Reseña «Intimidad» Hanif Kureishi

Sobre el autor

Hanif Kureishi (1954, Londres, Inglaterra) de origen pakistaní, filósofo, guionista, escritor de novelas, teatro, cuentos. Su obras se han adaptado al cine y series de televisión. Actualmente se encuentra recuperándose de un accidente que casi le cuesta la vida y lo ha tenido inmovilizado, pero se mantiene activo escribiendo/dictando lo que será su próximo libro sobre esta experiencia que lo mantuvo en cama de hospital por varios meses.

Reflexiones íntimas

Si hay algo que puede fascinarme es un libro me haga sentir que eso que le sucede al protagonista también me puede pasar a mí. Las lecturas como «Intimidad» de Hanif Kureishi me hacen voltearme a ver de una manera que en la vida cotidiana no reparo en ello, al menos no lo reflexiono, y es que ¿qué pasaría si descubro que ya no amo a la persona con la que vivo? Que es insoportable la vida diaria, que he descubierto el amor con alguien más, alguien con quien jamás hubiera pensado estar, pero ¡oh, sorpresa! Dejar a la pareja, de alguna manera también es dejar a los hijos, no nos engañemos, la vida no será igual para ellos, entonces, ¿qué elijo?

Hanif pone en palabras claras y reflexivas estas disquisiciones de la vida cotidiana que pasan, es así, no es que te cases con alguien y formes una familia pensando en un divorcio y abandono de hogar, ¿cierto? No, formamos familias, nos casamos, hacemos planes a futuro, hacemos viajes, ahorramos y nos endeudamos con una casa pensando en el porvenir. En algún punto, inevitable podría decir, caemos en cuenta de que todo eso no nos llena y que queremos algo diferente, otra cosa, estar en otro lugar y hay que tomar decisiones dolorosas aunque necesarias.

Puede ponerse en entredicho la decisión del protagonista: abandonar a su pareja y su familia, pero ¿y qué pasa con el deseo? Ese es irrefrenable, no se va a ir a ninguna parte por mucho que se le reprima. Se desea lo que se desea, te puedes contar la historia de querer algo que se supone que debes querer, pero lo cierto es que la lógica y el deseo no suelen ir de la mano.

«…¡Qué perturbador es el deseo! Es un demonio ue nunca duerme ni se está quieto. El deseo es travieso y no se pliega a nuestros ideales, y por eso tenemos tanta necesidad de ellos. el deseo se mofa de todos los esfuerzos humano sy los hace dignos de consideración. el deseo es el anarquista primigenio y el primer agente secreto; no es sorprendente que la gente quiera verlo arrestado y a buen recaudo. Y justo cuando creemos que lo tenemos bajo control, nos defrauda o nos llena de esperanza. el deseo me hace reír porque nos convierte a todos en idiotas. De todas formas, más vales ser idiota que fascista.» (pp.43-44)

Hanif nos lleva por la historia de un hombre que ha decidido que es el momento de marcharse. Ya no puede estar más en esa casa viviendo esa realidad que él mismo construyó. El punto decisivo fue su última infidelidad: Nina, de quien se ha enamorado y le ha mostrado otras formas de vivir. No sabe si funcionará o si regresará al poco tiempo con la cola entre las patas, pero sabe que lo que vive ahora es insostenible.

Confesar su infidelidad te pone en un lugar difícil de digerir como lector, y es que, incluso como lectora no pude evitar juzgarlo, es la cultura, es la forma en cómo fui educada, es el terror de que me suceda a mí, tanto como Susan, su esposa, como parecerme a él. Esa es la maravilla de la literatura, te hace cuestionarte, si terminas un libro y no ha cambiado algo en ti, tal vez no sea un gran libro en realidad o no te involucraste con la lectura con verdadero compromiso.

«He intentado convencerme de que abandonar a una persona no es lo peor que se le puede hacer. Puede resultar doloroso, pero no tiene por qué ser una tragedia. Si uno no dejase nunca nada ni a nadie, no tendría espacio para lo nuevo. Sin duda, evolucionar constituye una infidelidad…, a los demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo.»(pp. 9)

«Intimidad» habla de la intimidad propia, de sus pensamientos más hostiles, los titubeos, algunas retrospectivas sobre la vida familiar, tanto la de origen como la que tiene con Susan y su hijos. Pero también habla de ser fiel a ti mismo, de la ruptura interna, no sólo la obvia y del dolor causado a la otra persona. Sin duda es un relato íntimo, personal, en que cualquier persona, lectora comprometida por supuesto, puede empatizar en algún punto con el personaje.

Un gran acierto es la voz narrativa siempre en primera persona, en realidad todo sucede en tan solo un día y una noche, muy poco sucede en el mundo externo, todo acontece en el mundo interno.

«Esta es la noche más triste, porque me marcho y no volveré. (…)

No pienso volver a esta vida. Me resulta imposible. Tal vez debería dejar una nota para decírselo: Querida Susan: no voy a volver…»(pp7)

En conclusión

Me gustó, la disfruté, me hizo preguntarme cosas personales y también sociales, lo mucho que se estigmatiza a la persona que abandona, o se va, o decide divorciarse. Las pasiones humanas son irracionales y tratamos de darle sentido de alguna manera. Tal y como lo dice el título de la obra, es un libro íntimo, no hay héroes ni villanos, ni nadie gana en realidad, hay pérdidas y hay ganancias, probablemente más pérdidas:

«Sólo se me ocurre pensar en lo maravillosa ue en ocasiones puede ser la vida en este mundo. ¡Qué daño se pueden hacer dos personas !¡Y qué placer se pueden dar!» (pp.143)

Bibliografía

Kureishi, H. (2015) Intimidad. Anagrama.

La escritura y la vida. «Mientras escribo» de Stephen King

Sobre el autor

Stephen Edwin King (Portland, Maine, 1947) autor conocido por ser uno de los más famosos y acaudalados escritores contemporáneos. Su literatura se basa, principalmente, en ficción, ciencia ficción, suspenso, terror y misterio, aunque también tiene algunas obras sobre drama. Gran parte de su obra ha sido llevada al mundo cinematográfico, formando ya, parte de la cultura del cine como un referente imperdible, como «El resplandor» y «It».

Stephen se incursinó en la escritura desde muy pequeño, con tan solo seis años, y debido a ser enfermizo, perdió todo el año escolar y tuvo que quedarse en casa donde, gracias al aburrimiento, comenzó a copiar y transformar algunos cómics en pequeños cuentos propios. Su madre, muy impresionada, le dijo que escribiera los propios «Escribe tú, Steve» y así lo hizo. Esta actividad se volvió su pasión, plasmar en papel ideas propias y que, además, le pagaran por ello, fue alucianante. Su madre le compró su primer cuento en veinticinco centavos, más los demás ejemplares que hacía le compraran los demás familiares, se sintió más motivado que nunca. Siendo aún niños, su hermano Dave y él, comenzaron un diario local en el que daban las noticias del vecindario. Escribían, imprimían en el sótano de su casa y repartían ellos mismos. Después, escribir en los periódicos escolares se volvió parte de sus actividades extracurriculares. 

Uno de los puntos más importantes de la biografía de Stephen es el lugar que ocupa su familia, en especial su esposa:

 “ … Si ella, en algún momento, hubiera insinuado que escribir en el porche de nuestra casa de alquiler de Pond Street, o en el cuartito de lavar de la caravana de Klat Road (también de alquiler), era perder el tiempo, creo que me habría quedado sin ánimos. Tabby, sin embargo, no expresó ninguna duda. Su apoyo era constante, de lo poco bueno en que se podía confiar. Ahora, cada vez que veo una novela dedicada a la mujer (o marido) del autor, sonrío y pienso: Este sabe de qué va. Escribir es una labor solitaria y conviene tener a alguien que crea en ti.” (Pp82)

«Mientras escribo»

Este libro de ensayo trata sobre la escritura, si bien no es un manual de escritura creativa ni una serie de pasos específicos sobre cómo convertirte en escritor, sí hace un aporte tremendo a la comunidad escritora; primero, por su sinceridad y sus recomendaciones, segundo, porque todo lo que refiere es desde su experiencia personal y laboral.

En resumidas cuentas, Stephen King hace un libro sobre lo que él ha hecho para convertirse en el escritor que es actualmente, sin fórmulas mágicas, sin ser el hijo acomodado de buenos contactos editoriales y sin atajos ni trampas. 

El libro se compone de tres prólogos, un currículum vitae (su autobiografía), una reflexión sobre el escribir, la caja de herramientas (la parte técnica para ponerte a escribir). La segunda parte del libro es la más larga, es el capítulo llamado Escribir, en él desglosa punto por punto las diferentes cosas que considera que se necesitan para ser escritor. Esta parte es fascinante, te lleva de la mano con ejemplos didácticos de sus propias obras, cómo fue que las escribió, cómo se le ocurrieron. La parte final del libro se compone de una anédocta de cuando estuvo al borde de la muerte y su regreso a toda costa a la escritura, el capítulo se llama Vivir. Además, vienen dos anexos llamados Coletillas, en los cuales comparte la revisión de un texto y una lista de libros que ha leído en los últimos años. 

Algunos puntos sobre su obra

A mí parecer es un libro práctico, cómico y de buenas reflexiones y, además, de buenos consejos qué sí se pueden llevar a la práctica. 

A continuación enumeraré algunos de los consejos que más me llamaron la atención:

  • Lee mucho y escribe mucho. Sin lectura no hay escritura, al menos no una digna de ser leída, por cultura, por vocabulario, por aprender a escribir correctamente y por gusto. “ Si no tienes tiempo de leer es que tampoco tienes tiempo (ni herramientas) para escribir. Así de sencillo”.
  • Establecer horarios para escribir, hacerte de un tiempo exclusivo para ello. Como un trabajo cualquiera con hora de entrada y de salida, predisponiendo a la mente a trabajar creativamente y no depender de que llegue la inspiración, sino que la musa (muso en el caso de Stephen) te encuentre trabajando. 
  • Tener un espacio propio para escribir y cerrar la puerta: “ La puerta cerrada es una forma de decirle al mundo y a ti mismo que vas en serio.”pp 171
  • Hacerte de un agente, no puedes maniobrarlo todo, tú debes ponerte a escribir nada más.
  • La historia es lo más importante. Sin historia no hay nada, no importa la ambientación, ni los personajes, ni las buenas metáforas, ni la extensión de la obra, lo que importa siempre es respetar la historia y dejarte llevar por ella.
  • Encuentra a tu Lector ideal, esa persona en quien piensas mientras escribes, es decir, el lector que se reirá de tus chistes o se asustará en las escenas de miedo. En el caso de Stephen es su esposa, su mayor crítica y su más grande soporte. 
  • Las revisiones son importantísimas, antes de sacar el libro al mundo, se deja reposar el primer borrador algunas semanas, después se vuelve a él con ojos más objetivos, se revisa y se poda, todo lo que no sea historia se va. 

En conclusión

Me sorprendió. No había leído antes a este autor y me gustó su sinceridad y su vulnerabilidad con la que se muestra a su público. Hace resaltar sus años de docencia, ya que el libro es muy didáctico, te va llevando de la mano paso por paso, con ejemplos claros y anecdóticos de sus obras, incluso, al final, pone un ejemplo de texto original y su revisión, con tachaduras y correcciones y la explicación de porqué quitó y modificó el texto. Esto se agradece, no hay fórmulas pero el estilo de King promete.

Bibliografía:

King, S. (2023). Mientras escribo. Penguin Random House Grupo Editorial, México. 2000

https://stephenking.com

Reseña de «El libro vacío» de Josefina Vicens

De vacío no tiene nada, todo lo contrario, está repleto de reflexiones y análisis de la mente humana que, por momentos, abruman. Específicamente, la mente de José García, el protagonista y única voz de esta novela escrita al estilo de diario personal. Y, aún más específico que la mente de José García, la mente de un escritor frustrado por no poder dejar de escribir, sabiendo que nunca logrará ser el escritor afamado que ha soñado durante toda su vida adulta.

