Qué perturbador es el deseo! Es un demonio ue nunca duerme ni se está quieto. El deseo es travieso y no se pliega a nuestros ideales, y por eso tenemos tanta necesidad de ellos. el deseo se mofa de todos los esfuerzos humano sy los hace dignos de consideración. el deseo es el anarquista primigenio y el primer agente secreto; no es sorprendente que la gente quiera verlo arrestado y a buen recaudo. Y justo cuando creemos que lo tenemos bajo control, nos defrauda o nos llena de esperanza. el deseo me hace reír porque nos convierte a todos en idiotas. De todas formas, más vales ser idiota que fascista.» (pp.43-44)

Hanif nos lleva por la historia de un hombre que ha decidido que es el momento de marcharse. Ya no puede estar más en esa casa viviendo esa realidad que él mismo construyó. El punto decisivo fue su última infidelidad: Nina, de quien se ha enamorado y le ha mostrado otras formas de vivir. No sabe si funcionará o si regresará al poco tiempo con la cola entre las patas, pero sabe que lo que vive ahora es insostenible.

Confesar su infidelidad te pone en un lugar difícil de digerir como lector, y es que, incluso como lectora no pude evitar juzgarlo, es la cultura, es la forma en cómo fui educada, es el terror de que me suceda a mí, tanto como Susan, su esposa, como parecerme a él. Esa es la maravilla de la literatura, te hace cuestionarte, si terminas un libro y no ha cambiado algo en ti, tal vez no sea un gran libro en realidad o no te involucraste con la lectura con verdadero compromiso.

«He intentado convencerme de que abandonar a una persona no es lo peor que se le puede hacer. Puede resultar doloroso, pero no tiene por qué ser una tragedia. Si uno no dejase nunca nada ni a nadie, no tendría espacio para lo nuevo. Sin duda, evolucionar constituye una infidelidad…, a los demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo.»(pp. 9)

«Intimidad» habla de la intimidad propia, de sus pensamientos más hostiles, los titubeos, algunas retrospectivas sobre la vida familiar, tanto la de origen como la que tiene con Susan y su hijos. Pero también habla de ser fiel a ti mismo, de la ruptura interna, no sólo la obvia y del dolor causado a la otra persona. Sin duda es un relato íntimo, personal, en que cualquier persona, lectora comprometida por supuesto, puede empatizar en algún punto con el personaje.

Un gran acierto es la voz narrativa siempre en primera persona, en realidad todo sucede en tan solo un día y una noche, muy poco sucede en el mundo externo, todo acontece en el mundo interno.

«Esta es la noche más triste, porque me marcho y no volveré. (…)

No pienso volver a esta vida. Me resulta imposible. Tal vez debería dejar una nota para decírselo: Querida Susan: no voy a volver…»(pp7)

En conclusión

Me gustó, la disfruté, me hizo preguntarme cosas personales y también sociales, lo mucho que se estigmatiza a la persona que abandona, o se va, o decide divorciarse. Las pasiones humanas son irracionales y tratamos de darle sentido de alguna manera. Tal y como lo dice el título de la obra, es un libro íntimo, no hay héroes ni villanos, ni nadie gana en realidad, hay pérdidas y hay ganancias, probablemente más pérdidas:

«Sólo se me ocurre pensar en lo maravillosa ue en ocasiones puede ser la vida en este mundo. ¡Qué daño se pueden hacer dos personas !¡Y qué placer se pueden dar!» (pp.143)

Bibliografía

Kureishi, H. (2015) Intimidad. Anagrama.

Reseña de «El libro vacío» de Josefina Vicens

De vacío no tiene nada, todo lo contrario, está repleto de reflexiones y análisis de la mente humana que, por momentos, abruman. Específicamente, la mente de José García, el protagonista y única voz de esta novela escrita al estilo de diario personal. Y, aún más específico que la mente de José García, la mente de un escritor frustrado por no poder dejar de escribir, sabiendo que nunca logrará ser el escritor afamado que ha soñado durante toda su vida adulta.

Sé que no podré escribir. Sé que el libro, si lo termino, será uno entre los millones de libros que nadie comenta y nadie recuerda. A veces repito mi nombre: José García. Lo veo escrito en cada una de las páginas. Oigo a las gentes decir: ´el libro de José García´. Sí, lo confieso. Hago esto con frecuencia y me gusta hacerlo. Pero de pronto, violentamente, se rompe todo.

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José García es un hombre de 56 años que su deseo más ferviente es escribir una novela, no cualquier novela, sino una que le de la fama y el reconocimiento que nunca ha tenido en su vida común y corriente de oficinista promedio. Su deseo es ambicioso y le dedica mucho tiempo a escribir, pero sobre todo, a pensar lo que va a escribir. Su vida, su familia, su trabajo y su edad, no le permiten alcanzar su sueño. Aún así, sabiendo que fracasará, ha comprado dos cuadernos, uno para escribir todo que venga a su mente y otro para transcribir aquello que sea digno de ser escrito y leído y que, eventualmente, se convierta en su gran novela. Sabe que va perdiendo esa batalla, la del segundo cuaderno, pero aún así no puede dejar de escribir en el primero.