Sé que no podré escribir. Sé que el libro, si lo termino, será uno entre los millones de libros que nadie comenta y nadie recuerda. A veces repito mi nombre: José García. Lo veo escrito en cada una de las páginas. Oigo a las gentes decir: ´el libro de José García´. Sí, lo confieso. Hago esto con frecuencia y me gusta hacerlo. Pero de pronto, violentamente, se rompe todo.

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José García es un hombre de 56 años que su deseo más ferviente es escribir una novela, no cualquier novela, sino una que le de la fama y el reconocimiento que nunca ha tenido en su vida común y corriente de oficinista promedio. Su deseo es ambicioso y le dedica mucho tiempo a escribir, pero sobre todo, a pensar lo que va a escribir. Su vida, su familia, su trabajo y su edad, no le permiten alcanzar su sueño. Aún así, sabiendo que fracasará, ha comprado dos cuadernos, uno para escribir todo que venga a su mente y otro para transcribir aquello que sea digno de ser escrito y leído y que, eventualmente, se convierta en su gran novela. Sabe que va perdiendo esa batalla, la del segundo cuaderno, pero aún así no puede dejar de escribir en el primero.

¡Qué absurdo, Dios mío, qué absurdo! Si el libro no tiene eso, inefable, milagroso, que hace que una palabra común, oída mil veces, sorprenda y golpee; si cada página puede pasarse sin que la mano tiemble un poco; si las palabras no pueden sostenerse por sí mismas, sin los andamios del argumento; si la emoción sencilla, encontrada sin buscarla, no está presente en cada línea, ¡qué es un libro? ¡Quién es José García? ¡Quién es ese José García que quiere escribir, que necesita escribir, que todas las noches se sienta esperanzado ante un cuaderno en blanco y se levante jadeante, exhausto, después de haber escrito cuatro o cinco páginas en las que todo eso falta?

Conforme avanza el relato y tras una serie de reflexiones profundas sobre sí mismo, José García se da cuenta de que lo que lo hace feliz es escribir y lo que lo hace miserable es escribir. No tiene sentido hacerlo, pero no puede dejar de escribir. Bajo este lente de escritor, García analiza todo lo que le sucede, lo rutinario de su trabajo, su esposa que nunca lo va a entender como él quiere, sus hijos, el mayor tan distinto a él y el pequeño con inquietudes similares a las suyas. García está atrapado, más que en su vida mediocre, como él mismo la nombra, en su pensamiento, el único lugar donde puede ser él mismo, un lugar de libertad y esclavitud al mismo tiempo.

¿Qué puede contar de su vida un hombre como yo? Si nunca, antes de ahora, le ha ocurrido nada, y lo que ahora le ocurre no puede contarlo porque precisamente eso es lo que le ocurre: que necesita contarlo y no puede. Pero no se trata de sucesos, de acontecimientos con fecha, personajes y desenlace. No. ¿Cómo decirlo? Se trata de escribir y entonces, necesariamente, hay que marcar un tema, pero más que marcarlo, porque no tengo el tema que interese a todos, hay que desvanecerlo, diluirlo en las palabras mismas. ¡Otra vez las palabras! ¡Cómo atormentan! La verdad es que yo no puedo inventar algo ni a alguien y entonces necesito llenar con palabras ese hueco, ese vacío inicial. Pero con tales palabras, tan convincentes, qu Eno se perciba la existencia del hueco. Que no sea un ir poniendo, rellenando, dejando caer, sino un transformar, hasta que sin tema, sin materia, el vacío desaparezca.

Lo cierto es que su vida mediocre está repleta de buenas anécdotas, como el de su hijo mayor y el romance no aprobado por la familia; su hijo pequeño enfermo que pone el toque dramático a la vida familiar; la esposa que, aunque el sabe que ella no lo entiende, lo acompaña y sostiene todo el tiempo. Además de un mal amorío que García recuerda con nostalgia.

Josefina Vicens (1911-1988) logra, impecablemente, un texto que parece que habla de mente a mente, es decir, pareciera que la narración es como leer el pensamiento del protagonista, leerlo desde mi pensamiento como lectora, como si no fuera un libro, vaya. Sin embargo, justo se trata de eso, de un libro que está siendo escrito, no de un libro terminado, o como diría Unamuno, es una novela de la novela personal en que el protagonista se cuenta una historia, la suya, y todo aquello que no puede lograr con esa historia que, a su vez, es parte de su drama. Nada lejano a los pensamientos que por momentos nos abruman en el día a día, solo que, escritos de manera impecable por la pluma de Vicens, quien logra salirse de la inercia de su época en que abundaban los relatos revolucionarios y políticos, para adentrarnos en esta realidad existencialista del hombre común.

José García, lee tu cuaderno, borra esas frases absurdas y presuntuosas y sustitúyelas con la única que realmente te es posible firmar: «No puedo dejar de escribir». Confiesa que tu necesidad de hacerlo es más fuerte que tú, olvida tu desorbitada ambición de escribir un libro que a todos interese; acepta tu verdadera medida y comprende que si no has escrito otra cosa es porque sólo puedes referirte a lo que es tuyo: los recuerdos que estremecen, contentan o lastiman tu corazón, los opacos sucesos de tu vida diaria y tu relación con unos cuantos seres humanos que coincidieron en tu pequeña órbita.

En conclusión

Me gustó, me encantó, no sé si lo volvería a leer. Es un texto en que sucede nada y sucede todo. Nada en la cotidianidad de José García, pero todo en la incertidumbre de la vida humana, el pensamiento, esa realidad en que en realidad vivimos y nos acongoja apenas le demos oportunidad, o aunque no se la demos, de pensar un poquito más allá de lo que la vida externa nos lo permita. El vacío es existencial en esta obra, y ese vacío es que el que nos cuesta tanto asumir y hacernos cargo, al igual que a José García.

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Al final, García termina donde empezó el relato, en la imposibilidad de la primera frase, todo su divague pareciera que no lo llevó a ningún lugar y no se da cuenta de que el libro está hecho en ese primer cuaderno al que menosprecia tanto.

De mí, ¿qué podría decir? Nada, no sé, no sé lo que me pasa. Pero en este instante, después de haber imaginado una libertad que tal vez me impediría vivir mi realidad diaria y entrañable, que es otra esencial forma de expresión, se que antes que escritor, suponiendo que llegara a serlo, soy lo que he sido y seré siempre: un hombre que necesita escribir y vivir encerrado en su cárcel natural e intransferible.

Vicens ganó el premio Xavier Villaurrutia por esta novela. Su currículum literario consta de una novela más, Los años vacíos, y un cuento llamado Petrita. Si bien su legado es poco, es suficiente en calidad literaria, a esta novela no le sobra ni le falta una coma.

Vicens, J. (2015). El Libro Vacío/Los Años Falsos. México: Fondo de Cultura Economica.

Comentario a «Cómo se hace una novela», de Unamuno

Comencé a leer a Unamuno por un viejo recuerdo de la prepatoria, por alguna razón el apellido había quedado guardado en mi memoria, me parecía llamativo, como un juego de palabras: uno en el mundo,  una y uno, no sé, me remitía algo juguetón de la infancia. La sorpresa al leerlo fue que, efectivamente, Unamuno es un juguetón, un juguetón de la filosofía y las letras.

Héteme aquí ante estas blancas páginas -blancas como el negro porvenir: ¡terrible blancura! – buscanfo retener el tiempo que pasa, fijar el huidero hoy, eternizarme o inmortalizarme en fin, bien que eternidad e inmortalidad no sean una sola y misma cosa. Héteme aquí ante estas páginas blancas, mi porvenir, tratando de derramar mi vida a fin de continuar viviendo, de darme vida, de arrancarme a la muerte de cada instante.

«Como se hace una novela» no dice cómo hacer una novela, es decir, no es una guía para escritores que deseen escribir una novela. De hecho hace una crítica a aquellos que buscan esos consejos para escribir, que buscan la teoría cuando es la práctica la que cuenta. Para escribir una novela hay que ponerse a escribirla, es más, hay que vivirla, nos dice el autor, porque al fin y al cabo somos nuestras obras, los personajes que creamos, no hay obra que no sea autobiográfica.

Porque había imaginado, hace ya unos meses, hacer una novela en la que quería poner la más íntima experiencia de mi destierro, crearme, eternizarme bajo los rasgos de desterrado y de proscrito. Y pienso que la mejor manera de hacer esa novela es contar cómo hay que hacerla. Es la novela de la novela, la creación de la creación. O  Dios de Dios, Deus de Deo.

Unamuno es prolijo y versátil en su escritura, nos regala sentido del humor, filosofía, poesía; a la vez pareciera que rompe con la cuarta pared, ya que habla directamente a su lector, lo regaña, le hace énfasis específicos sobre su obra, incluso, por momentos, pareciera que lo toma de confidente. Además, politiza sobre su situación personal y su siempre añorada España, se deja ver la tremenda nostalgia que vive al sentirse solo lejos de su patria y familia.

La novela de la novela

Primero, escribe un Unamuno escritor exiliado sobre cómo escribir una novela. Segundo, escribe a la par un Unamuno que está releyendo al primer Unamuno, dos años después, y hace comentarios al margen, lo que convierte a este escrito en una metanovela. Tercero, el personaje de la novela que está escribiendo es un alter ego de Unamuno, de hecho le pone su nombre, Jugo y utiliza su inicial U. Con este personaje analiza cómo es que hacemos nuestra novela personal, es decir, cuál es la historia que nos contamos que somos.

U. Jugo de la Raza, el personaje, es un joven que ha tenido un encuentro peculiar con una novela que advierte a su lector que al terminar de leerla éste morirá.

Cuando el lector llegue al fin de esta dolorosa historia se morirá conmigo

Jugo se lo toma como sentencia de muerte, lo toma de manera literal, y ahora vive agobiado porque si termina de leer el libro morirá, pero sino lo hace, si deja de vivir el libro, ¿seguirá viviendo?

Ante este dilema, seguir leyendo o no, Unamuno hace una reflexión sobre el tipo de lector crítico que espera que seamos al leerlo. La muerte del lector tras terminar de leer un libro es inevitable, no de manera literal como lo cree Jugo, sino de manera simbólica, si el libro no te ha cambiado, ¿de qué sirvió que lo leyeras? Hay una muerte simbólica del lector que eras al que eres ahora, hay una transformación, es una de las maravillas que brinda el arte.

El vicio de la lectura lleva el castigo de muerte continua.

Esta parte me parece uno de los puntos más importantes de la obra, la forma en cómo nos afectamos con la lectura, de cualquier tipo y género, el punto es leer y vivir la lectura, sentirla más que analizarla con ojo teórico. Unamuno confronta a su lector invitándolo a pensar cómo ha cambiado con la lectura, haciendo la lectura activa no pasiva.

¿Qué voy a hacer de mi Jugo de la Raza? Como esto que escribo, lector, es una novela verdadera, un poema verdadero, una creación, y consiste en decirte cómo se hace y no cómo se cuenta una novela, una vida histórica, no tengo porque satisfacer tu interés folletinesco y frívolo. Todo lector que leyendo una novela se preocupa de saber cómo acabarán los personajes de ella sin preocuparse de saber cómo acabará él, no merece que se satisfaga su curiosidad.

La novela de cada día

Ahora, he aquí la parte medular de Cómo se hace una novela: la novela personal. Unamuno reflexiona sobre la novela personal que nos construimos cada día ¿Qué historia te cuentas que vives? Un ejemplo claro es su personaje Jugo quien decide tomarse de manera literal la sentencia del libro que está leyendo y comienza a construir su drama a partir de algo que se le ocurrió a un escritor, como si hubiese sido escrito especialmente para él. Pero no es así, Jugo escribe su propio drama, le da sentido a su vida tomando por sentencia mortal una línea de una novela.