¡Qué absurdo, Dios mío, qué absurdo! Si el libro no tiene eso, inefable, milagroso, que hace que una palabra común, oída mil veces, sorprenda y golpee; si cada página puede pasarse sin que la mano tiemble un poco; si las palabras no pueden sostenerse por sí mismas, sin los andamios del argumento; si la emoción sencilla, encontrada sin buscarla, no está presente en cada línea, ¡qué es un libro? ¡Quién es José García? ¡Quién es ese José García que quiere escribir, que necesita escribir, que todas las noches se sienta esperanzado ante un cuaderno en blanco y se levante jadeante, exhausto, después de haber escrito cuatro o cinco páginas en las que todo eso falta?

Conforme avanza el relato y tras una serie de reflexiones profundas sobre sí mismo, José García se da cuenta de que lo que lo hace feliz es escribir y lo que lo hace miserable es escribir. No tiene sentido hacerlo, pero no puede dejar de escribir. Bajo este lente de escritor, García analiza todo lo que le sucede, lo rutinario de su trabajo, su esposa que nunca lo va a entender como él quiere, sus hijos, el mayor tan distinto a él y el pequeño con inquietudes similares a las suyas. García está atrapado, más que en su vida mediocre, como él mismo la nombra, en su pensamiento, el único lugar donde puede ser él mismo, un lugar de libertad y esclavitud al mismo tiempo.

¿Qué puede contar de su vida un hombre como yo? Si nunca, antes de ahora, le ha ocurrido nada, y lo que ahora le ocurre no puede contarlo porque precisamente eso es lo que le ocurre: que necesita contarlo y no puede. Pero no se trata de sucesos, de acontecimientos con fecha, personajes y desenlace. No. ¿Cómo decirlo? Se trata de escribir y entonces, necesariamente, hay que marcar un tema, pero más que marcarlo, porque no tengo el tema que interese a todos, hay que desvanecerlo, diluirlo en las palabras mismas. ¡Otra vez las palabras! ¡Cómo atormentan! La verdad es que yo no puedo inventar algo ni a alguien y entonces necesito llenar con palabras ese hueco, ese vacío inicial. Pero con tales palabras, tan convincentes, qu Eno se perciba la existencia del hueco. Que no sea un ir poniendo, rellenando, dejando caer, sino un transformar, hasta que sin tema, sin materia, el vacío desaparezca.

Lo cierto es que su vida mediocre está repleta de buenas anécdotas, como el de su hijo mayor y el romance no aprobado por la familia; su hijo pequeño enfermo que pone el toque dramático a la vida familiar; la esposa que, aunque el sabe que ella no lo entiende, lo acompaña y sostiene todo el tiempo. Además de un mal amorío que García recuerda con nostalgia.

Josefina Vicens (1911-1988) logra, impecablemente, un texto que parece que habla de mente a mente, es decir, pareciera que la narración es como leer el pensamiento del protagonista, leerlo desde mi pensamiento como lectora, como si no fuera un libro, vaya. Sin embargo, justo se trata de eso, de un libro que está siendo escrito, no de un libro terminado, o como diría Unamuno, es una novela de la novela personal en que el protagonista se cuenta una historia, la suya, y todo aquello que no puede lograr con esa historia que, a su vez, es parte de su drama. Nada lejano a los pensamientos que por momentos nos abruman en el día a día, solo que, escritos de manera impecable por la pluma de Vicens, quien logra salirse de la inercia de su época en que abundaban los relatos revolucionarios y políticos, para adentrarnos en esta realidad existencialista del hombre común.

José García, lee tu cuaderno, borra esas frases absurdas y presuntuosas y sustitúyelas con la única que realmente te es posible firmar: «No puedo dejar de escribir». Confiesa que tu necesidad de hacerlo es más fuerte que tú, olvida tu desorbitada ambición de escribir un libro que a todos interese; acepta tu verdadera medida y comprende que si no has escrito otra cosa es porque sólo puedes referirte a lo que es tuyo: los recuerdos que estremecen, contentan o lastiman tu corazón, los opacos sucesos de tu vida diaria y tu relación con unos cuantos seres humanos que coincidieron en tu pequeña órbita.

En conclusión

Me gustó, me encantó, no sé si lo volvería a leer. Es un texto en que sucede nada y sucede todo. Nada en la cotidianidad de José García, pero todo en la incertidumbre de la vida humana, el pensamiento, esa realidad en que en realidad vivimos y nos acongoja apenas le demos oportunidad, o aunque no se la demos, de pensar un poquito más allá de lo que la vida externa nos lo permita. El vacío es existencial en esta obra, y ese vacío es que el que nos cuesta tanto asumir y hacernos cargo, al igual que a José García.

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Al final, García termina donde empezó el relato, en la imposibilidad de la primera frase, todo su divague pareciera que no lo llevó a ningún lugar y no se da cuenta de que el libro está hecho en ese primer cuaderno al que menosprecia tanto.

De mí, ¿qué podría decir? Nada, no sé, no sé lo que me pasa. Pero en este instante, después de haber imaginado una libertad que tal vez me impediría vivir mi realidad diaria y entrañable, que es otra esencial forma de expresión, se que antes que escritor, suponiendo que llegara a serlo, soy lo que he sido y seré siempre: un hombre que necesita escribir y vivir encerrado en su cárcel natural e intransferible.

Vicens ganó el premio Xavier Villaurrutia por esta novela. Su currículum literario consta de una novela más, Los años vacíos, y un cuento llamado Petrita. Si bien su legado es poco, es suficiente en calidad literaria, a esta novela no le sobra ni le falta una coma.

Vicens, J. (2015). El Libro Vacío/Los Años Falsos. México: Fondo de Cultura Economica.