Cómo se hace una novela habla de cómo hacemos nuestra novela. El mismo Unamuno hace un recorrido sobre su propia historia para darse cuenta cómo es que llegó a donde está ahora, un exiliado político con una irremediable añoranza por su bella patria. La soledad de los años de exilio lo han llevado a escribir lo que escribe ahora,  incluyendo a su Jugo de la Raza que le sirve como pretexto para filosofar sobre la vida y la muerte, la eternidad y la inmortalidad.

Cuando mi pobre Jugo, errando por los bordes -no se le pueden llamar riberas- del Sena, dio con el libro agorero y se puso a devorarlo y se ensimismó en él, convirtióse en un puro contemplador, en un mero lector, lo que es algo absurdo e inhumano; padecía la novela, pero no la hacía. Y yo quiero contarte, lector, cómo se hace una novela, cómo haces y has de hacer tú mismo tu propia novela. El hombre de dentro, el intra hombre cuando se hace lector, contemplador, si es viviente, ha de hacerse, lector, contemplador del personaje a quien va, a la vez que leyendo, haciendo, creando; contemplador de su propia obra. El hombre de dentro, el intra hombre -y éste es más divino que el trashombre o sobrehombre nietzcheniano- cuando se hace lector hácese por lo mismo autor, o sea actor; cuando lee una novela se hace novelista; cuando lee historia, historiador. Y todo lector que sea hombre de dentro humano, es, lector, autor de lo que lee y está leyendo. Esto que ahora lees aquí, lector, te lo estás diciendo tú a ti mismo y es tan tuyo como mío. Y si no es así es que ni lo lees.

Pero también trata de cómo es que hacemos la novela que leemos, somos autores de la obra al leerla y hacerla propia, porque no podemos hacer una lectura sino es con los ojos con los que vemos y vivimos el mundo. Es entonces que leemos con lo que somos y tomamos de los libros lo que queremos y podemos, como Jugo lo hace.

La parte de remebranza política y religiosa, tal vez sea la menos llamativa de esta obra, al menos así lo fue para mí, lo cautivante es su parte reflexiva, el título engañoso porque no te enseña a hacer una novela, y los comentarios posteriores a la escritura del texto que lo complementan y dan una peculiar lectura porque escuchas a dos Unamunos distintos en un mismo texto.

El guardián entre el centeno: una novela de formación

Jerome D. Salinger (1919-2010) fue un joven que vivó la guerra de primera mano cuando se embarcó a Normandía en 1944, con un puesto de contraespionaje para minimizar las bajas americanas. La muerte de sus compañeros y la atrocidad propia de la guerra, sólo pudo ser soportada por su dedicación a la escritura. Se dice que parte de El guardián entre el centeno fue escrito en esta época. La guerra lo impactó tanto que a su regreso a casa se internó voluntariamente en un hospital psiquiátrico por un tiempo.

Reseña y recursos narrativos

El guardián entre el centeno se convirtió en la sensación literaria apenas se publicó, obtuvo críticas positivas que alababan la calidad del personaje y lo bien retratado que estaba el sentimiento de soledad e incomprensión del protagonista, con el que fácilmente se pudo identificar la población americana de posguerra. Pero obtuvo también reacciones negativas, que juzgaban que el tipo de lenguaje empleado era pobre y demasiado coloquial. No obstante, esta es una de las principales características que hacen grandiosa a esta novela, el slang típico de un adolescente quejumbroso.

La historia es aparentemente muy simple: Holden Cauldfield es un joven de 17 años que narra lo sucedido un fin de semana previo a Navidad un año antes de cuando es relatada la historia, días en los que él considera que pasó algo significativo que lo llevó a estar en lo que parece ser un hospital psiquiátrico. Seguimos a Holden en su aventura en Nueva York tras haber sido expulsado de la escuela (era la tercera vez que cambiaba de escuela), durante esta aventura, de sábado a lunes, todo lo que puede salir mal le sale mal.

Holden es el típico adolescente que no está de acuerdo con el mundo en el que vive, en especial con el mundo adulto, por lo que se la vive criticándolo y quejándose de él, en especial porque es el destino inevitable que le espera. Su carácter es impulsivo y explosivo, no está de acuerdo con casi nada, odia prácticamente todo y a todos, sobre todo si tiene que ver con convencionalismos y el mundo adulto. Lo único por lo que tiene respeto es por la infancia, aquel reino perdido que cada vez se aleja más de él, con lo niños se comporta amable y acentúa sus virtudes, en especial sobre su hermana menor Phoebe. Holden tiene una desarrollada capacidad de observación y reflexión, es muy inteligente.

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Los recursos narrativos que emplea Salinger en esta historia son prácticamente tres: la metáfora, comenzando con el nombre de la novela; el lenguaje llano y coloquial, que dan verosimilitud al protagonista; y una sola voz narrativa, la de Holden.

La historia tiene una única perspectiva, la del adolescente incomprendido y solitario que sufre el contexto en el que vive y ataca a cada persona y situación en la que se encuentra. Esta única perspectiva hace que el relato sea muy cercano al lector, ya que nos hace acompañar a Holden en cada paso que da, nos hace desesperar cuando habla por teléfono en búsqueda de compañía, nos enternece cuando platica con su hermanita y nos duele cuando habla de su hermano muerto. El monologo exterior nos hace sentir que Holden nos platica su experiencia personalmente y en más de alguna ocasión nos identificamos con su desencanto y enfado.

Otro recurso que el autor utiliza acertadamente, probablemente el que le da mayor identidad a la historia, es el lenguaje llano y coloquial con el que se expresa el protagonista. La voz narrativa adolescente gana credibilidad frente al lector al expresarse con frases muletilla que se repiten constantemente, como: “¡jo!”, “me deja sin habla”, “…y eso”, “o algo así…” También suele exagerar sus comentarios, por ejemplo: “era como cincuenta veces más inteligente que yo”, “más vieja que Matusalen”, “tardó como cinco horas”.

La aparente sencillez con la Salinger nos presenta a Holden logra un relato entrañable, ya que de boca de un adolescente es retratado todo un contexto, la confusión y angustia con la que vive Holden respecto a su realidad inmediata y su futuro ineludible, es como si él fuera el depósito de todas las angustias familiares y sociales. Tiende a fantasear sobre posibles situaciones a futuro, como lo que pasaría si se fugara o si fuera baleado.

El tercer recurso narrativo en la novela es la metáfora y el simbolismo. Identifico tres momentos específicos: el nombre de la novela, su insistente pregunta sobre a dónde van los patos cuando el lago se congela y el sombrero rojo que compra en Nueva York.

El nombre de la novela es tomado de un poema de Robert Burns[1] que dice:

Si un cuerpo encuentra otro cuerpo, cuando vienen entre el centeno”,

pero Holden lo recuerda como

Si un cuerpo agarra a otro cuerpo cuando viene entre el centeno”.

Lo menciona en una plática con su hermana cuando ésta le cuestiona sobre lo que realmente desea hacer:

“…pues muchas veces me imagino que hay un montón de críos jugando a algo en un campo de centeno y todo eso. Son miles de críos y no hay nadie cerca, quiero decir que no hay nadie mayor, sólo yo. Estoy de pie, al borde de un precipicio de locos. Y lo que tengo que hacer es agarrar a todo el que se acerque al precipicio, quiero decir que si van corriendo sin mirar a dónde van, yo tengo que salir a donde estén y agarrarlos. Eso es lo que haría todo el tiempo. Sería el guardián entre el centeno y todo eso. Sé que es una locura, pero es lo único que de verdad me gustaría hacer.” (pp. 230-231)

Esta fantasía sostiene el deseo de Holden sobre el cuidado de la inocencia, él es encargado de que los niños no caigan al precipicio, que no pierdan la inocencia, considerando el precipicio como el cambio de etapa, cuando crecemos perdemos la inocencia y cadencia infantil. Holden lo vive y lo padece, él está entre la adultez que tanto detesta y la infancia idealizada. En la fantasía él también está en medio entre el juego infantil y el camino a la adultez.

En lo que refiere a la reiterada duda sobre adónde van los patos de Central Park cuando el lago se congela en invierno, podríamos decir que se trata de una preocupación que lo aqueja constantemente: el miedo a que las cosas se vayan y no regresen, como los muertos, como su hermano muerto específicamente, o bien, como la infancia, cuando creces ya no puedes regresar a ser un infante, sino que sigues creciendo, envejeciendo. Los patos migran y luego vuelven, es su ciclo de vida, pero Holden no tiene la certeza de que vuelvan, de quién los cuida o si alguien se los lleva y luego los devuelve. Este temor sobre lo que se va y no regresa se calma en otra escena, casi al final del libro, cuando se encuentra en el museo y se siente tranquilo porque le gusta que en el museo las cosas no cambien, siempre sean como se exhiben a pesar del tiempo, lo único que cambia son las personas que lo visitan.

Por último, el simbolismo puesto en su gorra cazadora roja que compró en Nueva York la mañana de sábado al inicio del relato. La gorra roja lo hace destacarse del común, le da identidad frente un mundo enajenado y conglomerado, lo hace distinguirse y la única persona con quien lo comparte es con su hermana Phoebe.


Temas principales

Los temas principales que Holden desarrolla son: crítica a la falsedad, el absurdo de la guerra y la ideología militar, idealización de la inocencia y la pureza, resistencia a crecer y desagrado por el mundo adulto, y el despertar de la sexualidad adolescente.

El desencanto y el hartazgo de Holden es evidente, no le gustan las apariencias ni el consumismo que le da sentido a la vida de las demás personas

“Deberías ir a un colegio de chicos alguna vez. Pruébalo alguna vez –dije–. Están llenos de tíos falsísimos y todo lo que haces allí es estudiar y aprender lo suficiente para poder comprarte un puñetero Cadillac algún día, y tienes que fingir todo el rato que te importa que pierda el equipo de fútbol y todo lo que haces allí es hablar todo el día de chicas y de alcohol y de sexo. Y todos forman esos asquerosos grupitos cerrados. Los de equipo de baloncesto el suyo, los católicos el suyo, los malditos intelectuales el suyo, y lo que juegan bridge el suyo. Hasta los socios del maldito Club del Libro del Mes tienen su grupito. » (pp. 177)

La novela de formación

La novela de formación, conocida por su nominación en alemán, Bildungsroman, es un género que trata historias de crecimiento de algún joven, niño o adolescente, hasta la etapa de madurez o bien, hasta algún momento de transformación esencial en el personaje. El término fue acuñado por el profesor Karl von Morgenstern a inicios del siglo XVII; el vocablo “bildung” tiene una doble acepción: formación espiritual y física. No obstante, su difusión se le adjudica a Wilhem Dilthey, quien en 1870 clasificó algunas novelas con características similares. Dichas características son:

  • 1) el protagonista es joven, niño o adolescente;
  • 2) el conflicto con su entorno es lo que da inicio a la historia y las experiencias que recoge de su viaje de formación/aprendizaje son las que al final lo harán poder integrarse a su medio;
  • 3) sufre al notar la diferencia entre su mundo idealizado y el real;
  • 4) la historia no contempla la muerte del protagonista y tiende a finalizar felizmente o al menos, sin daños irreparables.

Para otros autores debe incluir también estas características:

  • El héroe debe ser solitario, en la búsqueda de algo que de sentido a su vida y ser reactor a los convencionalismos sociales.
  • La historia debe seguir al joven hasta que deja de centrase en sí mismo y puede incluirse como parte de la sociedad en la que crece.

Son historias que muestran una postura de rebeldía frente al mundo adulto, debido a que el protagonista tiene una gran necesidad de diferenciarse de sus padres y modelos adultos, así como al destino o planes que han reservado para ellos. La necesidad de marcar su diferencia en la abrumante masa social y la pérdida del privilegiado mundo infantil, generan una gran angustia.

La soledad es otro un rasgo determinante en el adolescente protagonista. Son personajes inteligentes, más que el promedio, y suelen darse cuenta de ello lo que los hace distanciarse del grupo de jóvenes de su edad. Al ser inteligentes y notar esa diferencia con sus pares, se vuelven arrogantes y orgullosos de su peculiaridad ante el rebaño, no sólo buscan la soledad, sino que marcan su distancia con los otros y sólo con ciertos personajes logran hacer contacto sincero.

El guardián entre el centeno pertenece a este género. Holden es un chico solitario y rebelde, inteligente y observador de su entorno, muchas veces se cree mas listo que los demás, aunque otras, se menosprecia.

El único rasgo con el que no cumple por completo es con el de la transformación o evolución del personaje, ya que la aventura de aprendizaje es tan sólo de tres días, en los cuales, Holden tocó fondo, rompió con la escuela y con sus amistades, y de no ser por Phoebe, probablemente se hubiese perdido por completo. Phoebe es su ancla a la realidad. No hay un final feliz sino más bien neutral, ya que Holden se encuentra en lo que parece ser un hospital psiquiátrico, en recuperación.

[1] Robert Burns, (Alloway, Ayrshire, Escocia, 1759 – Dumfries, 1796) considerado el poeta nacional de Escocia. Murió en Dumfries, el 21 de julio de 1796.

«Mamá», de Lucía Berlín. Las otras maternidades

Lucía Berlín, historias de la vida cotidiana

Mucho se ha dicho ya de Lucía Berlín, basta una búsqueda rápida en internet para saber santo y seña de sus aventuras, sus amores y problemas de adicción. También se ha dicho tanto de su talento para escribir, su sentido del humor siempre tan tenaz y mordaz, oscuro algunas veces. Relatos autobiográficos o de autoficción con algunas pinceladas de su infancia, de su adolescencia y sus múltiples trabajos en la juventud que tuvo que realizar para mantener a sus cuatro hijos. Lucía Berlín tuvo una vida de novela, o de película, de esas historias que logran tu atención desde el primer momento, historias de la vida cotidiana que parecieran increíbles, no sólo por su contenido sino por su gran poder evocativo de los sentidos y sensaciones; son relatos nostálgicos, en tono sepia, como fotografías antiguas a las que se les inventa una historia.

Mucho se ha dicho ya de ella, esta magnífica escritora estadounidense que pasó por alto de los reflectores de la industria editorial, su fama llega a destiempo, como una mala broma del destino, como una historia que ella podría haber contado. Justo en esta área de su estilo literario es que nos encontramos con “Mamá”, un cuento corto que relata la historia de unas hermanas de edad madura que recuerdan a su madre, una madre difícil de digerir, por no decir, una mala madre a la que el tinte triste del recuerdo pretender matizar su maldad.

La madre no tradicional

A propósito del recién pasado día de las madres, festividad que solemos enaltecer en demasía, decidí escribir sobre este bello cuento. Bello no es igual a bonito, bello refiere a una serie de cualidades que en determinada armonía hacen que surja un producto que estimula los sentidos, casi siempre de forma inesperada. “Mamá” no es una historia de una tierna y tradicional madre de quien se evocan recuerdos dignos de mencionar en el festival del día de las madres. Todo lo contrario, habla de una madre que aborrecía el amor, que la maternidad no había sido su sueño dorado, azotada por una depresión no diagnosticada y matizada por el alcoholismo. Una madre de consejos crueles que parecía siempre estar enojada, y aún así, las hijas podían atraer un bello recuerdo de la imagen de su madre, una estampa más que un recuerdo, la belleza y altivez de su madre en un barco alabada por el capitán que parecía hipnotizado por ella. Era tal vez la memoria más linda que podrían rescatar.

“Sobre todo debemos tener presente que era una mujer muy menuda, medía poco más de metro sesenta. Solo a nosotras nos parecía enorme. Y tan joven, diecinueve años. Era muy hermosa, morena y delgada. En la cubierta del barco, se mece contra el viento. Es frágil. Tiembla de frío y de emoción. Fumando, con el cuello de pieles ceñido alrededor de su cara en forma de corazón, su pelo azabache”.

La romantización de la maternidad ha dañado a las familias por siglos. Es algo evidente en la crianza y la educación de los hijos e hijas, pero no siempre se habla de lo que padecen las madres, en especial las madres que no querían ser madres, a quienes les se impuso la maternidad, por cultura, por legado, por religión, por culpa, por deber divino. ¿Qué descendientes tienen las madres que deseaban otro camino en su vida? Es cierto, y hay que decirlo con todas sus letras, hay madres malas, malvadas, malévolas; hay madres tóxicas, psicópatas y perversas; pero hay madres también depresivas, que no supieron cómo lidiar con los desafíos de la maternidad y las exigencias de su cultura. No todas son malas desde el principio, hay otras que sí. El punto es que las maternidades son diversas y seguimos queriendo que esa diversidad se homogenice en un solo tipo: la madre todopoderosa, dulce y abnegada que daría todo por su progenie.

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La mamá de la narradora y su hermana Sally, del cuento de Lucía Berlín, pertenece a este tipo de mamá que se sale de lo convencional. Una madre alcohólica, depresiva, malvada que mal aconseja a sus hijas, las rechaza, no sabe recibir cariño; una mujer que es ocultada al mundo para evitar que la vean alcoholizada o que se fuera de fiesta; sus allegados le cubren la espalda con la crianza de sus hijas, a las cuales ya no sabe cómo tratar con el paso del tiempo, lo mejor sería seguirlas rechazando. Una mamá a la que se le dificulta el amor y prefiere no creer en él.

“- Culpaba a la Iglesia católica de que la gente tuviera tantos hijos. Decía que los papas habían hecho correr el rumor de que el amor hacía feliz a la gente.

El amor te hace desgraciado, decía nuestra madre. Mojas la almohada llorando hasta quedarte dormida, empañas las cabinas telefónicas con tus lágrimas, tus sollozos hacen aullar al perro, fumas dos cigarrillos a la vez.”

Algo curioso de la crianza, es que no importa qué tan cercana o lejana sea la relación con las figuras parentales, siempre hay algo que absorbemos sin querer, a veces desde la fantasía de lo que son y representan en nuestras vidas, de lo que quisiéramos que fueran o de lo que quisiéramos evitar. En las primeras líneas del cuento, la narradora teme parecerse a su madre y acepta que, aunque ya esté muerta, aún la tiene presente, como un fantasma, y de alguna manera sigue esperando su aprobación. Más adelante se sorprende aconsejando a su nuera con consejos al mismo estilo que su mamá ¿Cómo es esto? Tanto renegar de su madre y algo de eso vive en ella, como parte de su personalidad.

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El cuento no apunta a ninguna reflexión en específico, es decir, no tiene un tinte educativo ni de moraleja, los mejores textos no aspiran a ello. No, sólo describe lo que dos hermanas vivieron con su madre, y como ahora, cuando la menor se encuentra al borde de la muerte, recuerdan esa imagen icónica de su mamá, las buenas anécdotas y las muy malas. La hermana moribunda se compadece de su madre muerta y desea haberle dicho cuanto la quería; mientras que la hermana narradora no siente ninguna compasión por su progenitora. La hermana moribunda tal vez busca algún tipo de redención antes de morir, no llevarse pendientes con nadie y trata de entenderla. La hermana narradora no busca más identificación con su mamá de la que ya encuentra, con eso es suficiente.

“- No, incluso su sentido del humor era escalofriante. Las notas de suicidio que escribió a lo largo de los años, siempre dirigidas a mí solían ser bromas. Cuando se cortó las venas, firmó “Mary la sangrienta”. Cuando se tomó pastillas, escribió que prefería no intentarlo con una soga porque era demasiado lío. La última carta que me mandó no era divertida. Decía que sabía que yo nunca la perdonaría. Que ella tampoco me perdonaba por haber destrozado mi vida”.

El cuento deja un extraño sabor de boca, mucha realidad tal vez, es antiromántico, anti idealista, va en contra de los ejemplos de la maternidad que nos gusta preservar y por eso me gustó tanto. Es real, estas maternidades existen, hacen daño a ambas partes y se suelen minimizar, como al final lo hace Sally al compadecerse de su mamá que no la dejó entrar a su casa cuando le dijo que estaba muriendo de cáncer.

“Para mí era terrible, con mamá, y con el abuelo. O sola, más que nada. Me metí en problemas en la escuela, me escapé de un colegio, me expulsaron de otros dos más. Una vez pasé seis meses sin hablar. Mamá me llamaba la Mala Semilla. Descargaba en mí toda su rabia. Hasta que fui mayor no me di cuenta de que ella y el abuelo probablemente ni siquiera se acordaban de lo que hacían. Dios concede lagunas a los borrachos porque si supieran lo que han hecho, se morirían de vergüenza”.

En conclusión

En conclusión, es un excelente cuento, un cuento que hace reflexionar, te hace reír incómodamente cuando tal vez no deberías de reír, te hace indignar por el rechazo a las hijas. Pero también es un cuento que genera una extraña empatía tanto con la narradora como con su madre, probablemente porque hemos conocido a mujeres así, porque sabemos que no todas las maternidades son deseadas y lo que ello implica en la vida de alguien. No lo sé, me generó cierta empatía y tristeza.

Encontramos este cuento magnífico en el libro «Manual para las mujeres de la limpieza», que tiene otras tantas historias que valen el tiempo de leerlas, como el cuento que da el título al libro, «Una aventura amorosa», «Melina» y «Lavandería Ángel», por mencionar mis favoritos.

Novela histórica, una perspectiva alterna a la Historia

La historia como disciplina es más cercana a la literatura de lo que se ha querido aceptar. Esto no sólo porque no podemos echar una mirada al pasado y capturar aquella realidad al cien por ciento tal cual sucedió, sino porque al escribirla, es decir, al ordenarla y transmitirla, hay una inevitable interpretación de los historiadores, lo cual es completamente normal, ya que su realidad se impone y brinda una mirada diferente a cuando sucedieron los hechos relatados.

Por más que queramos traer al presente aquellos hechos, estos sólo vuelven de tal manera que nos haga sentido en el presente. Hay una gran necesidad de que saber lo que pasó allá y entonces, porque eso da sentido a lo que sucede aquí y ahora, he ahí una parte importantísima de la historia: dar cuenta del pasado para dar sentido al presente.

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Tal vez quisiéramos que las cosas fueran diferentes y que la historiografía fuera una ciencia exacta y así tener más respuestas que preguntas de nuestro pasado, pero esto no es así, mientras más se investiga más incógnitas surgen, esto hace a la historia una disciplina subjetiva, aunque cuál ciencia no lo es en realidad si todas dependen de la mano humana interpretándola, ¿cierto? En fin, este es un debate para otro momento, el punto es remarcar que la literatura hace una función determinante en la forma en cómo interiorizamos la historia de la humanidad.

Novela Histórica

En lo que respecta a la novela histórica, la interpretación de la realidad pasada es evidente e intencional. La novela histórica es un híbrido entre historia (documentación de un hecho del pasado) y ficción (mundo creado por el autor). Es una configuración narrativa de la historia, en que el autor toma una parte de ésta, un episodio específico o una serie de ellos, en una época determinada, para elaborar una trama con personajes tanto ficticios como reales. El escenario donde se desarrolla, el lugar, las costumbres propias de la época, ciertos modismos, etc., suelen ser una referencia real, ya que esto brinda contexto y verosimilitud a la narración.

Se sugiere que haya una distancia temporal entre el acontecimiento (histórico) y su narración (lo narrado en la obra), ya que este tipo de novelas requieren una mirada hacia el pasado, hay autores que sugieren que sea al menos una generación de distancia. Pero esto es debatible, ya que también hay novelas tipo diario o autobiográficas que relatan los hechos vividos por el autor publicados con apenas unos años de distancia.

Sus personajes son evocaciones de personajes históricos, el autor puede ajustarse a lo documentado o darles un tinte ficticio. A diferencia del historiador, el novelista puede darse la licencia de dar los nombres, funciones y rasgos que mejor se ajusten a los personajes que está creando, siempre y cuando respondan al entorno y el ambiente que la novela está representando. En esta medida es que los personajes son históricos y ficticios al mismo tiempo.  El autor suele ofrecer un cuadro histórico general y pequeñas notas históricas para mejorar su ambientación.

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La novela histórica es una narración estéticamente ordenada, como cualquier otra novela, y responde a lo que el autor quiere presentar a su público, es por ello por lo que se da las licencias necesarias de acuerdo a lo que la obra requiera, no a lo documentado históricamente, lo importante es ser fiel a la trama, no a la historia historiográfica. Esto sucede especialmente en la novela histórica de finales del siglo XIX, cuando los autores comenzaron a darse más permisos en la estructura de sus novelas, así como a modificaciones de los personajes reales, incluso a parodiarlos, ya que el objetivo era brindar una perspectiva diferente, una perspectiva que diera cabida a otras posibilidades de lo ya conocido, nuevas respuestas o nuevas preguntas. Esto ha brindado un campo fértil para el novelista histórico (cuentista y poeta también), ya que se dejaron de lado, o al menos disminuyó su importancia, a los personajes buenos y malos como únicos protagonistas, comenzando a ganar terreno personajes cómicos, cotidianos, historias paralelas a las ya conocidas de los héroes y villanos que también fueron partícipes del suceso histórico relatado, pero que no fueron suficientemente destacados para ser historiados. O bien, personajes principales que en la novela tienen la oportunidad de darle un giro a su historia y tener un final distinto al que tuvieron en la vida real. Algunas veces es gratificante dejar de ver sólo héroes y villanos, blanco y negro, buenos y malos, y enriquecer las historias de forma más llamativa, inclusive más parecida a nuestra realidad, la cual está repleta de matices y colores.

Algunas recomendaciones de lectura

En internet podemos encontrar cientos de ejemplos de novelas históricas, es por ello por lo que no pienso repetir el contenido que con una sencilla búsqueda en Google se puede encontrar, así que mencionaré algunas novelas que me han gustado y que pocas veces se incluyen en las listas famosas de novelas históricas:

“La sombra del caudillo” (1929) de Martín Luis Guzmán, por mucho mi favorita. Novela mexicana postrevolucionaria que denuncia los usos y abusos del poder político de los caudillos, quienes habían quedado a cargo de la silla presidencial tras la revolución (1910). El autor no sólo narra un evento histórico, que fue la lucha por la silla presidencial en los años 20 (de Obregón a Elías Calles), sino el asesinato del General Serrano. Ambos eventos quedan condensados en la sucesión de hechos dentro de la novela, ya que en realidad ocurrieron con años de diferencia; lo mismo sucede con los personajes que los representan, Obregón es representado por la figura sombría y tiránica del Caudillo; y Serrano por Ignacio Aguirre, el candidato presidencial impuesto contra su voluntad. Es una novela histórica y política, en que el autor se vale de su propia experiencia dentro de los grupos revolucionarios para dibujar a la perfección a sus personajes y la atmósfera en que se desarrollan.

Dato curioso, el autor casi es asesinado por escribir esta novela, logró escapar y se exilió en España por algunos años, donde finalmente pudo publicarla. La película que se realizó sobre esta novela fue censurada durante tres décadas.

“Las lanzas coloradas” (1921) de Arturo Uslar Pietri, ubica al lector en la Independencia Venezolana (1811), pero no toma a los héroes tradicionales que conocemos de aquella guerra, sino a personajes comunes y corrientes que se vieron atravesados por ella. La historia comienza con la rebelión de un mulato mayordomo que vivía en condiciones miserables en una hacienda, Presentación Campos. Su escape lo libera de la hacienda, pero lo lleva directo al campo de batalla que tenía atravesado a los pueblos, los cuales vivían entre la muerte constante y la supervivencia diaria. El mulato rebelde no se ajusta en absoluto al héroe tradicional, no le interesa el movimiento armado que no sea para explotar su agresividad e ira contenida. La verdadera protagonista de la novela es la guerra y su paradójico poder opresor y libertador. Los héroes independentistas apenas son mencionados en la novela, con un halo de ilusión y esperanza se menciona al Libertador Simón Bolívar.

“El nombre de la rosa” (1980) de Umberto Eco. Mucho por decir al respecto, pero lo relevante para ubicarla como una novela histórica está en la contextualización de la obra: el Medievo Siglo XIV, y, por lo tanto, el gran poder y terror de la Santa Inquisición. La novela se desarrolla en la abadía benedictina de la Italia septentrional donde ha arribado el monje Guillermo de Baskerville y su discípulo Adso de Melk, quienes asisten a una reunión de monjes para discutir irregularidades; sin embargo, una serie de muertes sin sentido aparente comienzan a suscitarse y Guillermo se encarga de seguir las pistas para resolver los crímenes. Uno de los mayores atractivos de la novela es la descripción de la biblioteca laberíntica, así como las referencias tanto explícitas como implícitas de sus personajes, entre ellos la alusión a Jorge Luis Borges como el viejo bibliotecario ciego, aunque también personajes reales como Bernardo Gui (1261-1331) quien fue un famoso inquisidor, incluso la composición del protagonista que hace referencia al monje y filósofo Guillermo de Ockham (1287-1347). Es una novela histórica y detectivesca al mismo tiempo.

Fue adaptada al cine por Jean-Jacques Annaud en 1986, protagonizada por Sean Connery como el monje Guillermo de Baskerville y colaborando con el guion, el mismo Umberto Eco.

Para concluir

La novela histórica es un subgénero de la novela que, a partir del siglo XIX (al menos de manera evidente), comenzó a ser más flexible en su estructura y contenido, incluso muchas veces toca los linderos de otros subgéneros como el detectivesco, político, indigenista, romántico.

Los rasgos importantes e imprescindibles de la novela histórica son: contexto, buena ambientación de la época y secuencia de hechos. Los personajes pueden ser reales, ficticios o una mezcla de ambos, los héroes y villanos reales pueden estar bien identificados o pueden sólo ser parte del contexto y cederles el micrófono a personajes que la historia documentada suele pasar por alto.

Las obras brevemente comentadas son una elección personal, pero en realidad hay muchísimas, tantas que en una rápida búsqueda de Google se pueden encontrar, pero a mí me interesaba señalar algunas que he leído y me han parecido magníficas. Por ejemplo, en México es imprescindible la novela corta “Los de abajo” (1916) de Mariano Azuela, que relata una pincelada de la realidad de la revolución mexicana, lo vivido por los de abajo, los que necesitan la revolución para sobrevivir a través del saqueo y un pequeño coto de poder, donde los ideales revolucionarios no alcanzan para vivir. Por el mismo camino está, aunque se apega más a a una novela de formación, “Se llevaron el cañón para Bachimba” (1941) de Rafael F. Muñoz. O bien, novelas que el centro de su atención está en las relaciones amorosas, como “Clemencia» (1969) de Ignacio Manuel Altamirano, situada en la época de la intervención francesa en México. También hay otras novelas históricas de características irreverentes como “El arpa y la sombra” (1979) de Alejo Carpentier que parodia a Cristóbal Colón y lo coloca en situaciones inusitadas, esta obra en particular pertenece a la llamada Nueva Novela Histórica.

Lo importante es leer y lo que nos mueve esa lectura, tanto en entretenimiento como en reflexión. La novela histórica suele llenar vacíos que la historia documental no ha podido llenar, y, como a la humanidad no nos gustan los casos sin resolver, por muy ficticias que sean estos parches y respuestas que la literatura nos regala, se agradecen siempre.  

Qué leer cuando no sabes qué leer

No sé si les ha pasado que, al terminar de leer un libro viene un periodo de duelo, es decir, de pronto pareciera tan difícil escoger uno nuevo. Esto sucede, en especial si se trata de un libro que ha marcado algo importante en nuestras vidas, con el cual tuvimos algún descubrimiento personal, o bien, que hayamos quedado prendados(as) de algún personaje, incluso de alguna ideología. Me ha pasado varias veces, y cada vez, sin excepción, después de unos días que dejo descansar el tema, me cuesta tanto trabajo elegir un nuevo autor o un nuevo libro. Nada me complace, nada me llena, siento que no estoy lista para comprometerme de nuevo en esa aventura literaria que me aguarda. Sé que suena un poco exagerado, incluso absurdo, pero es como si terminaras una relación de pareja y fuera muy pronto para tener nuevas citas. Sin embargo, si te encanta leer como a mí, sabes que no estoy exagerando y que ese periodo de duelo existe, y que, si no tienes suficiente paciencia como yo, puede ser terriblemente desesperante.

Otras veces sucede que simplemente no sabemos por donde iniciarnos como lectores(as), seguimos recomendaciones de amistades, profesores o personas que admiramos; algunas veces funciona ese camino, mientras que otras resulta contraproducente, ya que se vuelve difícil separar el texto leído de la persona que te lo recomendó, en especial si no te ha gustado para nada la obra.

Es por ello por lo que decidí escribir este post, para cuando quieres retomar tu ritmo en la lectura o cuando quieras una introducción más suave al mundo literario, he aquí algunos trucos que me han funcionado:

Volver a los Clásicos

Leer a los clásicos es tal vez la salida más obvia y fácil, pero no por ello menos efectiva, por algo es recomendada y la primera en la lista. Los clásicos siguen teniendo su lugar por una buena razón: no fallan. Leer a Platón, a Homero, a Eurípides o a Sófocles es una vuelta a las ideas occidentales fundantes tanto de la ideología humana como de las grandes tragedias y dramas que seguimos replicando en la actualidad. El mundo oriental también tiene textos maravillosos, sobre todo en lo que respecta a filosofía y mitología, sin embargo, no han sido tan difundidos en el mundo occidental, pero nunca está demás indagar, en especial ahora con las facilidades cibernéticas.

Ahora bien, no sólo los clásicos griegos son un buen ejemplo al respecto, hay clásicos imperdibles del Siglo de Oro español: Pedro Calderón de la Barca, Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo. Y otros más contemporáneos como Shakespeare, incluso la misma Sor Juana.

Otro buen ejemplo de clásicos los encontramos en El Romanticismo es una corriente literaria (cultural y de estilo de vida) que, no sólo aportó muchísimo a la literatura en todo el mundo, sino que nos sigue atrapando irremediablemente, en especial porque hay ideales del romanticismo que siguen permeando en la actualidad. Hay una lista de autores que pueden encabezar la lista de los grandes favoritos, menciono a algunos de ellos y dejo el link de mi post sobre romanticismo.

  • Jane Austen (Sensatez y sensibilidad, Orgullo y Prejuicio)
  • Emily Bronté (Cumbres borrascosas)
  • Charlotte Bronté (Jane Eyre)
  • Johann Wolfgang von Goethe (Fausto)
  • Victor Hugo (Miserables)
  • Alexandre Dumas (Los tres mosqueteros)
  • Mary Shelley (Frankestein)
  • Varios poetas como:
  • Samuel Taylor Coleridge, William Blake, Lord Byron, Percy Shelly, Baudelaire, etc.

No olvidemos los clásicos de tu país natal, siempre es bueno conocer aquellos autores que dieron rumbo a nuestra nación, tanto por bagaje cultural como por una cuestión identitaria, al fin y al cabo, somos nuestras raíces. Si eres de México, dejo aquí algunas recomendaciones que me parecen imperdibles, algunas no son clásicas, pero recordemos que en México la literatura tuvo su mayor auge en el siglo XX:

  • La sombra del caudillo (Martín Luis Guzmán)
  • Los de abajo (Mariano Azuela),
  • Aura (Carlos Fuentes),
  • El llano en llamas (Juan Rulfo)
  • Balún Canán (Rosario Castellanos, quien en poesía también el genial)
  • Como agua para chocolate (Laura Esquivel)
  • Las muertas (Ibargüengoitia)

Demos la oportunidad a los clásicos, por algo tienen el lugar que tienen en la literatura y en nuestra cultura.

Historias cortas

Si iniciar una novela larguísima parece mucho compromiso después de salir de una relación idílica con tu anterior libro, tal vez sea buena idea comenzar con historias cortas, como cuentos o fábulas, incluso novelas cortas que las puedes leer en una tarde de ocio. También está la opción de la minificción o ficción breve, que consta de relatos, casi siempre humorísticos, de máximo dos cuartillas.

La ventaja de este tipo de literatura es que estimulan el intelecto de manera inmediata, es decir, no pasa mucho tiempo para llegar a la acción, te atrapan a la primera línea o párrafo y los finales suelen ser contundentes y no por ello menos profundos que una novela de quinientas páginas.

Recomendaciones de cuentos, sobran, de todas la épocas y culturas, es probablemente el género más utilizado y difundido, en especial las fábulas que tienen contenido enseñanzas morales. Dejo algunas opciones que me gustan mucho: La gallina degollada (Horacio Quiroga), El gato negro (Allan Poe), Los olvidados (Alejo Carpentier), Funes el memorioso (Jorge Luis Borges). Autores como Kafka, Guy de Maupassant, Mark Twain, Anton Chèjov, Roberto Bolaño, Gabriel García Márquez,

La minificción es un género que me gusta mucho, es un divertimento poco valorado pero que puede ser útil cuando no sabemos hacia qué aventura nueva dirigirnos. Dejo aquí el link de un texto que escribí al respecto: Minificción: un deleite poco reconocido

Poesía

Leer poesía es un deleite, aunque me he dado cuenta que muchas personas le rehúyen porque aseguran que es muy compleja y no la entienden. Es cierto a medias, creo que si comienzas a leer a los simbolistas o surrealistas, te puedas llevar un gran golpe en la nariz al pensar que no entendiste nada, pero si inicias tu aventura con poetas que escriben en prosa y con palabras menos rebuscadas, la aventura se convierte en un grato romance poético al poco tiempo. Por ello es por lo que recomiendo leer poesía después de un libro que nos tiene de duelo, porque la poesía te va a colocar en lugares inimaginables con unos cuantos versos, porque la cortedad del decir es abarcativa, y seguramente te dejará con ganas de seguir leyendo y cautivándote con uno y otro poeta que te ayudarán a salir del bache que ha dejado el anterior libro.

Recomiendo, por que me han ayudado mucho, a los siguientes, que además, son fáciles de leer, es decir, sus figuras retóricas no son tan rebuscadas ni indescifrables, al contrario suelen usar lenguaje llano y cotidiano:

  • Robert Frost
  • Mario Benedetti
  • Efraín huerta y sus poemínimos
  • Jaimes Sabines
  • Octavio Paz
  • Los poemas en prosa de Baudelaire, por mencionar a algunos.

Hay muchos más, pero esto son excelentes para comenzar.

Teatro

El teatro me encanta porque es pura acción, aun cuando se trata de teatro filosófico o un largo soliloquio, al ser en su mayoría diálogo es fácil y rápido de leer, no te detiene en largas descripciones, que por muy bellas que puedan ser, ralentizan el texto. El teatro es acción, es fácil entrar en personaje y empatizar con sus reacciones.

Aunque no he leído mucho teatro, tengo en mente unas cuantas que seguro te gustarán mucho, bien sea por su dramatismo como por su humor:

  • Medea, de Eurípides, una clásica tragedia griega que resulta tremendamente actual.
  • Casa de muñecas de Ibsen, inesperadamente actual y feminista aún cuando se escribió a mediados del siglo XIX.
  • El eterno femenino, Rosario Castellanos, divertida, irónica, sarcástica, reflexiva como la buena Castellanos suele deleitar.
  • La cantante calva, Eugene Ionesco, irreverente y divertida, a la vez crítica, aunque, sino te gusta el absurdismo puede que te lleves una gran decepción.

Temas que te atrapan recurrentemente

Es un cliché que sin duda funciona. Pregúntate, ¿cuáles son los temas sobre los que más leo? Puede ser sobre amor romántico, tragedia, filosofía, religión, muerte, o el tema que sea. Lo cierto es que tenemos nuestros temas favoritos y a los que volvemos irremediablemente. En mi caso me atraen temas sobre literatura, es decir, donde a los protagonistas les guste escribir o sea su sueño frustrado o se encuentren sobre ese camino, por ello vuelvo de manera reiterada a Roberto Bolaño. También me gusta el sarcasmo y la ironía, es por ello que mi poeta favorita es Rosario Castellanos y tengo al menos diez años que vuelvo a ella de manera reiterada, casi podría decir que cada que termino un libro vuelvo a ella, es mi lugar seguro.

Sea cual sea tu tema, aún cuando creas que lo has superado o que te desgastas en volver a lo mismo, siempre puedes regresar y deleitarte; después de todo no es un ex novio al que no puedes dejar, no crearás unas relación tóxica, esa es la maravilla de la literatura, nunca será suficiente y tus autores siempre te estarán esperando. Además, en cada vuelta a esos textos descubrirás cosas nuevas.

Literatura gráfica

Esto lo aprendí de mi esposo, cada que se atora con un tema siempre vuelve a Charlie Brown, al preguntarle el motivo, me dijo que es porque es un material más digerible. Creo que tiene razón, a veces de tanto que pensamos y pensamos, más no atascamos en el bache, cuando lo que nos hace falta es un receso, un tiempo fuera para dar un respiro y luego volver con ojos descansados sobre aquello que se nos complica tanto.

La literatura gráfica ayuda en esto, es un tipo de literatura que suele ser minimizada o desvalorizada porque la imagen domina sobre el texto, pero ¿quién dijo que la imagen no es texto también? Es decir, hacemos una lectura de las imágenes, les damos contexto y sentido al igual que a las palabras escritas. Aunque sin duda, como ya lo mencioné, la imagen hace que sea de más fácil acceso, lo cual está bien, no todo el tiempo estamos para textos kafkianos o camusianos, a veces requerimos de otro tipo de estímulo.

Comentario final

Cada quien tiene sus formas de desatorarse o de adentrarse en los nuevos temas o con los nuevos autores, lo comentado anteriormente son meras recomendaciones sobre lo que a mí me ha funcionado, no es ninguna fórmula a seguir.

Reseña a «Llamadas telefónicas» de Roberto Bolaño

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“Llamadas telefónicas” de Roberto Bolaño (1953-2003) es la compilación de cinco cuentos: “Sensini”, “Henri Simon Leprince”, “Enrique Martín”, “Una aventura literaria” y “Llamadas telefónicas”, antología escrita entre 1995 y 1996, publicada en 1997.

Mucho se ha dicho ya sobre Bolaño, sobre su escritura no sólo como profesión sino como estilo de vida. Y es que, de manera reiterada, la literatura es un referente inmediato si de Bolaño se trata. Por lo general, tiende a escribir sobre la escritura, escribir sobre escritores, casi siempre con un tono sombrío, miserable, deprimente, aunque al mismo tiempo divertido, pero divertido en el sentido sarcástico e irónico, lo cual resulta en una lectura semi amarga, no por ello menor, de ninguna manera, Bolaño tenía un preciso uso del lenguaje.

Otra característica que destaca a este autor es el elemento autobiográfico, para el que ha recurrido a Arturo Belano, un alter ego que, al igual que Bolaño, es un escritor chileno nacido en 1953, exiliado en México y España debido a la dictadura en su país natal. En este caso no es la excepción, al menos en “Sensini” y en “Enrique Martín” es de forma explícita. En el segundo, él mismo se presenta; en el primero, sabemos que se trata de Belano por la referencia a su novela “Detectives Salvajes”. La referencia no es explícita, sólo si previamente has leído la novela, sabrás que es en el capítulo 2, el más extenso, cuando entrevistan a Mary Whatson, que sabemos que Belano se encontraba en Barcelona a finales de los 70 como guardia de un camping.


Sensini

Es una historia divertida por el uso de la ironía y la burla hacia los concursos literarios. Sensini era un escritor argentino venido a menos en los años setenta, tuvo que huir a España por la dictadura de su país. Aunque ha sido condecorado y reconocido en otros tiempos, las editoriales actuales no lo buscan más y sus libros han quedado en el olvido. En un concurso literario, Arturo Belano, aunque ya dijimos que la referencia no es explícita, ha resultado ganador del tercer lugar, pero se da cuenta de que el segundo puesto fue para Sensini, un escritor que él admira, así que se da a la tarea de buscarlo. Comienza entonces una larga travesía epistolar entre ambos escritores.

Sensini relata en sus cartas cómo es que ha vivido de los concursos literarios por años y pretende seguir haciéndolo, devela que los jueces muchas veces ni siquiera leen los textos o lo hacen de manera superficial, por lo cual, él ha tenido el atrevimiento de enviar el mismo cuento a dos o tres diferentes concursos, sólo cambiando el título del cuento. Incluso ganó un par de concursos con el mismo cuento.

La amistad se reafirma con cada carta y se toman aprecio, hasta que un día Belano recibe una carta que asume de despedida, ya que Sensini decide regresar a Argentina. Pasado el tiempo, un buen día se aparece repentinamente en su casa la hija de Sensini, Miranda, sabe de ella por las cartas. Ésta le corrobora que su padre se fue a Argentina en búsqueda de noticias de su hijo mayor, Gregorio, quien estaba desaparecido desde hacía tiempo, pero la búsqueda terminó por acabar con la salud de Sensini, quien, naturalmente, fallece desconsolado. La llegada de Miranda a la casa de Belano es inesperada, nunca antes se habían visto. Al hablar sobre Sensini, el encuentro se torna una especie de cierre de un ciclo, o fin de un duelo, tanto para Belano como para la hija.

Sensini es una referencia al escritor argentino Antonio Di Bennetto (1922-1986), amigo de Bolaño, con quien, efectivamente, mantenía una relación epistolar en España cuando ambos estaban refugiados debido a los conflictos en sus respectivos países. El cuento está escrito en primera persona, sólo sabemos de Sensini por lo que el protagonista nos dice de él. El final es llano, necesario casi podría decir, Belano pudo darle cierre a la relación con Sensini. Deja una sensación nostálgica.

Dato irónico de Sensini, obtuvo el Premio de Narración Ciudad de San Sebastián en 1997.

“De pronto me di cuenta de que ya estábamos en paz, que por alguna razón misteriosa habíamos llegado juntos a estar en paz y que de ahí en adelante las cosas imperceptiblemente comenzarían a cambiar.”

Henri Simon Leprince

“Por supuesto, es un escritor fracasado, es decir, sobrevive en la prensa canalla parisina y publica poemas (que los malos poetas juzgan malos y que los buenos poetas ni siquiera leen) y cuentos en revistas de provincias. (…) Es de mediana edad, es soltero, se ha acostumbrado al fracaso.”

Otro cuento de escritores, mejor aún, de un escritor fracasado llamado Henri Simon Leprince. El contexto es Francia, el tiempo es pre, durante y post la Segunda Guerra Mundial.

El mundo literario al que Leprince quiere pertenecer no lo reconoce, lo minimiza, incluso les incomoda su presencia. Está tan acostumbrado al fracaso que cuando el grupo de escritores colaboracionistas le brinda una oportunidad en una revista, la rechaza, no sabe cómo aceptar un trabajo así, no sabe cómo ser importante en algún lado. Por lo que termina haciendo de recadero, chofer, rescatista y mandadero del grupo de resistencia, quienes más o menos lo identifican y usan a su conveniencia. Leprince ayuda a otros escritores durante toda el tiempo de guerra, a veces poniendo su vida en riesgo, pero no obtiene de ellos mas que las gracias o un vago intercambio de palabras por compromiso que no concretan ninguna amistad. Leprince sabe que es un personaje incómodo, piensa que puede ser su educación o su imagen misma.

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Bolaño desarrolla un personaje que duele por su miserabilidad, su mediocridad que lo llevan a vivir de las migajas de las figuras encumbradas que él admira. Leprince es un personaje triste que desespera y a la vez genera cierta ternura con su resistencia por pertenecer al mundo literario. Cuando termina la guerra se retira a un pueblo donde continúa escribiendo para una que otra revista local. Sabe que es un mal escritor, pero sabe también que los buenos escritores necesitan de los malos escritores aunque sea como lectores o como escuderos, dice Bolaño.

No sabes si el relato es conmovedor por el personaje o porque toca fibras muy sensibles, hace que nos preguntemos si nos identificamos con Leprince y hemos nacido estrellados o si somos como los demás escritores que le rehúyen y tememos estrellarnos como él.

Enrique Martín

“Un poeta lo puede soportar todo. Lo que equivale a decir que un hombre lo puede soportar todo, pero no es verdad: son pocas las cosas que un hombre puede soportar. Soportar de verdad. Un poeta, en cambio, lo puede soportar todo. Con esta convicción crecimos. El primer enunciado es cierto, pero conduce a la ruina, a la locura, a la muerte.”

Uno más sobre escritores, otro personaje fracasado que insiste en no serlo, pero no puede con su falta de talento. Enrique Martín es un cuento narrado en primera persona donde el narrador no es el protagonista, nuevamente se trata de Arturo Belano, aunque esto nunca es explícito en el cuento lo podemos deducir por algunos datos que brinda. El narrador nos lleva por la historia de Enrique Martín, un mal poeta, sólo leído por sus amistades y publicado en revistas de poco tiraje. Sin embargo, se le tenía un gran aprecio en la comunidad literaria debido a su tenacidad, nunca deja de luchar por ser un buen poeta, tanto así que costeó una revista de literatura que incluyó a varios escritores amigos, pero no a Belano, situación que trunca la amistad.

Por alguna razón, Enrique Martín, insiste en aparecer en la vida de Belano con el afán de que éste leyera sus poemas y le diera el visto bueno. La relación se reanudaba de forma muy forzada. Belano era indulgente en sus comentarios como crítico, porque en realidad no le interesa. Finalmente, Enrique anuncia su retiro definitivo de la poesía, ya que asevera que al fin ha comprendido que no necesita hacer el ridículo para disfrutar del arte.

En una ocasión, Belano recibe una extraña carta llena de códigos numéricos y alfabéticos y un mapa por descifrar. Todo ello escrito sobre la invitación a una cena coctel que se daría en su honor, debido a su más reciente novela publicada. Belano decide no asistir e ignora la carta, pero al poco tiempo le llega una nueva en condiciones similares, sabe que proviene de Enrique, pero no le toma importancia. No pasa mucho para que Enrique se aparezca de nuevo, ésta vez de imprevisto en su casa, sólo para entregarle un folder que le solicita guarde por él. No da más explicación y se va. Belano se entera un par de años después de que Enrique tenia una librería con su ex esposa, al parecer les iba muy bien, por lo que la noticia de su suicidio le sorprende. Belano no sabe cómo sentirse al respecto, no recordaba que tenía el folder misterioso que Enrique le delegó, y, al revisarlo se percata de que son poemas, pero no había ahí ningún indicio del motivo de su muerte.

Sin duda es un relato triste, un escritor que insiste en ser poeta, que admira a otro escritor, pero que de él no recibe nunca más que malos elogios. Nunca fueron buenos amigos, las expectativas altísimas de Enrique no empataban con las nulas de Belano, a quien poco le importaba el mundo en realidad. Hasta su suicidio fue plano, se podría pensar que nunca dejó la poesía del todo, que aquél sobre que le dio a su amigo era su último intento de ser poeta y terminó arrumbado, sólo con sus muerte fueron rescatados esos versos, versos de malas imitaciones.

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Una aventura literaria

A y B son los protagonistas, más B que A, porque A es tomado de referencia para todo lo que B hace, siente y piensa.

A es un escritor afamado, celebrado, tal vez excesivamente, lo cual llena de envidia a B, quien lo considera un cretino y farsante. B es también escritor, pero no logra fama sino hasta que logra que le publiquen una novela, en la cual ha escrito una parte en la que parodia a A de manera descarada. Sin embargo, es gracias a A que la novela de B alcanza la fama, ya que A es también un gran crítico y ha hecho una reseña fabulosa sobre dicha novela. B no puede creerlo, no sabe si es una trampa, si es que A no se ha dado cuenta de la burla que hace de él, o si es que acaso ni siquiera ha leído la novela. La novela es un éxito gracias a A.

Pasa algún tiempo y B publica otra novela. Vuelve a suceder lo mismo, A es el primero en reseñarla y la llena de florilegios. Esto desconcierta a B más que nunca, no entiende cómo es que ha leído su obra tan rápido y que tenga esa opinión tan exagerada sobre ella. Es decir, ¿y si lo ha juzgado mal todo este tiempo? ¿y si ha sido injusto con A? ¿qué es lo que A quiere de él? Se obsesiona con buscarlo y enfrentarlo de una vez por todas, pero de una u otra forma no logran encontrarse, no es sino hasta después de varios intentos que A acepta el encuentro. A está nervioso; B lo está también. Finalmente, dos grandes van a encontrarse y las expectativas están rebasando el momento.

Una aventura literaria es un cuento muy ágil de leer, es pura acción y muy poca descripción, todo sucede muy rápido, está narrado en tercera persona, nunca sabemos los nombres de los personajes, ni por qué A actúa como actúa con B. Pero sí entendemos a B, o al menos nos identificamos con él, quien pasa de la envidia a la venganza literaria por la ridiculización de A en su novela, a la duda y, finalmente, a la admiración de A. Del encuentro no sabemos nada en realidad, justo en ese momento termina el cuento, tal vez sea lo de menos, el final queda abierto al beneplácito del lector.

Llamadas telefónicas

«B está enamorado de X. Por supuesto, se trata de un amor desdichado. B, en una época de su vida, estuvo dispuesto a hacer todo por X, más o menos lo mismo que piensan y dicen todos los enamorados. X rompe con él. X rompe con él por teléfono. Al principio, por supuesto, B sufre, pero a la larga, como es usual, se repone. La vida, como dicen en las telenovelas, continúa. Pasan los años.»

Es el cuento que da el nombre a la compilación. Es el único cuento que no trata sobre escritores, sino de amor, o mejor dicho, de lo complicado y desdichado que puede ser el amor.

La historia narra la relación de B y X, quienes en su juventud fueron pareja, terminaron y de pronto volvieron a contactarse. Para entonces ha pasado mucho tiempo, ya son grandes, comienzan una relación a distancia por teléfono y deciden verse. B toma un tren para visitar a X, quien vive al otro lado de España. El encuentro es bueno, rápidamente pasan a intimar y reanúdan la relación de su juventud. B se siente enamorado de nuevo.

Al principio todo parece bien, pero X es inestable emocionalmente, padece depresión y tiene tremendos episodios de llanto. X despacha a B a pesar de los cuidados que éste le provee. B no entiende y se marcha con el corazón herido. Intenta que la relación continúe a distancia, pero las llamadas son cortantes por parte de X. Pasados unos meses B vuelve a insistir con las llamadas, pero sucede lo mismo, la frialdad de X es dolorosa:

«El tiempo -el tiempo que separaba a B de X y que B no lograba comprender- pasa por la línea telefónica, se comprime, se estira, deja ver una parte de su naturaleza.»

Un día B se entera de que X ha sido asesinada. Él es sospechoso, pero no hay pruebas en su contra. Decide hacer más investigación por su parte, así que busca al hermano de X, pero éste no es de ayuda, solo sabía que su hermana solía tener varios novios. El caso se resuelve cuando arrestan a un ex novio de X. B recibe la noticia por teléfono y se queda solo.

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Es un cuento intenso, desesperante incluso, pero con un final seco, sin opciones para B quien termina solo, tal y como inició. El autor cuestiona si es que B estaba enamorado o si estaba enamorado de la idea de estar enamorado. Tal vez sea así, por eso se aferraba a alguien que evidentemente no lo quería en su vida. Es una historia desconsoladora y tan común, que abruma.

Comentario final

A excepción de Sensini, los demás cuentos son de desazón, tristes, se podría decir, son tipos perdedores, escritores venidos a menos, que no serán recordados, luchando por ser algo que no son. También están los últimos dos cuentos, donde el anonimato forma parte de la trama, donde A y B terminan en una relación extraña de espejeamiento en la labor de escritor. Y B y X que, bueno, no llegaron más que a la muerte y la miseria. Bolaño es experto en develar esa parte patética que nos acompaña como condición humana, pareciera que no vamos a ningún lado en realidad, pero siempre hay una parte nuestra de querer ser recordados, por los ex amores, por un buen rival, por nuestro lectores y lectoras. Alguna vez leí que si escribimos es para que nos lean y nos quieran, aunque sea un poco, de alguna manera.

Comentario a «El Gesticulador»

Obra de Rodolfo Usigli

Trama

César Rubio y su familia viven en un pueblo del norte México, el cual quedó azotado por la guerra de Revolución (1910). César Rubio es un profesor de historia deseoso de ser importante, ya que toda su vida ha sido un mediocre. Para su suerte, como conspiración del universo, su deseo se cumple cuando toca a su puerta el profesor Bolton, un estadounidense que también anhela trascender en su vida profesional y sigue el rastro del héroe nacional mexicano el General César Rubio. Ambos profesores actúan de acuerdo a sus propios intereses y se creen la historia que mejor les convenga, con lo que no contaban era con la reacción del pueblo, que se encuentra al borde la desesperación por un halo de esperanza.

El gesticulador (1938) retrata la sociedad mexicana posrevolucionaria que, como cualquier otra sociedad después de una guerra, busca darle sentido a lo que ha vivido y direccionarse hacia un futuro mejor. Hay una gran necesidad de dar cuenta de los acontecimientos del pasado, y de esta forma, darle sentido al presente y poder vislumbrar el porvenir. Esta necesidad tiende a manipular los hechos, adornarlos o recrearlos para que la cruda realidad del presente no sea tan desoladora. Esta tendencia a modificar la historia no es algo nuevo, de hecho es lo que suele ocurrir cuando idealizamos ídolos y héroes, creando mitos para que el pasado quede justificado y el porvenir sea prometedor.

El héroe y el mito

En El gesticulador, la figura del mito está puesta en César Rubio (el General), un héroe revolucionario, un héroe del que poco se sabe y al que nadie tiene intención de rescatar del olvido, hasta que el profesor norteamericano Bolton, por azares del destino, llega a la casa de César Rubio (el profesor), con un tremendo deseo por saber más sobre la historia de este hombre. 

La desesperación y la pasión de Bolton por encontrar indicios del General César Rubio hacen que crea en la historia inventada del profesor César Rubio, quien, aprovechando ser homónimo del héroe y desesperado por ser alguien importante y que su vida tenga sentido y causa, no pierde la oportunidad de adjudicarse los logros de su tocayo. Se conjugan a la perfección las casualidades como las necesidades, dando pie a la creación de un mito: el General César Rubio, héroe de la revolución, vive.

El pueblo está tan necesitado, también, de un rayo de luz y esperanza ante la desolación de posguerra, que, de inmediato creen la historia. Después de todo, hay papeles que lo respaldan, testigos que lo reconocen y los conocimientos de César Rubio sobre la historia de México dan las suficientes herramientas para hacer verosímil su historia. No necesitó más para adoptar el personaje, él mismo se creyó su propia farsa.

Pero tenía dos cosas en su contra: Miguel, su hijo, sediento de verdad; y Navarro, el verdadero asesino del General Rubio. Miguel, escéptico y defensor de la verdad por más cruel que ésta fuera; y Navarro, velando sólo por sus propios intereses, frío y calculador, aprovecha la figura mítica de Rubio y la remata haciéndolo un mártir, impulsando así, su carrera política. Todo es un montaje, una sátira política y social, el pueblo es espectador que cree en lo que ve y lo acepta, necesita de esa función.

Cuando César Rubio el impostor, o en palabras de Usigli, el Gesticulador, adopta el rol del General permite reconstruir la historia, no es un mero montaje sino la posibilidad de crear otra historia. La farsa del profesor Rubio es llevada un nivel que no hubiera siquiera pensado, ya lo tenían considerado para ser el próximo ¡candidato presidencial! Además, qué bonita ironía que siendo profesor de historia de México, de la revolución, y que se jactara de defender la verdadera historia, terminara siendo parte de una sarta de mentiras y, que además, las justificara. El héroe se corrompe al creerse el verdadero General César Rubio, el pueblo lo alaba, pero es curioso que no por ello se convierta en el villano, sino en un antihéroe, que, además, con su muerte se hace leyenda, se asegura pasar a la historia nacional y descansar eternamente en la Rotonda de los hombres ilustres.

Tal vez el único destello de esperanza reflexiva sea Miguel, que se va, no soporta más la mentira y parte en búsqueda de la verdad. Aunque, la historia de su padre y su pueblo la llevará siempre a cuestas.

Referencias bibliográficas

Bernal Alanís, Tomás. El gesticulador: entre el mito y la historia.

Usigli, R. El gesticulador. Obras completas, Tomo I. Fondo de Cultura Económica. México, D.F. 1997. págs. 727-802

Minificción: un deleite poco reconocido

La minificción llegó a mi vida de manera azarosa. Alguna vez, recordando las fábulas que leí en la secundaria, me di a la búsqueda de las escritas y muy conocidas de Esopo y de Horacio Quiroga. Parte de la magia del ciberespacio es que te lleva de una página a otra y a otra, y de pronto, me encontré leyendo a Augusto Monterroso. La maravilla de este autor, entre otras cosas, es que sus fábulas no son lo que se espera de una tradicional fábula infantil, ya que tiende al uso de la ironía más que a lo moralizante. Casi todo aquél que ha oído hablar a Monterroso sabe que “El dinosaurio” es su texto más conocido, más por su brevedad que por su contenido, ya que es anunciado como el cuento más corto del mundo. Pero hay que leer otras genialidades del autor para hacerle justicia a su obra.

Así conocí la minificción, por Monterroso. Pero en ese entonces, yo no sabía que ese era el nombre que recibía este género literario, es más, yo seguía con la idea de que se trataba de una fábula y ya. Y es que ha habido tanto debate al respecto, sobre lo que es y no es la minificción, si son fragmentos de otros textos, si son relatos cortos, si son minicuentos o un divertido «accidente» literario. Y es que pareciera que todo cabe en este género mínimo, justamente porque desdibuja los bordes del género literario, lo mismo cabe el cuento paródico que las confesiones hechas cuento, sin saber si lo que se está leyendo es un poema en prosa o un microrelato. Pero si hay algo que caracteriza a este género es su brevedad, no hay lugar para las divagaciones, ni el chisme, ni descripciones prolijas, no, la cortedad del decir, como en la poesía, es lo que brinda la efectividad al texto.

A continuación, enumero algunas de las características que considero más sobresalientes de este género acompañado de un mini ejemplo literario:

BREVEDAD

Indispensable, de ahí viene su nombre como minificción, relato breve, minicuento o cuento mínimo, microficción, etc. Pueden ser unas cuantas palabras, como en el caso de “El dinosaurio” de Monterroso, o bien, una o dos cuartillas cuando mucho. Su efectividad y encanto están en que unas cuantas líneas te pueden presentar toda una historia a partir de un fragmento nada más, el resto es dejado a la imaginación e interpretación del lector, el cual, tiene una participación activa en todo momento en este tipo de textos.

Ella parpadea

Ataque en la cocina de una fiesta:

Él: Estoy divorciado, soy abogado y político, me gustaría volver a verte, ¿vives sola? Dame tu teléfono. Ésta es mi tarjeta, te llamo.

Ella parpadea, ni siquiera lo había visto, sólo había ido a servirse un vaso de agua.

Ethel Krauze.

INTERTEXTUALIDAD. Alusión y parodia

Parodiar otros textos, es decir, reescribir ciertas historias, por lo general historias muy conocidas, para darles un giro inesperado o burlarse de sus personajes o compararlos con la vida moderna, o bien, para reflexionar de una manera distinta esa historia, es uno de los recursos más utilizados en la minificción. Esto debido a que el lector sabe la referencia de la primera historia y le permite disfrutar de su distorsión en la segunda. En otras ocasiones, más que parodia se hace una mera alusión en el texto con una clara interconexión entre un texto y el otro. El lector es esencial en estos casos, ya que el texto depende de si éste conoce la obra aludida o parodiada.

De la serie El libro enmascarado, de Umberto Eco, en su libro Segundo diario mínimo. Un juego que consiste en resumir en pocas palabras la historia de la trama principal de un texto famoso, pero velando su identificación, incluso se puede hacer suponer el lector que se trata de otra historia, por lo que el título debe ser engañoso.

8. Salió a comprar cigarrillos

Inteligente, curioso, prudente, buena posición social, tenía una familia ejemplar. Pero no sabía resistir a las tentaciones, cautivado por mujeres, viajes, caballos. Y venga demorarse en compañía de amigos que portan como puercos. Uno que llega tan lejos como él, merecería que a la vuelta no le esperara ni siquiera un perro. En cambio, ahí está incluso su mujer, esperándole, ensimismada en sus labores y eso que no le habrían faltado ocasiones.

(Respuesta: La odisea) Umberto Eco

 Ahora, parodiando a La odisea también, un cuento corto de Monterroso:

Augusto Monterroso, Ilustración Esteban París.

La tela de Penélope o quién engaña a quién

Hace muchos años vivía en Grecia un hombre llamado Ulises (quién a pesar de ser muy sabio era muy astuto), casado con Penélope, mujer bella y singularmente dotada cuyo único defecto era su desmedida afición a tejer, costumbre gracias a la cual pudo pasar sola largas temporadas.

Dice la leyenda que en cada ocasión en que Ulises con su astucia observaba que a pesar de sus prohibiciones ella se disponía una vez más a iniciar uno de sus interminables tejidos, se le podía ver por las noches preparando a hurtadillas sus botas y una buena barca, hasta que decirle nada seiba a recorrer el mundo y a buscarse a sí mismo.

De esta manera ella conseguía mantenerlo alejado mientras coqueteaba con sus pretendientes, haciéndoles creer que tejía mientras Ulises viajaba y no que Ulises viajaba mientras ella tejía, como pudo haber imaginado Homero, que como se sabe, a veces dormía y no se daba cuenta de nada.

Augusto Monterroso

SENTIDO DEL HUMOR

Otro componente importante: el sentido del humor. La mayoría de las creaciones mínimas tienen este ingrediente, ya sea en su versión irónica, sarcástica o juguetona, como con los juegos de palabras. Incluso, el chiste es considerado en este género de minificción por algunos autores (y desdeñado por otros), por su sentido alusivo, paródico y sintético, así como las adivinanzas, las parábolas (que educan y moralizan) y las fábulas. Pero, sin duda, aunque haya todo un debate sobre lo que entra en esta categoría o no, sabemos que el sentido del humor ayuda a digerir mejor ciertos temas «delicados» y a que las historias queden grabadas en nuestras memorias de una manera más asequible. Ojo, no es un elemento indispensable aunque sí muy concurrido por los autores.

Luis Brito García

La naparoia

Los pacientes atacados de naparoia sienten la extraña sensación de que nadie los persigue, ni está tratando de hacerles daño. Esta situación se grava a medida que creen percibir que nadie habla de ellos a sus espaldas, ni tiene intenciones ocultas. El paciente de Naparoia finalmente advierte que nadie se ocupa de él en lo más mínimo, momento en el cual no se vuelve a saber más nunca del paciente, porque ni siquiera puede lograr que su siquiatra le preste atención.

Luis Brito García. Nuevas formas de locura.

ELIPSIS Y SÍNTESIS

Si ya hablamos de la necesidad de la brevedad, la elipsis es, sin discusión, la principal figura retórica para este género. Su función es suprimir elementos que quedan sobreentendidos en una oración o párrafo, principalmente los verbos, para que lo que queremos expresar tenga mayor fluidez y energía. Esto se logra con el uso pertinente y estratégico de signos de puntuación. Es más comúnmente utilizado en la poesía, pero en el caso de la prosa y narrativa ayuda a sintetizar la esencia de una idea o una descripción, lo que la hace más contundente.

El engaño

La conoció en un bar y en el hotel le arrancó la blusa provocativa, la falda entallada, los zapatos de tacón alto, las medias de seda, los ligueros, las pulseras y los collares, el corsé, el maquillaje, y al quitarle los lentes negros se quedó completamente solo.

Marcial Fernández

JUEGO DE PALABRAS

Es uno de los recursos que pareciera que más disfrutan algunos autores de este género, bien por divertimento o por arrogancia intelectual, muchos autores tienden al juego de palabras que puede resultar sumamente entretenido para el lector curioso y paciente o muy tedioso de descifrar si no es tu estilo.

Subraye las palabras adecuadas

Una mañana tarde noche el niño joven anciano que estaba moribundo enamorado prófugo confundido sintió las primeras punzadas notas detonaciones reminiscencias sacudidas precursoras seguidoras creadoras multiplicadoras transformadoras extinguidoras de la helada la vacación la transfiguración la acción la inundación la cosecha. Pensó recordó imaginó inventó miró oyó talló cardó concluyó corrigió anudó pulió desnudó volteó rajó barnizó fundió la piedra la esclusa la falleba la red la antena la espita la mirilla la artesa la jarra la podadora la aguja la aceitera la máscara la lezna la ampolla la ganzúa la reja y con ellas atacó erigió consagró bautizó pulverizó unificó roció aplastó creó dispersó cimbró lustró repartió lijó el reloj el banco el submarino el arco el patíbulo el cinturón el yunque el velamen el remo el yelmo el torno el roble el caracol el gato el fusil el tiempo el naipe el torno el vino el bote el pulpo el labio el peplo el yunque, para luego antes ahora después nunca siempre a veces con el pie codo dedo cribarlos fecundarlos omitirlos encresparlos podarlos en el bosque río arenal ventisquero volcán dédalo sifón cueva coral luna mundo viaje día trompo jaula vuelta pez ojo malla turno flecha clavo seno brillo tumba ceja manto flor ruta aliento raya, y así se volvió tierra.

Luis Brito Gracía

MISCELÁNEA

Mi parte favorita, donde todo cabe y nadie queda fuera. Poesía, chistes, cuentos breves, relatos cortos, anecdotarios, ensayos cortos o de opinión ¡Hasta epitafios! como lo menciona Óscar de la Borbolla en su introducción a “Relatos vertiginosos. Antología de cuentos mínimos”. Aquí todo cabe, como los siguientes dos: un poemínimo de Efraín Huerta y un microrrelato de Ana María Shua.

Obligatoriamente

Muy cierto

Caliente amardiente

Tu ombligo

Es todos

Los ombligos

Del mundo

Te adoro

Pues

Ombligatoriamente

Efraín Huerta

Sueño #69 Despiértese

Despiértse, que es tarde, me grita desde la puerta un hombre extraño. Despiértese usted, que buena falta le hace, le contesto yo. Pero el muy obstinado me sigue soñando.

Ana María Shua. La sueñera.

CONCLUSIÓN

En varios de los ejemplos antes citados, se pueden apreciar más de alguna de las características aquí expuestas de manera simultánea, lo cual los hace aún más ricos de lo que se esperaría que fueran estos textos tan cortos. He ahí su magia y su encanto, la cortedad del decir dice mucho más de lo que esperamos que diga, el uso de figuras retóricas como la metáfora, la alegoría, la elipsis, la ironía y la síntesis sirven para destacar las virtudes del escritor y su escritura. Suelen ser pedazos literarios exquisitos y muy divertidos. Personalmente, los disfruto mucho, en especial cuando no sé qué leer después de terminar una larga novela y queda ese vacío que no me permite comenzar una nueva, es ahí cuando el microrrelato, la minificción, un poemínimo te salva, te llena con sus poquitas palabras tan completas.

Referencias bibliográficas

Los textos aquí recuperados provienen de tres fuentes:

  • Varios. Relatos vertiginosos. Antología de cuentos mínimos. Selección y prólogo de Lauro Zavala. Alfaguara. México, D.F.: 2008
  • Eco. Umberto. Segundo diario mínimo. Editorial Lumen. Barcelona, España: 2000.
  • Huerta, Efraín. Poesía completa. Letras mexicanas, Fondo de Cultura Económica. México, D.F.: 1992

Para información más detallada sugiero el artículo de Violeta Rojo: